El inframundo que atrapa con todas sus fuerzas

Tres drogodepedientes de Castilla y León recuerdan que empezaron “por nada” y acabaron “en el pozo”, con la pérdida del empleo, los amigos, la familia y la salud
La psicóloga Nuria Herrero, y el director adjunto, Luis Iglesias, conversan con unos usuarios de la Asociación de ayuda al drogodependiente de Castilla y león (ACLAD)

Todo empezó siendo un chaval, cuando con 13 años fumaba tabaco y bebía alcohol en los botellones con los amigos. Luego, llegaron los porros y sin casi darse cuenta, se prueban “otras cosas”. No lo dice pero se refiere a la cocaína o la heroína. De ahí al abismo no media nada o casi nada como las historias de triste final, con buenos amigos que han quedado por el camino tras entrar en el mundo de las drogas, que “te engancha con todas las fuerzas”.

Alberto, al igual que Héctor o Joaquín, lo puede contar posiblemente porque “un día te das cuenta que estás solo en la vida y dices: ‘Hasta aquí hemos llegado’”. Un punto en que se dan cuenta que han perdido la familia, los hijos y los amigos. Y eso, al final, “es lo que más pesa y de lo que más me arrepiento”. Asegura que uno se olvida del trabajo perdido, del paso por la cárcel, el dinero malgastado o la salud deteriorada.

Él, al igual que otros y otras, ha decidido salir de ese inframundo y buscar ayuda en la Asociación de Ayuda al Drogodependiente (Aclad) de Castilla y León. Los tres recomiendan a los jóvenes pensar mucho antes de “dar un paso muy peligroso” y estar alerta porque coinciden en que “se empieza por nada y se acaba en el pozo”. Es entonces cuando Joaquín advierte que la sociedad banaliza el consumo de alcohol y cannabis. Y eso que sabe muy bien Aclad porque las nuevas demandas de atención por la adicción de cannabis se han disparado en los últimos años.

Si en 2010, los usuarios que solicitaban ayuda en la asociación en las provincias de Valladolid, León, Burgos y Palencia, tras haber consumido marihuana, suponían el 17,5 por ciento, el año pasado fue del 28,6 por ciento. De ser, el cuarto motivo de adicción, detrás de la cocaína, alcohol y heroína, ahora el cannabis está a la cabeza. Las nuevas demandas de atención en Aclad por esta sustancia ‘natural’ en 2015 alcanzaron a 249 personas y en lo que va de año, son 105.

El director adjunto de la Asociación de Ayuda al Drogodependiente, Luis Iglesias, repite a la Agencia Ical la idea de que el consumo de cannabis se ha banalizado debido a una baja percepción del riesgo aunque advierte que “una droga natural no tiene nada que ver con lo inocuo”. Una afirmación que cobra sentido cuando recuerda que la manipulación genética de las semillas y otros factores han multiplicado exponencialmente el THC (principal sustancia psicoactiva del cannabis) en comparación a lo que se fumaba hace unos años. Va más allá y recuerda que se ha convertido en la primera droga en traspasar la barrera del ocio. “Los porros ya no se consumen solo los fines de semana, como ocurre con el alcohol, sino que hay muchos jóvenes que los fuman a diario”, sentencia. Además, recuerda que el consumo de alcohol y cannabis va asociado a otras sustancias porque es la puerta de entrada a otras drogas.

Una droga como el cannabis no tiene edades y cada vez hay más niños y adolescentes que se enganchan a ella. Y eso pasa entre personas que no tienen el cerebro formado, lo que trae consigo importantes trastornos psicóticos entre jóvenes de 20 años. Lo corrobora la psicóloga del centro de día de Aclad en Valladolid, Nuria Herrero, quien apunta que muchos padres acuden a la asociación asustados con el comportamiento de sus hijos.

Esta profesional que lleva 24 años en la asociación declara que hay muchos adolescentes que experimentan cambios de conducta al inicio de la ESO. También habla de las secuelas físicas y psicológicas que, en algunos casos, son irrecuperables. “Hace unos meses vino una chica de 20 años con un trastorno psicótico importante del que ha salido adelante pero con daño cerebral mientras que hay otra que continúa ingresada en el área de Psiquiatría del hospital”, rubrica.

Incremento atenciones por cannabis

Ejemplos que han puesto en guardia a los técnicos de la asociación al constatar que el 56 por ciento de los nuevos demandantes de atención por cannabis el año pasado tenía entre 16 y 25 años y otro seis por ciento contaba con menos de 16 años. “La familia no puede ver como algo normal que un chico de esas edad beba alcohol en los botellones o tenga plantas de marihuana en casa”, alerta Nuria Herrero. Pero también demanda más vigilancia policial en el entorno de la fiesta para evitar el consumo de drogas aunque es consciente de la dificultad de luchar contra un negocio que mueve mucho dinero y que fomenta la adicción de todo tipo de estupefacientes a bajo precio.

