Nos dan vacaciones, así que, si Dios quiere, en septiembre nos volveremos a ver, bueno vosotros a leer y yo divagar. Mi intención era que la semana anterior hubiese servido de despedida de cara al verano, pero ¿qué verano? Verano, verano, aló verano, ¿estás ahí “señor verano”? ¿Te has ido de vacaciones? ¿Llegarán las oscuras golondrinas antes que llegue el verano?
Cansada, agotada, “aburría” estoy del tema estrella de conversación: el verano. O el tiempo si se quiere. Que vas al médico y no conoces a nadie, o si lo conoces también, hablamos del tiempo, del verano que no llega “a estas alturas”; vas a tomar algo a una terraza, tema de conversación: la falta de verano, el fresquito este que no puedes olvidarte de una chaqueta, las gargantas que pican, los pañuelos de papel por culpa del frío que cogiste el otro día. Conversación con las amigas: me voy de vacaciones (si eres una de las privilegiadas que puedes) a un sitio con verano, calorcito; o también: “yo todavía no he podido guardar la ropa de abrigo, por si acaso, y las botas de agua, y no se puede salir de casa sin el paraguas, y los vestidos sin poner…y siguen las quejas.
Subes en un ascensor, y para matar el tiempo cronológico, matas el tiempo metereológico: un horror, a estas alturas y no sabes el tiempo que va a hacer mañana, no puedes salir de casa sin el paraguas, el chubasquero, una chaqueta, yo no he podido quitar el edredón de la cama, nunca había visto un tiempo así (mentira, todos los años vemos tiempo “así”, es decir no-a-nuestro-gusto), aunque últimamente en los ascensores ponen una pegatina muy ingeniosa: “para que no hables del tiempo, mira este punto”. Muy bueno.
Tanto es así que si te dicen: “Ví a Fulanita, estuve hablando un rato con ella, ¿a qué no sabes de qué?” Contesta que del tiempo y seguro que aciertas.
En los telediarios, hablan del tiempo, en los programas de tertulias, se habla del tiempo, en los de entretenimiento, el tiempo.
Vamos a un funeral, en el velatorio hablamos del tiempo. En la farmacia, en el súper, en la gasolinera, comiendo, cenando, paseando, en la cola del cine…en el sitio que se te ocurra seguro, seguro, que hablamos del tiempo, y seguro también que la mayoría no está de acuerdo con el que está haciendo, aunque venga ya hecho, el tiempo, me refiero.
Pues yo también hablo de él, escribo, para no ir contracorriente. Bueno un poco sí, estoy encantada con este tiempo, fresquito, tener que ponerte una chaquetita por la mañana y a la noche, dormir un poco tapadita, ¡dormir! ¿Quién puede hacerlo con esas temperaturas que te cueces en tu propio jugo? ¡Hombre! Hablaré del tiempo porque si no te quedas sin hablar muchas veces, porque es el tema de moda en todo el mundo mundial, porque todos somos expertos en ello y sabemos hasta por qué es “ahora así”, hablaré, vale y hasta escribiré, pero para defenderlo, pobrecito, yo encantada. No me apetece nada estar a la brasa o cocida al vapor. Nada.
Bien, hasta luego, hasta septiembre, que ya sabemos que el tiempo será el que tenga que ser, pero seguro que algún día de la fiesta de la Encina llueve. Normal, tanto pedir que llueva a la Virgen.