“Hay dos errores iguales y opuestos, no creer en la existencia del Diablo o creer y sentir un excesivo interés en él”

El maragato Juan José Gallego es desde hace nueve años el exorcista de la Diócesis de Barcelona. "El Demonio existe y actúa, no hay dos casos iguales", nos dice sobre sus experiencias, que narra en esta entrevista a DA
El padre Juan José Gallego en su casa de Castrillo de los Polvazares

Violeta R. Oria / Alejandro J. García Nistal A simple vista es una persona mayor más. Bueno, todo un hombretón por su tamaño físico. Vestido de manera informal, Juan José Gallego nos recibe en el fresco patio de su casa maragata familiar, donde pasa los veranos. Afuera el infierno del sol de agosto; adentro, paz y tranquilidad tras las gruesas paredes de piedra. Gallego es doctor en Teología por la Universidad de Santo Tomás de Aquino de Roma y licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Barcelona, superior de los Dominicos durante un tiempo, profesor universitario jubilado y… exorcista oficial de la diócesis de Barcelona.

Pregunta. Padre, ¿el Demonio existe? ¿Anula y posee a las personas? Cuesta creerlo.

Respuesta. Claro que sí. Y sobre su influencia, yo hablo de mi experiencia, de mis vivencias, de lo que he visto.

P. ¿Y cómo llegó a este oficio tan… especial?

R. Yo venía de Valencia, de la Comunidad de Dominicos, el superior de mi Orden era también el exorcista de la diócesis de Barcelona.  Fue a despedirse del cardenal. Yo fui con él a saludarle porque llegaba de superior a sustituirle. Fue entonces cuando el cardenal me propuso para el cargo. Yo le respondí que yo de eso no sabía, él insistió y, tras unos instantes de duda y cierta perplejidad, acepté… Les confieso que cuando salí de allí veía demonios por todas partes…(gesticula) Entonces me hice una reflexión: “tú crees en lo que haces, ¿verdad? sí, me dije, y eso me dio una paz enorme… Llevo ya 9 años. Se renueva el cargo cada 3 años y estoy a punto de finalizar mi tercer mandato”.

La luz y las tinieblas

Encontramos en los textos de las Sagradas Escrituras media docena de referencias expresas a la presencia del Demonio, del Diablo, de Satán, de Lucifer… En la narración de las tentaciones a las que el propio Jesús tuvo que vencer, en la sanación de varios personajes de los Evangelios de los que Cristo “echó al Demonio”; en los relatos de la tentación a Adán y Eva del Génesis… Para hablar del Demonio, de exorcismos, hay que ser serios. “Si es para burlas o como si hablásemos de curanderos o cosas así no quedaría con ustedes. Siempre lo advierto”, explica el padre. La Luz de Dios o las Tinieblas del Infierno donde reina el Príncipe del Mal, son pensamientos abstractos que en el mundo tangible de hoy, tan racionalista, cuesta entender. Sin embargo, para los católicos, lo mismo que hay Bien, hay Mal. Es el reverso de una moneda. “La parte negativa y pervertida de un todo que en principio era puro y bueno”.

P.  ¿Cómo se trata con personas que se sienten ‘endemoniadas’?

R. Yo fui profesor universitario en Valencia hace 20 años abordando temas de la filosofía antigua, mítica, tenía por lo tanto formación, pero no experiencia. Y aprendes cuando empiezas a trabajar, a reunir información, pero sobre todo con la práctica. No todo sacerdote está preparado.  Te llega una mujer al despacho y te cuenta que tiene presencias al lado de la cama, que toca y no hay nada. Así noche tras noche hasta que se desespera, se intenta suicidar… Son personas que ven cosas raras, sus sentidos perciben cosas inexplicables… y tú no lo ves, pero debes fiarte de esa gente. Eso sí, debo aclarar que más de la mitad de los que acuden a mí son personas con enfermedades o problemas de salud mentales.

El catecismo de la iglesia dice claramente que hay que distinguir entre la enfermedad y lo que es la influencia demoníaca o posesión. Yo certeza total no la puedo tener. A la gente la recibo. Lo primero que me dicen es que quieren mi ayuda. Si veo que hay cosas raras les pido que traigan un certificado del psiquiatra de que no tienen una enfermedad que pueda dar lugar a esos síntomas.

