Hay vida más allá del juicio

 

Más allá de la torre románica de San Isidoro, cuya sombra cobija al edificio de la Audiencia Provincial de León, hay  vida. Al otro lado de la muralla medieval, los cuatro grandes partidos políticos de ámbito nacional se empeñan en hacer cada vez más difícil un acuerdo para cerrar un gobierno en Madrid. Sus líderes, jóvenes e impetuosos, excepto el dontancredo de Rajoy, creen que tienen toda la vida por delante y que hay tiempo para jugar. Y no se dan cuenta que eso mismo creyó la asesinada Isabel Carrasco, la mujer más poderosa de la política leonesa, quien gobernaba con demostrado autoritarismo, creyendo que su poder era para siempre. No fue así. Dos mujeres agraviadas, cegadas por el odio, junto a  una amiga deciden hacer justicia por su propia mano y se vengan. Y el poder de Carrasco desaparece de repente en lo más alto de una pasarela que salva el  cauce de un río provinciano en una tarde de un mes de mayo. ¿Para qué tanto poder? Al final, nadie sabe cuál, cómo y dónde será su final.

En Madrid, Los Sánchez, Iglesias y Riveras, al que se añade un desgastado Rajoy, mueven sus fichas en juegos de astucias y de picardía. Juegan a ver quién engaña a quien, creyendo que el vencedor gobernará sin problemas. Qué ilusión. Después vendrá lo más difícil. Es decir, gobernar en minoría, con un pacto a dos o a tres o lo que sea de intereses antagónicos. El reto es inmenso. Hasta ahora ni PP, PSOE, Podemos o Ciudadanos están haciendo alarde de la altura de miras necesarias para anteponer el interés general al particular de cada partido. Todos quieren avergonzar al contrario, conseguir la victoria que han obtenido en las urnas y, de paso  y, si es posible exhibir la cabeza del contrario en lo más alto de una pica colocada, con permiso del abad de San Isidoro, junto al gallo califal en lo más alto de su torre.

Menos mal que a raíz del suelo, los ayuntamientos, diputaciones y autonomías gobiernan y mantienen la actividad del Estado. Esos mismos partidos que son incapaces de llegar a acuerdos en Madrid ponen las bases para aprobar los presupuestos municipales de ciudades importantes y rechazar mociones de censuras, como las de Santa Marina del Rey, presentada por meros intereses personales y en contra de la inmensa mayoría del pueblo. Hay veces que los grandes partidos son capaces de actuar según las demandas de los ciudadanos. Y ahora, los votantes, como en León o Ponferrada, exigen diálogo, negociación y consenso.

Las encuestas electorales de este fin de semana aseguran que la repetición de elecciones a nivel nacional volvería a repetir el mismo mapa actual, escaño abajo o arriba, para los grandes partidos. El mapa sería prácticamente el mismo o parecido; es decir, también serían necesarios los acuerdos y pactos para gobernar.

Hay países como Bélgica, Holanda o Italia que han demostrado en varias ocasiones que pueden funcionar  con un gobierno en funciones durante meses. Aquí en España, la diferencia es Cataluña. Hay que coser Cataluña al resto de España con urgencia, por eso los grandes partidos deben ponerse de acuerdo para gobernar en Madrid.

Pero para eso hace falta que alguien abra la verdadera negociación, es decir que se pongan encima de las mesas propuestas concretas. No basta con el tú más. Hacen falta debates sobre propuestas para llegar a acuerdos. Hay que hacer realidad el programa, programa, programa de Anguita en vez de empecinase en líneas rojas de nombres y demandas. No es tiempo de vetos sino de hablar y negociar sobre todo, absolutamente sobre todo. Hay tanto por hacer.

 

 

 

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