A veces es mejor tomárselo con flema británica. Lo de estos chicos de la izquierda desunida y radical no tiene desperdicio. Luego atacarán a los mensajeros, a los disidentes y hasta les harán lo indecible con sus kamaradas en redes sociales, funcionarios locales afines a su causa -algún día revelaremos vergüenzas- o en su Pravda particular. Pero vayamos al caso, que es de traca.
El fin de semana pasado se celebró en Astorga diversos actos del colectivo LGTB y el “sesudo líder” pensó que era un buen momento para ganar espacio en los medios, montar el número, hacerse la víctima y demás fanfarria como viene siendo habitual en su política de oposición que no aporta nada, absolutamente nada para la ciudad. Viven por para la propaganda de manual bolchevique ajado que guarda bajo la almohada. En días previos, el alcalde de Astorga, Arsenio García, había elaborado un dictamen de Alcaldía en el que se prohíbe el uso de banderas y elementos no oficiales en la fachada del palacio consistorial y otros edificios públicos.
Aún a sabiendas, como críos que son pero con muy mala leche, jugando a hacer política -que no lo es- colocaron una bandera multicolor en su despacho. Y sabiendo que incumplían la ley se aseguraron de hurtar, otros dicen robar, las llaves, incluso la copia que todo grupo político deja en el casillero de recepción del Ayuntamiento. ¿Un incendio? ¿Una fuga de agua? ¿Cualquier contingencia? En eso no se piensa. El caso es su forma de hacer política que deja bastante que desear.
En el PP, como son maricomplejines. Todo por el libro. El PAL quería contundencia. El alcalde se puso en contacto telefónico con la portavoz socialista, Victorina Alonso, recordándole la ley. Victorina, sabia, acató el retirar la bandera de su despacho, pero al día siguiente, lógicamente, protestó y explicó atacando la medida. Oposición de libro, responsable, en su papel y sabiendo estar y hacer.
El portavoz comunista, Jáñez, además de no coger el teléfono. Al insistir el alcalde no le quedó más remedio. ¿Estaría nervioso por la gamberrada? Dijo que sí la quitaban pero a cambio le dejasen todas las tardes ir al Ayuntamiento. Se le recordó que pueden hacer uso casi 24 horas en otros edificios y que en la Casona no hay personal, salvo el de limpieza por las tardes que garantice el uso y seguridad. Como que si quieres arroz Catalina. Él, desde la distancia valiente del teléfono, se negó a retirar la susodicha bandera. Eso sí, acto seguido publicaba en redes sociales, sólo como cacofonías de adláteres y su periódico, su versión de adalid contra el fascismo y los homófobos, etc.
El PP-PAL prefirió dejar las cosas como estaban y ante tener una parte del Ayuntamiento inaccesible, por seguridad y buen funcionamiento se cambió de cerradura y se les dejó en el casillero correspondiente. Eso sí, sin tocar nada jamás. La bandera ondeó como la norteamericana en Iwo Jima, todo el tiempo que se quiso. Victoria para los radicales, nada para la mayoría de los astorganos que han pasado de toda esta ¿polémica? artificial.
Y como no lograba el lío mediático salvo en la clá de los cuatro seguidores radicales la bombilla maléfica volvió a lucir en el kamarada líder: pongamos una denuncia en Comisaría. Y allí fueron haciéndose los buenines argumentando que no podían entrar en su despacho -recordemos- se llevaron las llaves de su sitio habitual y tenían las copias allí. El Comisario formalmente escuchó y….poco más.
El secretario del Ayuntamiento y los servicios jurídicos externos, ratificaron al alcalde la acción correcta y legal de su orden. El teniente de alcalde, alcalde en funciones, Pablo Peyuca, conminó a Kamarada líder al despacho de Alcaldía. Allí acudió con la sonrisa profiden de sus bis a bis, intentando contar una historia interminable de héroes y villanos. El teniente de alcalde le comunicó que tenían las llaves a su disposición desde el primer día que no habían querido recoger y se les recordó su acción, que no denunciaron por “ser el alcalde un hombre de paz”. Al rato vuelta a sus redes sociales y comunicado triunfalista sobre que ya habían reconquistado su despacho, el cual nunca fue tomado por nada ni nadie. El quid era ocupar espacio en medios y seguir el papel de víctimas mortificadas por la causa proletaria. Un descojono, en definitiva (perdón por la licencia expresiva). Ah, y el colectivo LGTB agradeciendo la colaboración municipal en medios y dispositivos para sus actos que no se llevaban a cabo con anteriores gobiernos de supuestas izquierdas.