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P. Entonces, en esos casos que no se descartan por temas psiquiátricos, ¿se puede hablar de influencias demoniacas o de posesión?

R. Sí. En la la mayor parte de los no descartados por enfermedad. Pero ojo, esto no quita que se rece con alguien enfermo -que sea creyente y así lo quiera, yo no obligo a nadie- si eso le alivia. Con ello no se hace ningún daño y si le consuela o tranquiliza, mejor. Pero como digo, casi todos los casos en los que no hay enfermedad mental sí existen influencias demoniacas. Las posesiones son muy raras, yo solo he visto tres o cuatro casos que podrían haberlo sido. El Diablo anula la voluntad. La mayoría de las veces las personas que vienen a verme viven en un constante sufrimiento interno por esa lucha que soportan. Recuerdo el caso de una mujer joven que había abortado años atrás y tenía un remordimiento tal y un reproche tan grande a su familia que manifestaba un odio tremendo a los padres. Aquello había degenerado en una especie de obsesión verdaderamente terrible, aunque había ‘algo’ mas…  Ves a señoras educadísimas vomitando, blasfemando: “¡La Virgen es una puta!”… Un muchacho al que por la noche el demonio le quemaba la camisa y me decía lo que le proponían los demonios: “Si haces un pacto con nosotros, no te va a pasar nada más de lo que te está pasando”.

P. ¿Existen unas pautas, unos criterios comunes para establecer si hay o no influencias o posesión?

R- Para mi el demonio existe y actúa, no hay dos casos parecidos. Cada persona es distinta y reacciona de una forma. El demonio no tiene una sola cara o forma. Es visible o invisible, puede ser silencioso o emitir sonidos, presenta caras para engañar, para convencer e incluso para hacer sufrir.

P. ¿Ha grabado usted algún exorcismo?

Yo no dejo a nadie entrar a los exorcismos; grabar, menos. Incluso cuando me pongo en contacto con las personas que trato, cuando las llama mi secretaria, si ellos no están, no dice de parte de quién. Y si nos llaman al despacho ella toma nota y se asegura previamente si es esa persona y no otra -que nadie se haga pasar por interesado, ni siquiera un familiar-.

Y es que el padre José Antonio Fortea -afirma en relación a un mediático exorcista- ha hecho cosas que yo creo, con todo el respeto del mundo, que no se deben hacer, como dejar grabar a una muchacha en trance,  exponerla a todo el mundo… no hay derecho, eso es denigrar a la persona. Yo lo más que permito es que si la persona objeto del exorcismo quiere entrar acompañada de otra, de acuerdo. Si dice que no, no entra, aunque sea un familiar. No guardo fichas de nadie, todo está en mi cabeza. Y por esto la gente se fía de mí. Es lo mismo que con los periodistas. Al principio pedía permiso a la Delegación de Medios para hacer manifestaciones a la prensa, pero se ve que confían en mí porque nunca  me han dicho nada, nunca me han reprochado nada. Eso sí, siempre entiendo que debo ser prudente y respetuoso.

Señales

Por los casos que van salpicando nuestra conversación, se van repitiendo algunas de las características que explica la Iglesia como síntomas de presencia del Maligno. Encontramos en los textos oficiales del Ritual Romano las siguiente: fuerza desproporcionada al tamaño o constitución de la persona, hablar en lenguas desconocidas para el sujeto, el desdoblamiento de tono de hombre y mujer a la vez con voces cavernosas, dotes de premonición o de saber cosas y aspectos lejanos o de las personas que no conoce, capacidad de adoptar con el cuerpo posturas y gestos inauditos, repulsión a figuras y símbolos religiosos, quemazones al salpicarse con agua bendita…

P.¿Padre, qué es un exorcismo?

R-El exorcismo es un acto religioso, si viene a verme una persona que no tiene Fe pues ya le digo, “vete a otro sitio, yo no soy un curandero”. En el exorcismo haces lo que puedes, hay que tener una humildad enorme, hay  personas que mejoran y otras que no. Y por supuesto no cobro nada. Hay gente por ahí que se está aprovechando de los demás, curanderos, falsos médiums, santeros, videntes, etcétera. En el fondo, un exorcismo es rezar, instar a que el mal desaparezca, ayudar al sujeto en su lucha interior para que no sea derrotado. El primer alivio suele ser una reacción general de bienestar tras una sesión de rezos y bendiciones.

