Astorga vive estos días con intensidad su Semana Santa, una de las referentes en el panorama regional y que debería tener su refrendo a nivel nacional. Quizás es cuestión de pensárselo en la Junta Pro-Fomento que siempre da por supuesto que la difusión y promoción tiene que ser por cuenta del Ayuntamiento, en concreto por la Concejalía de Turismo. Y no es así.
También a nivel Cameral los negocios y economía en general de la comarca se ven beneficiados por el intenso flujo de público -a pesar de la lluvia- y deja también en manos del Consistorio, en su Concejalía de Comercio, el peso de la financiación municipal de la promoción de tan señaladas fechas. Y no es así.
El Obispado, cuyo referente es imprescindible para una Semana Santa como Dios manda -valga la redundancia- también deposita en los hombros del Ayuntamiento todo lo concerniente a la promoción de estas jornadas de marcado carácter religioso y que viene tan bien para recordar con un catecismo en imágenes sacadas a la calle la representación de la Fe mayoritaria del la ciudadanía astorgana. Y no es así.
Al final, de una forma u otra, todos miran y porfían a “papá” Ayuntamiento cuando en realidad si nos quejamos de una revitalización de la ciudad y sus comarcas tendría que venir, sugerimos desde aquí, por un cambio de mentalidad en general. Se habla y se escribe mucho sobre la capacidad comercial y visión de negocio de los antiguos maragatos, habitantes de una de las comarcas que dependen de Astorga, pero salvo contadísimas y honradas excepciones el espíritu emprendedor se ha transformado en “que me lo den hecho”.
Feliz Pascua, el editor