Iglesias bufa

“Se la bufa” dice el diputado en el Congreso al presidente del Gobierno. “Se la pela” insiste el diputado en el Congreso al presidente, con sonrisa de chaval provocador y poca convicción, escrutando de reojo aprobaciones, sabiendo que la vara del profe no habrá de aparecer, que de contrario ni sus luengos cabellos expondría más allá de la frontera del pupitre.

Más tarde y fuera del Congreso el diputado confunde acto y potencia sublimando su mogote a la altura de Quevedo –el diputado Iglesias dice en la tele que emulaba a Quevedo “empujando” a Góngora al infierno, o sea al presidente, eso sí, con sonrisa de chaval provocador y poca convicción–, y se queda tan a gusto, que para eso es brillante profesor y eso mola que no veas y además le pone un montón, que ya se lo dijo al Risto, que tiene el tugurio complutense tan regado de hormonas que a su equipo de fielas y fieles le cuesta rebajarle los ardores, que ya se lo dijo al Risto en su sofá y el que no lo viera puede verlo en internet, que para eso está faltaría menos.

A diferencia de lo que ocurría en las Cortes republicanas –las españolas de los años treinta–, donde las intervenciones de algunos diputados sí ponían los pelos de punta y acercaban las manos a las fundas de las pistolas de sus señorías, las intervenciones de algunos diputados de nuestro Congreso del siglo XXI no pasan de ser bufonadas, o todo lo más bufidos, entendiendo lo uno y lo otro cualidades inseparables si bien la primera escasa de inteligencia y la segunda sobrada de ira y de rencor.

Iglesias bufa, sí, y hace bien en bufar, que de otro modo podría confundir al personal demostrando que es posible en España pasar de la fantasía adolescente a la revolución “por las rastas”, eso sí, con mucha “intelligentsia” universitaria, judicial, militar, funcionarial de toda índole que ya sabemos todos que la funcionarial es la clase oprimida de esta España nuestra, pobrecitos ellos, no todos claro pero sí muchos de esos cinco millones de razones del señor Iglesias y los suyos, que con sus prebendas del sistema y con sus tiempos al pairo laboral nos van a redimir a todos los demás, ¡qué suerte tenemos o vamos a tener a poco que se descuiden algunos! eso sí, también, a base de rebufos que no hay más argumentos.

Pero haya paz, señores, en nuestros corazones: aquí ni pasa ni pasará nada pase lo que pase, que ya somos mayorcitos y todo nos va bien manden unos o manden otros, como demuestra el mapa político del año del Señor de 2017, y que así sea y siga siendo. Que podamos bufar o quejarnos de los bufidos y que en ambos casos conservemos el gañote, garguero o gaznate intacto, como lo conservaron Quevedo y Góngora a pesar de su apasionado cacareo, que por cierto les llevó a la gloria entre otros merecimientos que ya quisiéramos, diputado Iglesias, otros alcanzar a pesar del emule de usted, fuera de lugar.

 

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