Isabel

Confieso que pocas veces me había causado tanto impacto una muerte como el que ha producido la violenta e inesperada muerte de Isabel Carrasco y que más de una vez han aflorado las lágrimas a los ojos. Esa imagen del cadáver de una mujer tan activa, cubierta con una tela blanca sobre la pasarela del río Bernesga es difícil de olvidar. Por eso no entiendo que haya personas tan impresentables que hayan podido alegrarse, justificando este vil asesinato. Creo que no es exagerado decir que quienes así piensan y escriben, en el fondo son tan asesinos como quien efectúa los disparos. El verdadero mal moral es el que sale del corazón.

El nombre de Isabel nos recuerda a importantes e influyentes mujeres en el mundo de la política: Isabel la Católica, Isabel II, Isabel de Hungría o Isabel de Portugal, e incluso a la reina de Inglaterra. Con sus defectos y con sus virtudes nadie le puede negar su capacidad de liderazgo, de un liderazgo ejercido incluso más allá de la muerte, pues mediáticamente será difícil de superar. Nada que ver con una muerte en la vejez, o en la cama de un hospital tras una larga o corta enfermedad. Salvadas las distancias, podemos decir que así como no sería lo mismo que J F Kennedy hubiera tenido la muerte que tuvo que si hubiera llegado a viejo, la muerte de Isabel será ya siempre inseparable de su biografía. Estoy seguro que pronto más de una calle o de una plaza, tal vez un colegio u otro organismo llevará su nombre.

Pero si esta muerte ha sido un motivo de profunda tristeza por lo que supone la pérdida de una vida humana y por el daño que ha producido a sus seres queridos, no es menos triste el ver cómo la obcecación mental y los deseos de venganza han destrozado también la vida de otra familia, la de las presuntas o confesas agresoras. La violencia no puede ser solución de nada. Pero, como acabamos de señalar, la raíz de la violencia hay que buscarla en el corazón. De ahí que es tan importante controlar nuestros sentimientos negativos, nuestros malos pensamientos y deseos.

Mucho se ha dicho y escrito estos días sobre la vida y muerte de Isabel Carrasco. También son muchos los juicios que sobre ella se han emitido. Pero el único juicio que ahora verdaderamente importa es el del Altísimo. Confiamos y deseamos que haya sido ante todo un juicio con misericordia. Descanse en paz.

 

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