La pasta gansa que ha tenido que costar el “3NACIONES”. Algún despistado pensará que me refiero a un torneo internacional de rugby. Nada de eso. En Astorga, el pasado puente del Pilar, se celebró la mayor recreación histórica en Europa de 2018. A tierras maragatas llegaron estandartes, cañones, soldados, generales a caballo, algún marqués, 1.500 clicks de “Playmobil” y hasta el mismísimo Napoleón. ¡Toma ya! Se esperaba un lleno absoluto aumentando si cabe (casi no), la concurrencia consolidada año tras año de amigos de las “Pilis” y enemigos de lo cotidiano. A mi modo de ver, hubiera sido mejor programar el acontecimiento en otro soso fin de semana, sin temor a que el rigor de la memoria histórica pusiera reparo. Pero, efectivamente: Astorga “se petó”. Y, efectivamente: las arcas municipales tuvieron que resentirse. No pasa nada, el turismo es parte de nuestro motor económico y contento el comercio… ¡mueran los franceses! Además, de ciudadano de bien es conocer y honrar la memoria de tu ciudad, la Historia de tu nación y de la humanidad entera, pero la Historia es tan cruel… Como apuntó Trapiello en su “Cornada de lobo”: “…una vergüenza histórica que nos haría llorar si nos paráramos a pensarlo o leyéramos la historia cierta y no el teatrillo o la leyenda con que cada cual infla su ombligo para sacar pecho de lata”. En fin, que la Historia es un mar de sangre y por eso a mí las recreaciones de guerras, ni de mentira. Aun así, pese a que no me gusta todo este tinglado ni lo entiendo, lo respeto. Es más, me atrevo aquí a tirar —al aire y sin apuntar— un par de salvas de aprobación. No es cambio de chaqueta, es que no nos queda otra. Modificando la tónica de los últimos tiempos, Astorga, ofreció una buena imagen con una repercusión mediática excelente. Poco duró la alegría, a los dos días ya estábamos otra vez en los telediarios por otro tema de abuso sexual execrable…
Otro hecho significativo este año ha sido el “Gaudí World Congress”. ¡Jodó!, la pronunciación en inglés suena rimbombante ‘de collons’. No obstante, apuesto a que el respetado arquitecto catalán, se siente orgulloso en el cielo mientras sigue en su afán de modernizarlo (difícil tarea). Seguro que de nuevo aquí, el consistorio ha dejado encima de una mesa gaudiniana unas cuantas monedas de plata. “Pos vale, pos bien, pos estupendo”, también lo compro. Igual que compro el I Triatlón el Camino, la I Concentración de Tuning, el I Rally de Tierra, (que sí, hombre sí) o el regreso de la Feria del libro, y, por supuesto, todos los eventos conocidos que se programan a lo largo del año y que no hace falta enumerar. Como apunté antes, “es que no nos queda otra”. No hay multinacionales salvadoras. Somos nosotros mismos, los ciudadanos, los que tenemos que seguir haciendo magia: sacar un conejo del sombrero de Pedro Mato, convertir la Ergástula en el túnel del tiempo, pedir la Compostela para el Caminante de Sendo o conseguir que de las hiedras de la muralla, a falta de limpieza, broten rosas. El Ayuntamiento, por tanto, tiene la obligación de poner pasta en ayuda de cualquier iniciativa —nos guste o no— que arribe feligreses a nuestras parroquias. Bueno, cualquier iniciativa no. Recuerdo en mis tiempos de concejal que un penitente me pedía “Caravana de Mujeres”, que él quería casarse y no había forma. Bromas aparte, no todo vale, pero sí que hay carencias que deben subsanarse. Por ejemplo, los movimientos artísticos locales parecen anclados en un minimalismo extremo. Se echa en falta un evento tecnológico, videojuegos: “GamesAstor2020” (los jóvenes no están en pausa, también juegan). Y, siguiendo con el recuerdo… ¿Qué tal un festival de música? Me daría igual el estilo: indie, rock, folk, jazz, country o heavy metal. Somos muchos los que necesitamos música en directo de grupos punteros y que Astorga se pete otro fin de semana. Que vengan los primos de Huelva, el niño de Elche, los tíos de Baracaldo, las supremas de Móstoles y el canijo de Jerez, que vengan… Decía un reputado tuitero: “hoy en día en España, hay más ferias medievales que en toda la Edad Media”. (Por algo será…). Con los festivales pasa lo mismo. En 2017 hubo 851 que batieron récord de asistencia. De los macro festivales ya ni hablamos… que alguien pregunte a un arandino o a una burrianense. Lo que está muy claro, es que la ciudad que no ofrece este servicio se queda atrás. Y es una pena, teniendo Astorga una salud musical tan envidiable: Conservatorio, Escuela y Curso de Música, Banda Municipal, Banda Filial, Música Tradicional, Bandas de Cornetas, Corales, Charangas y los numerosos grupos y solistas que no cesan en su empeño de seguir dando la nota. Ah, y algún local que apuesta por la música en vivo y gratis; con grupos venidos desde la capital de Alemania y más allá y que te dejan a cuadros.
Comienzo este postrero párrafo, después de haber pulsado por última vez en el teclado el Enter o el Intro —como ustedes quieran— pidiendo un deseo. Que los astros se alineen formando pentagrama y que Santa Cecilia aporte un acorde de cordura a quién corresponda en la Casona, para que este frustrado músico, abra una mañana estival de 2019 su pequeño comercio cansado como un soldado —sarna con gusto no pica—, por haber disfrutado la víspera deI (ejem) I FESTIVAL 30CANCIONES Ciudad de Astorga.
César Núñez
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