La hija de un deportista famoso acudió a mí, acompañada de sus padres. Su vida era un caos total. Mejoró. Pero de nada sirvió porque en el fondo ella no creía. De hecho volvió a recaer tiempo después. No sé qué habrá sido de ella. Y eso que suelo hacer un seguimiento y dejar una relación abierta de confianza bien con la persona o bien con su familia. Muy duro fue el caso de una señora ecuatoriana. Me llamó su marido y me dijo que cuando ella veía algún signo religioso perdía el conocimiento y caía al suelo  “¿Usted la podría ver?”, me pidió. “Pues claro”. Llegué con retraso a la cita. Cuando lo hice, ella estaba en el suelo, inconsciente, se había caído a la puerta de un convento. Tenía un nene de tres años. Entré, cogí el agua bendita, me puse la estola, aquello fue impresionante… Se arrastraba por el suelo como una culebra. Le echaba agua bendita y se retorcía. Le quemaba. El niño trató de acercarse a su madre y ella le quiso atacar. Tuvimos que coger al niño. Entonces fue a por mí…

Recuerdo otro caso: un chico de 16 años sin estudios poseído por el demonio. Me dijo en un latín perfectísimo: “Te ordeno que no vuelvas a rezar ningún Padrenuestro”.

P. ¿Poseído o influenciado?

R. Como he dicho, la posesión es rara, muy inusual. Las influencias demoníacas no, son más  habituales de lo que pueda parecer. La gente cuando viene me dice que tiene influencias demoníacas… han buscado en internet, vienen a lo que vienen.

Yo lo primero que les digo es que el exorcismo no es lo que sale en las películas, que es una oración a Dios. Y les pregunto que si creen en Dios, con eso me llega.

Cuando comenzamos, tras haber estudiado el caso en dos o tres conversaciones previas, se realiza una oración de petición a Dios, yo sigo el ritual aprobado por la iglesia, que dura entre 25 a 30 minutos. Comienzo bendiciendo el agua bendita, luego la letanía de todos los santos para que ellos intervengan ante Dios. Insisto en que hay que centrar el acto en Jesucristo. Porque a veces la gente viene con una cruz y una esfinge de San Benito porque le tienen devoción… Me parece muy bien sus devociones, pero eso ayuda, nada más. Quien realmente tiene que intervenir es Dios, Jesucristo, él es el único que tiene verdadera fuerza para vencer al mal que está aquejando a la persona.

Después de la letanía yo le impongo las manos en la cabeza con una oración. (Tal y como hizo Jesús en algunos casos citados en los Evangelios) Luego pido que renueven las promesas bautismales. No les hago cruces ni nada de eso. De hecho a veces temo que alguna mujer pueda venir con alguna tontería si presignas su pecho o cosas que puedan involucrarte en temas desagradables. Evito contactos. Una señora aparecía todas las mañanas con heridas en su cuerpo, incluso una con signos de violación. La mayor parte de las veces se lo hacen ellos mismos en sueños. Hay casos muy raros con una explicación final.

Luego rezo el Padre Nuestro y las oraciones propiamente de exorcismo. Se le pide a Dios que intervenga y que si la persona tiene esas influencias demoníacas que la ayude, que la defienda, esta es la oración de petición. Luego viene la oración en nombre de la Iglesia y del mandato que tú tienes en nombre de la diócesis.

A continuación leo el Evangelio de San Juan. Luego les doy instrucciones y les pregunto que cómo se encuentran, algunos dicen que muy bien, otros que igual, otros que peor…

A veces se ve a gente que responde, otros que no avanzan, otros que están por pasar el rato… Pero todos vienen libremente. Los que realmente lo han pasado mal y se curan suelen volverse tremendamente devotos.

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P.¿Atiende a mucha gente?

R. Sí, en mi despacho. Me asisten otros sacerdotes. Les diré que tengo cinco citas al día fijadas y mi agenda está ya con todo mes de septiembre ocupado, octubre casi cubierto, y muchos sábados. La gente se queja, preguntan que por qué no ponen más exorcistas. Pero eso queda a criterio de cada obispo.

Yo estoy nombrado por el cardenal, tengo nombramiento por escrito con potestad durante tres años para realizar cualquier exorcismo a mi propio criterio. Normalmente no lo tienen los exorcistas. Los compañeros más cercanos estaban en Valencia y Zaragoza, hasta ahora era el único en toda Cataluña, ahora hay otro más en Tarrasa.

