Los iconos perviven en la memoria. Sirven para arengar a las masas, para creer en tiempos difíciles. Agarrarse a las sensaciones, a las emociones. Mitifican lo mundano. Aunque la realidad, al final, se distancie del símbolo. La génesis de un cantar de gesta. Pero Mencía López Becerra de Solé y de Casanova (29 años), heredera directa del héroe de los nacionalistas catalanes, no está dispuesta a que se tergiverse la historia de su familia: “Rafael de Casanova era un patriota”.
A un día de la fiesta grande del nacionalismo en Cataluña, la última Diada antes de que se celebre el referéndum del 1-O, los Casanova observan atónitos la situación que se vive en la Barcelona que les vio nacer. Una movilización “masiva” según espera el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, quien acudirá a la manifestación central en Barcelona en respuesta a la “ola de amenazas” por parte del Estado.
Esta es la deriva que está tomando el órdago independentista. “Por Dios, por España y por el Rey”. Tres palabras, tres juras que encerraban la verdad de Rafael de Casanova. Cerraba así todos y cada uno de sus escritos el conseller en cap de Barcelona -la máxima autoridad de entonces- durante la Guerra de Sucesión que culminó con la instauración de los Borbones en España. “Sucesión, no secesión”, comenta Mencía a EL ESPAÑOL con cierta ironía.
El último conseller en cap de Barcelona
Rafael de Casanova fue el jurista barcelonés que se negó a rendir la ciudad ante las fuerzas borbónicas en los últimos instantes de esta contienda, en el verano de 1714. El general del rey Felipe V de Borbón ofreció una serie de condiciones para entrar en Barcelona a cambio de no derramar ni una gota de sangre. Sin embargo, el último conseller en cap que tuvo la capital catalana lo rechazó una y otra vez, aun cuando se veía que era inevitable. Casanova no cejó en su empeño.
Casanova era partidario de que tras la muerte de Carlos II el trono fuera ocupado por el candidato de los Austria, el Archiduque Carlos. “Principalmente porque él era muy tradicionalista y los Borbones traían aires de modernidad”. Sin embargo, el Archiduque dejó sus ambiciones en España y abandonó a los catalanes en cuanto murió su hermano y se convirtió en emperador. El resto de la historia es por todos conocida: el día 11 de septiembre las tropas borbónicas entraron en Barcelona y arrasaron con todo. Finalmente, la ciudad se rindió.Pero no lo firmó Rafael de Casanova. Antes que ceder, prefirió delegar en otro consejero.
Los nacionalistas catalanes tienen a Casanova como símbolo: cada Diada las autoridades políticas llevan flores a la estatua erigida a su imagen en la Ronda de Sant Pere, un enclave muy próximo al Arco del Triunfo de la Ciudad Condal y a menos de un kilómetro de Plaza Cataluña y Paseo de Gracia. La zona cero del independentismo. Justo en su semana clave.
“Han malinterpretado la historia”, zanja Mencía. “Es como si desde Greenpeace adoraran al cazador más feroz”. Es algo en lo que coincide su madre, Pilar Paloma de Casanova y Barón, duquesa de Maqueda y marquesa de Astorga. “El independentismo se ha aprovechado de su figura. Es una de tantas mentiras. En nuestra familia estamos muy asombrados, porque la historia que difunden es en gran parte inventada”. Porque en casa de los Casanova lo ven “ridículo”. Su antepasado “era catalanista al máximo porque no entendía la catalanidad sin la españolidad. Cataluña es parte de España, por eso él era españolista”.
Cada 11 de septiembre, la sorpresa inunda a los Casanova. “Al final lo ves como algo cómico, te lo tomas casi como a risa. Exaltan a su antiideal”, indica Mencía. Su madre fecha el inicio de la peregrinación nacionalista a la estatua alconseller en cap en el tardofranquismo. “Unos pocos independentistas, cuatro gatos, iban a ponerle flores a una estatua que llevaba allí desde la Exposición Universal de 1888. En casa nos reíamos y mi padre siempre decía si no sabían que Rafael de Casanova no podía ser más tradicionalista, más monárquico y más de derechas. Se han inventado la Diada”, relata la duquesa de Maqueda.
Las identidades catalana y española se funden en una sola en la sangre Casanova. “En la familia somos catalanes por los cuatro costados. Yo soy nacida en Madrid, pero de corazón me considero catalana”, confiesa Pilar Paloma. No es la única: su hermano, reside en Barcelona y las calles de la ciudad fueron el escenario de la infancia y juventud de ambos.
El interrogante para sus descendientes es en qué momento cambió el relato. Cuándo se interpretaron los hechos con un resultado erróneo, a su juicio. “Es raro que sea así”, se sincera Mencía. Porque en casa siempre han sabido la verdad, aunque ellas proceden del hermano mayor del conseller en cap. Las Casanova están preocupadas por el mes de vértigo que se está viviendo en Cataluña. “Todos tenemos que poner nuestro granito de arena por España, más ahora con la situación que se está viviendo”.
Estaría por ver qué pensaría Rafael de Casanova cada Diada si levantara la cabeza. Este lunes, decenas de miles de personas llenarán las calles del centro de Barcelona. En 2016, 815.000 manifestantes celebraron el día catalán, frente al 1,4 millones de personas que lo hicieron en el 2015, año de récord. Por eso, la marcha de este lunes será clave para demostrar el apoyo ciudadano al referéndum, pese a su suspensión cautelar por parte del Tribunal Constitucional.
La manifestación tendrá lugar cinco días después de que el Parlament aprobara la ley del referéndum y firmara el decreto de convocatoria. Trescientos años más tarde de que Rafael de Casanova no lo hiciera. Trescientos años después de que cambiara el relato. Pero ahora qué sucederá con Casanova después del 1-O ya no importa tanto.
Marta Espartero @martaespartero en El Español