Johan que estás en el Cielo

A muchos de los astorganos que nacimos a finales de los 60, años de boom económico y natalicio, la infancia vino marcada en cuestión de mitos y héroes futbolísticos en su gran mayoría por un jugador holandés que hacía las delicias de los amantes del balompié y reclamo publicitario para las marcas comerciales -pinturas, ropa interior-. Johan Cruyff fue sin duda nuestro ejemplo a imitar en el patio de colegio, en la pradera de la Eragudina o en el alto del Chapín en Santa Clara en interminables partidos que solo eran interrumpidos por la falta de luz solar.

Los que vivimos en el casco amurallado, teníamos determinados puntos estratégicos para jugar al fútbol, a saber, el callejón del Hospicio, hoy Biblioteca municipal; la Plaza de Sanbartolo porque apenas había vehículos que transitaban, la calle sin circulación que llamábamos, entre el Restaurante Las Termas, aunque era feudo de los de Santa Marta y vivía en una casa un vecino que trabajaba de noche y por el día los balonazos hacían que saliera a la ventana en camiseta de tirantes acordándose de nuestros santos. En Blanco de Cela y Juzgados, el problema era que no había barandillas y los balones se perdían a cada poco con broncas y jaleos con los de las casas pegadas en la propia Muralla a la altura de Juego de Cañas y Plaza de los Marqueses. Un estadio que parecía de nivel era el atrio de la catedral, pero ahí ya se encargaba el bueno de Emilio el pertiguero de ponernos a raya y no dejar que campásemos a nuestras anchas. En los últimos tiempos, incluso, en una finca que ahora ocupa el edificio de Campos en la rotonda del anterior Ambulatorio hicimos algunos pinitos futbolísticos. Pero para los de San Bartolo eso era ir al confín del mundo en campo de los de Rectivía.

La única vez que en mi infancia me disfracé. No me gustan ese tipo de fiestas, qué le vamos a hacer. Fue de Johan Cruyff. Con mis ocho años me planté en el baile de disfraces infantil del Casino donde siempre acudíamos y gané un premio. Las botas de fútbol eran prestadas de mis hermanos y el nueve de la espalda, él siempre llevó el 14 salvo los cinco años culés, se me despegó con tanto tirarme por el salón con Luis Mallorquina y Dani Salvadores al ritmo de Los Mágicos y sus canciones de los Payasos de la tele.

Además de su atractivo futbolísto, Johan hizo que el Barça actual rememorase y superase al de Kubala. Por lo que mi padre, Ismael, me daba un monedón de 25 pesetas extras cada vez que su equipo ganaba -aclaremos que era de Reus, catalán y español ejerciente-. Así que yo agradecía al flaco melenudo los ingresos extras con los que comprar a Lalo, Riancho, o en el Pirulí chucherías, cromos y soldados de plástico. Al fin y al cabo, el holandés era un mercenario a mi servicio, jaja me imaginaba yo en sueños.

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Esta foto es de la Comunión de Luis Mallorquina en su casa de Castrillo. Estamos toda la tropa. Por supuesto, ganamos los blaugrana y la copa se llamaba Johan Cruyff El pelo liso y el flequillo nos delata a algunos…

Pero los años pasaban y Johan volvió a nuestras vidas, si es que se había ido, como entrenador del Barcelona FC. Decir entrenador es decir poco, por que él era el jefe. Mandaba más que el presidente Núñez, con quien nunca se llevó bien y en cuanto pudo, el empresario, se lo cargó. Eso sí, fueron ocho años de triunfos donde destaco el recuerdo de la primer Copa de Europa. El gol de Koeman…Algo que ya nada ni nadie nos podrá quitar como esos momentos felices de la vida. Del Dream Team Porque el fútbol, también es vida y felicidad, aunque cada vez menos por culpa de cuatro mangantes sin escrúpulos.descarga

Amar al fútbol, a la pelota. Cuántas cosas nos ha enseñado a todos el holandés con corazón catalán. Tengo sus dos libros y son toda una declaración de principios. Era muy mandón, muy listo y su vida era el fútbol. Sus guiños catalanes lo entendemos por la época de Transición política y por las circunstancias sociales de allí. Pero se lo podemos perdonar por los muchos Guardiolas, Iniestas, Fábregas, Celades y demás que nos ha fabricado para el resto de los años. Curiosamente de cantera de jugadores se ha pasado a cantera de entrenadores. Y, ¿por qué no decirlo? Desde Cruyff el Madrid ya no ha sido el mismo aunque haya tenido sus años buenos, pero jamás la apisonadora que siempre fue.

En mis tiempos universitarios estuve con él a pie de campo en el Sádar de Pamplona, la foto estaba preparada para el recuerdo del fan, yo, con el mito, él. Y vino un árbitro, siempre ellos, para sacarnos de allí y comenzar el encuentro. “Después”, me dijo. Y mira que tengo fotos con políticos, empresarios y demás que voy conociendo en mi vida y profesión. Pero esta se me escapó. Como la de una entrevista. Lo que yo hubiese dado por estar con Johan una mañana de charla.

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Esta semana, entre torrijas, limonadas y procesiones, se nos fue un grande del deporte. Que supongo que no a todo el mundo caería bien. Pero yo no me quedaba agusto si no le daba mi pequeño y sencillo homenaje. Gracias por tanto Cruyff