Reconozco que en la propia Iglesia hay contestación a los exorcismos. A muchos obispos ese tema le asusta y no quieren entrar en ello. Otros en cambio hablan o proponen que todos los sacerdotes deberían poder hacer exorcismos. Yo lo veo un error. Hay que tener una formación y una preparación específica. No todos valen. Y como dice Lewis en su libro ‘Cartas del Demonio’ a su sobrino: “Hay dos errores iguales y opuestos en los que puede caer nuestra visión de los demonios. No creer en la existencia de estos o creer y sentir un excesivo interés en ellos. Los demonios se sienten igualmente encantados por ambos errores, y saludan con el mismo deleite a unos y otros”.

Experiencias

P. ¿Su misión es entonces…?

R-Mi misión es sacar demonios verdaderos e imaginarios, y con eso no digo que no haya demonios. Un muchacho me dijo que estaba endemoniado porque él de joven tenía poderes, le ponía las manos a su abuela y mejoraba de su enfermedad. Y yo le pregunté: ¿y cómo conseguiste esos poderes? Me respondió que “se los pedí a Dios y no me los dio, entonces se los pedí al Diablo. Y desde entonces estoy endemoniado”. Finalmente este chico se curó, fue uno de los casos más claros que he tenido en mi experiencia como exorcista.

P. ¿Podría citarnos algunas experiencias?

R-Yo no he tenido casos en que nadie rechace la oración. Los casos más de difíciles son los de posesión,  y yo he visto algunos.

El joven endemoniado

Un joven de 16 años, con síntomas de violencia en el cuerpo, provocados según él por los demonios que le poseían. Se le aplicaron 16 exorcismos, fue muy difícil, él no los aceptaba de ninguna manera, sobre todo la primera vez. Después de mucho insistir, llegó a entrar en trance y perdió el sentido. Estuvo más de cinco, diez minutos inconsciente. Realmente llegué a temer por él.  Al final de exorcismo estaba tranquilo y en paz,  pero me dijo que le habían dicho los demonios que “por esta vez salían pero que volverían a entrar”.

Al poco tiempo regresó de nuevo con los mismos síntomas, con esa violencia en el cuerpo, volvió a entrar en trance, caía, ojos en blanco  y por aquella boca salía todo lo que se puede imaginar, cambiaba la voz… Este joven entraba en trance cada vez que iba con una pasmosa facilidad. Incluso provocó un terrible accidente de tráfico. Iba con su madre y se avalanzó sobre ella y el volante, con su hermana detrás, dieron varias vueltas de campana y milagrosamente no les pasó nada. Y es que así como existe el Demonio también existe el Ángel de la Guarda. Cuándo le pregunté que cómo había hecho eso, me dijo que no fue él, que simplemente se sintió encima de su madre, como si una fuerza le empujara. Es un síntoma evidente de voluntad anulada. Este chico por fortuna ha mejorado bastante, aunque ahora ya no le trato yo, se trata en otra diócesis.

P. ¿Ha sentido miedo? ¿Cuándo?

R-En un caso similar, haciendo un exorcismo. El hombre, en pleno trance, de repente habló con una voz cavernosa y me dijo varios veces a gritos “¡Gallego (su apellido), te estás pasando!”. Ahí, tuve miedo realmente. Mi familia temía al principio pero les digo que el demonio también es parte de Dios.

Otros idiomas

Hay un caso de una chica que me hablaba en latín y alemán perfectos sin tener idea ninguna. Y yo le pregunté a la madr, si habían viajado o leído algo  y me respondió: “pero si no tiene ni idea, sino ha estudiado nada nunca”. El demonio sabe todas las lenguas, muertas o vivas.

Adivinación

Tuve otro que adivinaba cosas. Por ejemplo,  cuando venía su madre del mercado le decía lo que había comprado y lo que le había costado cada cosa. Y es que al igual que los santos y beatos tienen a veces capacidad de premonición o adivinación también los influenciados o poseídos pueden contar con ella.

Casi dos horas después de amena conversación. Familiares del padre irrumpen en la casa. Charlamos. El Padre oficia misa todos los días siempre que está en su localidad natal. Nos dice, para terminar, como si de una frase resumen se tratara: “A mí lo que realmente me satisface es ayudar a la gente, y veo que mucha ha mejorado o prácticamente se ha curado”.

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