En el día de la patrona de Astorga, Santa Marta, el alcalde Juan José Alonso Perandones, ha realizado la ofrenda pidiendo por la ciudad, y haciendo especial énfasis en los problemas que más tocan de cerca a Astorga y sus alrededores: la despoblación, el envejecimiento y bajada de la natalidad y el menor crecimiento económico.
La Ofrenda completa que el alcalde ha leído en el acto ha sido esta:
“Ha nacido hoy un día, aunque de febrero, resplandeciente, como si se adelantase la primavera. Y venimos, un año más, Santa Marta, patrona de Astorga, a cumplir con la tradición de la Ofrenda, esto es, a agradecer vuestra protección, y, al tiempo, demandar auxilio para las necesidades de nuestro tiempo presente. Contemplamos en vos, en esta ocasión, una mayor belleza, vuestra velada belleza; no en vano las restauradoras de Arte Ocho han llevado a cabo un minucioso proceso de mínima reconstrucción, limpieza y renovación de policromía; en el rostro, que mira al cielo, de tal suerte que se aprecia en mayor medida vuestro semblante tranquilo y reflexivo; y en el ropaje, hasta ahora con ocultos elementos decorativos. En verdad, que el retablo, en un empeño parroquial digno de alabanza, día a día va alcanzando su prestancia original, y también otras obras artísticas, como el recuperado cuadro del bautismo.
Vuestra iglesia, esta iglesia en la que nos hemos congregado para la misa dominical, está asentada, desde tiempos pretéritos, en un lugar privilegiado: para la historia de la fe y el patrimonio. Vinculada vuestra existencia, según el Breviario asturicense, a los primeros tiempos del cristianismo en nuestra ciudad —atestiguados por la carta de San Cipriano en el siglo tercero—, será en 1741, coincidiendo con la terminación de las obras de fábrica de su reconstrucción, cuando oficialmente seáis proclamada Patrona de Astorga. En esta labor de contar con un templo renovado, acorde al prolongado gusto barroco en el siglo ilustrado, fue infatigable actor Bartolomé de Toledo, canónigo que concitó el apoyo económico de la feligresía para financiar tan ambiciosa obra dedicada a la santa local, que ya desde hacía tiempo venía siendo venerada.
Decíamos que en esta iglesia disfrutábamos un lugar privilegiado; así, efectivamente, sucede. En su costado oriental, cuando por el Ayuntamiento en 1999 se llevaba a cabo la urbanización de este tramo del eje monumental, se halló un nuevo y antiquísimo testimonio: el descubrimiento de la más antigua iglesia de la ciudad, alzada sobre un edificio romano; fechada en torno a los siglos quinto o sexto, se apreció que su ruina fue debida a un incendio, pero por fortuna pudieron aún ser rescatados elementos litúrgicos, como fragmentos de la mesa del altar y de un incensario. Hoy un trazado sobre el pavimento y un panel explicativo dan cuenta de tan importante hallazgo. Bien podíamos decir que la carta de San Cipriano, esta iglesia primitiva brevemente descrita, y el sarcófago paleocristiano, de principios del siglo cuarto, tan relevante por su iconografía y por haber acogido, durante un tiempo, los restos del rey asturiano Alfonso III el Magno, son tres testimonios primeros, ilustrativos, de lo que será con posterioridad nuestra historia religiosa y patrimonial.
Iglesia de Santa Marta, enclave fundamental de la ciudad, decimos. Junto a la magnífica catedral, heredera de otras catedrales que la precedieron; cercana al admirado Palacio, sustituto de otro, en su solar alzados. Y aledañas, la capilla de San Esteban, de medieval tradición cofrade, como la propia de Santa Marta, la celda de las emparedadas, y muy cercanos el hospital y la remozada casa del sacristán. A esta, vuestra morada, entran, o por ella pasan, los peregrinos. Es preciso detenerse un momento, y fijar la atención en los andamios que flanquean estos días la Torre del Moro, o rosada, de la catedral, y aquellos otros que circundan el palacio por los cuatro puntos cardinales; mientras en la primera se restaurará su interior (tan rico, con el viejo reloj, la matraca, y repleta de campanas), en el palacio se anclan de nuevo las piezas de sus tejados, de sus torreones, incluso remozadas quedarán sus veletas. No serán, sin duda, las últimas obras, pero sí unas restauraciones más, que junto a las habidas en el tránsito de estos dos siglos últimos, garantizan la perdurabilidad, para los astorganos, diocesanos, fieles y viajeros, de unos monumentos señeros, sin los cuales la ciudad quedaría empequeñecida hasta en su nombre.
En esta iglesia nos acompaña, conformada en diversos materiales, tamaños, y escenas, vuestra presencia. Así, en pequeña escultura de piedra, que precisa restauración, nos recibís desde el mismo arco de entrada, y lo hacéis entre querubines, aposentada en una hornacina. Y ya, aquí, bajo la alta bóveda, en una de las hermosas yeserías, a las que llega la luz tamizada de azules y violetas por las vidrieras de Benito Escarpizo, no carentes, por cierto, de símbolos alusivos a vuestra santidad. Ante nosotros, en el retablo mayor, reclamáis la principal atención: en su remate, sentada y aleccionando a los sobrinos Justo y Pastor; y bajo esta escena familiar, presidiendo toda la imaginería, en espléndida talla del escultor astorgano, del siglo XVII, Lucas Fernández, como hemos dicho, felizmente restaurada. Asimismo, en las tablas incardinadas en retablo lateral, dedicadas a vuestro juicio y martirio, ingenio de Gaspar de Palencia, que trabajaba entonces, en el siglo XVI, en el policromado del gran retablo catedralicio. Con la relevancia en toda esta figuración pictórica, escultórica, vítrea, de dos símbolos: la palma martirial, y el libro para la cultura y la educación.
A través de los siglos, Santa Marta, han sido muchas las oraciones, las plegarias, y también las ofrendas de la municipalidad. En este 2020 la nuestra quiere, en primer lugar, agradecer la protección que habéis dispensado a la ciudad, en el transcurrir diario, en la entrañable convivencia que nos caracteriza, y, especialmente vuestro estímulo, a cuantos, desde el anonimato, desde el silencio, procuran remediar carencias, prodigar afectos y socorrer necesidades.
No son escasos los actuales problemas que resolver, aún más los que se pronostican como venideros, pues es la nuestra, como la de tantos territorios cercanos, una sociedad que camina al envejecimiento, a un acentuado descenso de la natalidad y a una menor actividad económica. Rogamos nos ayudéis a unir y no a disgregar, a aprovechar la ilusión, el esfuerzo, el talento que sin duda la ciudadanía detenta, para en las actuales circunstancias atajar el declive que nos acecha, la pérdida de población que nos asiste. Y, asimismo, a compartir con la vecindad la fraternidad, y el deseo de hacer más felices, en el disfrute y necesidades, a los astorganos.”