Haciendo el bien

Con frecuencia las noticias de violencia y corrupción, de luchas por el poder, de obsesión por el enriquecimiento, nos impiden ver en nuestra sociedad otras realidades ciertamente positivas. Sin ánimo de triunfalismo, es preciso reconocer que en la actualidad entre las instituciones empeñadas en hacer el bien ocupa un puesto muy importante la Iglesia Católica. Veamos tres ejemplos recientes.

Hace muy pocos días quince jóvenes con riesgo de exclusión recibían por parte de las autoridades académicas los diplomas correspondientes a un curso de cuatrocientas horas sobre “Operaciones auxiliares de montaje de instalaciones y de telecomunicaciones de edificios”. El curso ha sido todo un éxito. El Instituto Virgen de la Encina ha prestado sus instalaciones, la Fundación ENDESA ha financiado la actividad, pero es Cáritas, es decir la Iglesia, quien la ha promovido. Es una de las múltiples acciones de la Iglesia en favor de los más débiles.

En otro nivel más conocido baste con recordar la reciente visita del Papa a Tierra Santa y sus esfuerzos en favor de la paz. Pero no solo él, sino en particular todos los papas del siglo XX y de lo que llevamos del XXI han luchado infatigablemente a favor de la paz. En realidad el anuncio del Evangelio es la mejor sementera para hacer un mundo mejor.

También en estos días ha tenido lugar el fallecimiento de Sor Asunción, una monja nacida en Estébanez de la Calzada, pequeña físicamente, pero muy grande de alma, que pasó gran parte de su vida en Fabero. Cientos de niños aprendieron con ella las primeras letras, las primeras canciones, las primeras oraciones… y seguro que los contagió con su bondad, dejando en ellos una huella profunda. Sor Asunción acompañó y sirvió también a tantas mujeres como han pasado por el Centro de Acogida para mujeres con problemas, visitó y consoló a muchos enfermos, ayudó a personas necesitadas… Desde su humildad y sencillez, desde su fe profunda, desde su entrega abnegada, desde su sufrimiento llevado con generosidad, ha hecho un bien impagable. Su muerte, que ha coincidido con la final de la Champions y con las elecciones europeas, no ha ocupado páginas de periódicos, ni espacios radiofónicos o televisivos, pero es merecedora de un reconocimiento y gratitud mucho mayor que la mayoría de los que salen todos los días en los medios. Afortunadamente Sor Asunción no es un caso aislado, y como ella miles de religiosas y otras personas anónimas no se cansan de hacer el bien.

 

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