La presidenta de Aclad, María Gutiérrez-Cortines, observa con preocupación el fenómeno creciente del consumo de cannabis y alcohol entre los jóvenes. Y eso que su vida debería estar libre de cualquier sobresalto después de las tremendas situaciones que ha vivido. Precisamente, el problema de la heroína que golpeó a su familia le animó a crear la asociación en 1979 en Valladolid y convertirse en la primera organización sin ánimo de lucro constituida en España para el abordaje de la drogodependencia.

Aclad se ha adaptado a cada época como el reparto de jeringuillas para evitar contagios, la desaparición de los poblados de venta de heroína y cocaína, el cambio en la vía de administración (de inyectarse a fumarse o inhalarse) o la enorme variedad de sustancias consumidas y su fácil acceso. El fin ha sido promover servicios para atender la problemática de los consumidores de droga y apostar por la prevención (Programa Exeo en espacios de ocio y fiesta o Programa Lua para evitar la transmisión de enfermedades entre personas que ejercen la prostitución).

El pozo del que hablan los usuarios del centro de día de Aclad es difícil de salir. De ello, pueden dar buena fe nuestros protagonistas con recaídas, pasos por la cárcel e intentos de suicidio, en algunos casos. Y es que reconocen que es muy fácil acceder a las drogas y quien quiera consumir no encontrará ningún problema. No en vano, los drogodependientes se caracterizan por tener escasa fuerza de voluntad y estar presos de los miedos y las inseguridades pero también por estar rodeados de malas compañías. “Tomaba drogas para evadirme porque tenía ansiedad y te vuelves agresivo”, explican a Ical. Y al final, quien lo paga es la familia que soporta esos malos comportamientos porque reconocen que han dado “mucha guerra”. De ahí a perderlo todo, hay muy poca distancia porque las oportunidades se agotan y llegan un momento en que dejan de confiar en uno.

A lo largo de la conversación surge, en numerosas ocasiones, la palabra soledad. Una soledad a la que llegaron con la droga y a la que, ahora, tanto temen. “Sentirme solo es lo peor de todo”, declaran. El apoyo de la familia es clave para salir adelante cuando has tocado fondo porque es de las pocas esperanzas a las que aferrarse. “Cuando entré en prisión, soporté ese calvario gracias al cariño de mi esposa que me apoyó en todo momento”, apunta Antonio. Eso y la ayuda que encontró en los profesionales de Aclad, a los que llama con cariño ‘brujos’.

Cambio de hábitos

El programa en el centro de día de Aclad en Valladolid contempla actividades todos los días de 9 a 14 horas con un educador, un trabajador social y un psicólogo. “Es importante el tratamiento para para cambiar de hábitos y de vida”, explican. De ahí que haya terapias, sesiones de deporte o mantenimiento y piscina.

La lucha contra la drogadicción es una carrera de fondo y prueba de ello es que algunos llevan en la asociación desde 1998. En ese tiempo ha habido recaídas aunque el director adjunto de Aclad explica que la recaída forma parte del proceso de recuperación y matiza que “no se empieza de cero” porque hay mucho trabajo realizado. Un trabajo que requiere de fondos sobre todo en una entidad que depende en más de un 90 por ciento de las subvenciones, sobre todo del Plan Regional de Drogas de la Junta, aunque también hay apoyos de ayuntamientos y diputaciones.

La crisis ha reducido las subvenciones de la administración regional un 25 por ciento desde 2009, lo que ha traído consigo que el presupuesto de Aclad haya caído cerca de un 20 por ciento y ha obligado a cerrar la Casa de Acogida en León para enfermos de VIH, cesar la actividad en Salamanca, prescindir de los servicios de asesoramiento jurídico, concluir la atención en el Centro de Emergencia Social (CES) en Burgos y Palencia y de los centros de día de León y Palencia. Y es que todos la ayuda que se presta a los drogodependientes es gratuita Al menos, continúa abierta –no sin dificultades y con la ayuda de las Hijas de la Caridad- la Casa de Acogida en Valladolid, que atiende a una decena de enfermos terminales de sida.

A modo de conclusión, Héctor lanza un mensaje a la juventud al comentar que hay otra manera de diversión, más allá de consumir drogas. Una diversión que él y otros como él no llegaron a conocer por los destinos de la vida.

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