En El Bierzo florecen los festivales del botillo, como las flores en primavera. Este célebre y apreciado producto de nuestra gastronomía, se convierte invierno tras invierno en protagonista indiscutible de numerosas cenas y comidas. Hace no muchos días tuvo lugar la de mi pueblo, Castropodame y los organizadores del evento tuvieron a bien elegirme como mantenedor; lo que acepté con sumo agrado porque lo hicieron para premiar mi labor en favor del pueblo. Yo entiendo que lo único que hago, (como muchos otros), es cumplir con mi deber; pero en fin vamos al grano.
El tema es que a tal efecto preparé con esmero un discurso que como corresponde debía pronunciar justo antes de empezar la comida. Los discursos se preparan siempre para que el orador se luzca; pero como voy siendo “perro viejo” en estas y otras lides; pronto comprendí que no debía “enrollarme” mucho. Cuando el personal está con los dientes afilados pensando en cepillarse un sabroso manjar como el botillo; la mente no está para mucho mas. Hice pues caso a las recomendaciones de personas de mi entorno inmediato, entre ellas mi mujer y coloqué sobre el plato mi reloj justo antes de empezar a hablar. Con un ojo estaba atento a la marcha del paso de los minutos, con otro al papel en el que llevé anotado lo que quería decir y al mismo tiempo tratando de ver y oír la reacción del personal ante lo que yo estaba diciendo. Si a ello añadimos que ya necesito gafas para ver de cerca, tenemos el escenario perfecto para lo que se llama “tocar las campanas y estar en la procesión”. El resultado fue que aunque a muchos de los comensales les debió sin duda gustar el discurso, (sobre todo por breve), a mi no. No es la primera vez que me ocurre algo así;…..pero por suerte puedo disponer de este medio para desquitarme y exponer aquí de modo ordenado uno serie de datos que en su momento no fue posible.
CIENCIA E HISTORIA
Dejando a un lado las palabras protocolarias y también las alusiones al deber que los “pueblerinos” tenemos para con nuestros pueblos, me intenté centrar en la parte segunda del discurso en dos asuntos que están en directa consonancia con los artículos que escribo en “Bierzo Digital”: la Ciencia en general y la Historia en particular, todo ello con reiteradas alusiones a su relación con Castropodame.
La Ciencia también tiene su interés para resolver múltiples necesidades de nuestros pequeños pueblos. Por ejemplo el cálculo de la probabilidad de que un arroyo que cruza el núcleo habitado se desborde o la estabilidad de edificios históricos de una localidad. Hay lógicamente muchos otros ámbitos donde la Ciencia es necesaria, desde el simple acondicionamiento de una calle a la medida de los montes o fincas de dominio público.
Por otra parte el conocimiento científico es una excelente manera de ver la realidad de nuestro mundo desde lo mas pequeño (átomos, electrones, protones,…); hasta lo mas grande (estrellas y galaxias). Muchas personas viajan precisamente para conocer el Mundo porque es una forma de disfrutar de la vida. Pues bien la Ciencia nos proporciona amplísimas visiones del mundo sin movernos de nuestro hogar.
Ahora bien la realidad que nos rodea se puede conocer a través del espacio y también a través del tiempo, lo que nos lleva a mirar al pasado. Yo hace ya muchos años (en 1993), que publiqué un extenso libro (que podría ampliar actualmente mucho mas), sobre la historia de mi pueblo. Creo que fue una buena labor entre otras razones porque ya entonces pensaba (y el tiempo me ha dado la razón) que con el paso de los años todos los pueblos desearían tener algún libro para recoger su pasado. Las actuales circunstancias sociales (aumento generalizado de la cultura en la sociedad y otras), propician tal tarea que durante siglos fue algo impensable dadas las duras condiciones de vida y las enormes dificultades de acceso al conocimiento. Pero es una labor que requiere tiempo, en realidad años de lenta y continuada investigación en archivos para buscar datos bien documentados en vez de acudir a los dimes y diretes de la siempre imprecisa y a menudo equivocada tradición oral.
La investigación de la historia local a menudo nos facilita datos referentes a la repercusión en nuestros pequeños y olvidados pueblos de acontecimientos (Guerra de Sucesión Española por ejemplo),que si se han recogidos desde hace tiempo en los libros de historia de los centros de enseñanza. Precisamente mi anterior artículo en “Bierzo Digital”; fue un ejemplo de estos casos.
Por ultimo quise explicar como la Geología prolonga el “viaje a través del tiempo”; mucho mas allá del corto alcance de la Historia, que al fin y al cabo sólo se ocupa del tiempo posterior a la aparición de la escritura. Esto me daba pie para hablar un poco de la estructura geológica y la distribución de esfuerzos tectónicos a los que está sometido el entorno del pueblo y El Bierzo en general, cuyos efectos no obstante sólo se hacen perceptibles en períodos de tiempo mucho mas dilatados que la efímera vida humana. Por este motivo – concluí- aunque a muy largo plazo es previsible que el pueblo desaparezca sucumbiendo al empuje tectónico al que está sometido el monte en cuya ladera se asienta ,habría tiempo suficiente, para disfrutar del estupendo botillo y otros manjares que los comensales estaban esperando. Así fue en efecto.
Expuse o pensaba exponer además otras ideas que no obstante, entiendo que no vienen al caso en este artículo y por ello termino ahora diciendo que aunque no siempre resulta sencillo; es preciso intentar conciliar y armonizar la gastronomía con el conocimiento racional y científico de nuestro mundo.
Bembibre, 17 de marzo de 2016
Rogelio Meléndez Tercero