Julia Aquilia Severa, la Suma Vestal, proclama a las nuevas sacerdotisas y guardianas de la llama

Ocho nuevas vestales se encargarán de mantener encendido el fuego sagrado del templo de Vesta. La anfitriona del rito de proclamación fue Julia Aquilia Severa, la 'Suma Vestal'
Cuatro de las ocho nuevas vestales junto con la ‘Suma Vestal’ (Diego Álvarez)

 

Diego Álvarez Ayer jueves en el Campamento Astur-Romano el grupo romano ‘Vestales’ proclamó mediante el rito a las nuevas sacerdotisas encargadas de mantener encendido el fuego sagrado del templo de Vesta situado en el Foro romano. La anfitriona fue Julia Aquilia Severa que a través del discurso a las futuras nuevas vestales y su aceptación como condición de vestales (liberadas de las obligaciones sociales habituales de casarse, tener hijos -voto de castidad- y separadas de sus familias) se las cambió el fajín que portaban, de color rojo, por uno de color verde en el que en la parte frontal se situaba una representación del fuego.

El rito se constituyó en tres fases. La primera de ellas consistió en la la preparación de las tortas con la mola salsa, que en un principio se utilizaba históricamente para los sacrificios estatales, la segunda fue la proclamación de las propias vestales y finalmente, la inauguración de las fiestas. Una vez cambiados los fajínes y la colocación de las ínfulas, se las entregó las llamas (en velas -históricamente eran lámparas-) que siempre deben portar con ellas.

La ocupación de las ‘Vestales’ era fundamentalmente guardar el fuego sagrado. Si éste llegaba a extinguirse, entonces se reunía el Senado, se buscaban las causas, se remediaban, se expiaba el templo y se volvía a encender el fuego. El fuego era encendido usando la luz solar como fuente de ignición. La vestal que hubiera estado de guardia cuando el fuego se apagaba, era azotada.

Durante la representación de este rito se echó de menos el velo o sufíbulo sobre la cabeza que verdaderamente durante la antigua Roma llevaban las vestales como parte de su vestimenta propia y única, así como también las cintas de lana de color rojo y blanco que debían tener debajo del mismo. Estas cintas simbolizaban, la primera de ellas, de color rojo, el compromiso de las vestales para mantener el fuego de Vesta y la segunda, de color blanco, su voto de pureza.

El servicio como vestal duraba treinta años. Los diez primeros dedicados al aprendizaje, los siguientes diez al servicio propiamente dicho y los otros diez restantes a la instrucción de las nuevas vestales. Cuando una candidata a vestal era seleccionada, era separada de su familia, conducida al templo para cortarla los cabellos y para suspenderla de un árbol, a fin de dejar claro que ya no dependía de su familia.

¿Lapidación para el próximo año?
Un posible acto para el próximo año por parte de este grupo romano bien podría ser una simulación de lapidación o decapitamiento, ya que el hecho de perder la virginidad era considerado una falta peor incluso que el permitir que se apagase el fuego sagrado. Inicialmente, el castigo era la lapidación; luego esta pena fue sustituida por el decapitamiento y el enterramiento en vida, y a su compañero se le conducía al suplicio. Sin embargo, sólo se conocen veinte casos en los que esta falta fue detectada y castigada.

Las velas de las nuevas vestales se encendieron con una lámpara (Diego Álvarez)
Las velas de las nuevas vestales se encendieron con una lámpara (Diego Álvarez)
Las ocho vestales portando ya su vela y su nuevo fajín como resultado de su nueva condición de sacerdotisas (Diego Álvarez)
Las ocho vestales portando ya su vela y su nuevo fajín como resultado de su nueva condición de sacerdotisas                      (Diego Álvarez)

 

Dos sacerdotisas contemplan el encendido del fuego sagrado (Diego Álvarez)
Dos sacerdotisas contemplan el encendido del fuego sagrado (Diego Álvarez)
Un instante durante el proceso del rito por el que las vestales prometen también la protección del templo (Diego Álvarez)
Las nuevas vestales prometieron también la protección del templo (Diego Álvarez)