El periodista sevillano Jesús González Green visitó este viernes la Casa Panero, dentro del proyecto cultural ‘Panorama desde la Muralla’ que trae un viernes al mes a un periodista de renombre para que comparta sus experiencias. En Astorga, González Green compartió sus experiencias como corresponsal de guerra, profesión que mantuvo durante 34 de su vida y que le llevó a gran parte de África, Oriente Medio, Centroamérica y parte de Asia.
La experiencia “más fuerte” que ha vivido le pasó en el Congo. “Fui a hacer un interesante reportaje a los rebeldes, al volver, nos pilló el ejército de Mobutu que controlaban la frontera por si había que intervenir. Nos confundieron con mercenarios cubanos y nos estuvieron interrogando durante horas hasta que nos acusaron y condenaron a muerte por fusilamiento. Éramos cinco, y había un periodista de The Observer, y tratábamos de convencerles de que no éramos mercenarios cubanos y manteníamos la esperanza a base de pedirles que llamasen al embajador. En aquel momento entras en una situación desesperante, porque estás en medio de la sabana y has agotado todos los recursos”.
Jesús González Green recordó qué sintió al estar cara a cara frente a la muerte. “Se sobreponen muchos sentimientos, en principio quedas totalmente destrozado cuando aceptas que no hay nada que hacer. Aceptar la inminente muerte me dio una tranquilidad absoluta, me dieron ganas de llorar, pero me las aguanté para no perder el mínimo respeto que allí tenían. Saber que vas a morir, cuando lo aceptas, descubres que no es para tanto, todos tenemos que morir algún día”. La suerte estuvo de parte de los periodistas cuando pararon el fusilamiento por la llegada de un avión con dos leopardos que pertenecía al presidente Mobutu Sese Seko.
En la Casa Panero le preguntaron en qué guerras ha pasado miedo, “en todas”, respondió el reportero sevillano “el peligro llega cuando no sabes qué es lo que va a pasar, no hay forma de predecirlo. Ser valiente es ocultar que uno está muerto de miedo, entonces el cerebro va a unas velocidades… El pánico te nubla y no sabes lo que vas a hacer”. Jesús González Green defendió la profesión del periodista en una guerra, “hoy en día cualquier persona con un teléfono móvil puede grabar lo que está sucediendo, pero es importante que un periodista vaya y vea, desde el punto de vista europeo qué está pasando”.
Green recordó que antiguamente los corresponsales de guerra llevaban cámaras de 12 kilos y un magnetofón de 9 kilos “unidos por un cable de sincronización que se rompía cuando alguien pasaba corriendo por encima”. De igual manera, rememoró Irán en dos ocasiones. “Conocí Teherán con el shah de Persia, Reza Pahleví, mujeres y hombres vestidos a la europea, los escaparates de las tiendas ilumninados y un tráfico loco en las calles. Cuando regresé y estaba Jomeini, me encontré una ciudad apagada, oscura. Ya no había mujeres en las calles sino montañas de negro que quizá ocultaban a las mujeres. Me pareció muy interesante ese cambio de casi un siglo que se produjo en la ciudad en pocos años”, explicó.
Otro de los conflictos sobre los que habló fue precisamente, y a tenor de la actualidad, el que existe entre palestinos e israelíes. “Hacer la paz es complicado. A lo largo de 16-17 años Arafat predicaba que había que echar a los judíos, pero luego entendió que es un estado fuerte y decidió promover el entendimiento y por eso le echaron. Mahmud Abás, ascendio como líder de Palestina proclamando que había que echar a los judiós, cuando comprendió que no se puede echar a los judíos, también lo quitan. Ahora en Gaza está Hezbolá pagados por Irán, en plena revuelta con los judíos. Es imposible tratar de echar a los judiós, porque ellos luchan por quedarse, dicen que les echaron de España, de Alemania, que ahora no les van a echar de Israel. En una guerra no hay buenos ni malos, hay dos caras de la verdad y las personas defienden su modo de vida”.
“Los nacionalismos son la peor plaga del hombre, porque parten de la base de que todo lo que es diferente es peor, que si no eres de esa tierra vales menos. Eso se arregla viajando. Cuando conoces mundo te das cuenta que hay gente fantástica en otras partes del mundo y aprendes a apreciar lo que es diferente.