Falta menos de una semana para que empiece la gran fiesta astorgana de Astures y Romanos y, por supuesto, ya se alistan las Tribus y las Domus. Pero estos días, quién más trabajo se lleva son las máquinas de coser. Llega el gran momento y ningún astorgano se quiere perder la oportunidad de ser parte de ella, pero para entrar, hace falta llevar el traje apropiado. Seas Romano o Astur, hay que demostrarlo.
La fiesta, que comenzó apenas con un Circo y unas jornadas gastronómicas que en el 86′ dejaron acatarrados a media ciudad, ha ido creciendo y ampliando sus recreaciones históricas y festivas. Y ahora, al igual que entonces, el ropaje es muy importante para destacar en qué lugar del mundo se encuentra uno.
Dime qué vistes y te diré quién eres
Porque el hábito no hace al monje, pero la toga sí hace al César. Los romanos lo tenían muy claro, y por el tipo de indumentaria que llevaran sabían el cargo que tenían y su posición en el mundo. “Por ejemplo, sólo los senadores podían usar una túnica laticlavia -con dos anchas líneas a cada lado naciendo verticalmente desde los hombros-. La toga praetexta, que cual contaba con un borde púrpura en uno de sus extremos, solo podía ser vestida por magistrados”, relata el historiador Fernando Otero.
Algo que ha quedado claro a lo largo de la historia es que las clases se pueden diferenciar a través de los tejidos que utilizasen. Un romano de mayor poder adquisitivo recurría a tejidos de lino para el verano y de lana para el invierno, e incluso si se lo podían permitir, la seda. Los esclavos y libertos, así como los plebeyos más pobres, no vestían toga. Los dos primero porque no tenían derecho a utilizarla, el último porque muchas veces podía ser una prenda costosa.
Los colores también señalaban una clase acomodada, ya que los esclavos y plebeyos solían utilizar colores terrosos y oscuros. “En cuanto a los tintes estuvieron muy de moda los tonos rojizos y azules, sobre todo para las mujeres, que, al contrario de la creencia popular iban ataviadas con hasta tres y cuatro prendas que les tapaban todo el cuerpo. Trabajar en una tintorería era un trabajo pesado, nos dicen las crónicas, porque utilizaban orina y azufre para modificar los tejidos, por lo que los olores debían de ser muy fuertes”, ríe Otero.
Los legionarios portaban ropajes de color crudo, ya que si tenían que gastarse el stipendium, preferían dejarlo para mejorar sus armas o mecanismos de defensa. Sin embargo, los oficiales llevaban los colores rojos que han quedado como insignia hasta nuestros días.
El territorio Astur, por el contrario, fue siempre una zona ganadera, porque tiene mucha montaña y ocupaba un amplio territorio que hoy llega desde Zamora hasta Asturias, exceptuando algunas zonas que pertenecían a territorio cántabro, vacceo o galaico. “Se utilizaban colores bastante burdos, el tema del tinte no era algo que se diese mucho. Existe una controversia con respecto al color. El geógrafo griego Estrabón, dice que “los hombres del Norte -y al hablar de los hombres del norte habla de los Astures, Galaicos y Cántabros- visten todos de negro”, esto denota que le llamaba profundamente la atención porque en otros lados de la Península no era así”, cuenta Fernando Barriales.
Este veterinario astorgano es un apasionado del mundo Romano y del mundo Astur, pertenece a la Tribu Ambactos y ha estudiado todo texto que pudiera hablar de los “indígenas ibéricos”. “Llevaban un calzado hecho con tejido vegetal, las famosas corizas que aún se siguen usando en Asturias de cuero bastante fuerte. Por dentro llevaría algún escarpín hecho de lana, para que la rudeza que tiene el cuero no le molestase. En las piernas llevaba unas grebas (especie de polaínas) o un vendaje de lana para proteger las piernas de las víboras, de las alimañas, y hay que pensar que la vegetación era de zona forestal. En aquélla época se podían cortar en la pierna, y una herida suponía una infección, y una infección, la muerte”, recuerda este apasionado de la historia que dice haber hecho más de 200 trajes en toda su vida.
En el mundo Astur no está documentado que llevasen pantalones, sino el uso de sayos, que es más sencillo de hacer, porque consiste en hacer una o dos piezas en un telar unidas dejando espacio para los brazos y el cuello. Así que la mayoría de tribus que uno se encuentra en Astures y Romanos en Astorga siguen este ejemplo guardando mucho rigor histórico. Lógicamente , era absolutamente necesario llevar un cinto, para sujetar el sayo y llevar cosas colgadas, “además, servía como elemento de protección para evitar una estocada en la barriga. Los cintos eran muy anchos y llevaban unas hebillas que es ostentosa y que una parte metálicas”.
“Porque no es Carnaval”
Y más de 2000 años después, la ciudad de Astorga recuerda como colonizadores y colonizados coincidieron en un mismo punto: Astúrica Augusta. Una ciudad que fue capital del mundo astur, y asentamiento legionario romano. Los grupos y el romano y el astur de a pie han ido mejorando sus trajes, “al principio la gente pedía telas baratas, pero ahora sólo quieren vestirse con lo mejor, porque esto no es Carnaval”, cuenta Virginia Rodríguez, propietaria de Tejidos Virginia.
Ella comenzó vistiendo su ropa en la calle y paseando Astorga de arriba a abajo enfundada en un traje romano hasta que la gente empezó a demandar trajes hechos a medida. Sólo se dedica a hacer trajes para Astures y Romanos, porque ella tiene una tienda de telas y mercería. Ella y Verónica Calvo trabajan cuando pueden, y se inspiran a través de las películas y el día a día.
Los detalles son muy importantes para cualquier traje. El elemento astur se añadió en el año 2003 y Estudio Imagem fue uno de los primeros establecimientos en ofertar la indumentaria de los habitantes de la región. “Comenzamos haciendo algunos trajes y poniéndonos en el mercadillo, pero los primeros años se nos agotaban las existencias, teníamos que trabajar toda la noche para tener mercancía para el día siguiente. Ahora ya prevemos y tenemos almacenados en torno a 400 trajes para estas fechas”, cuenta Ana María García, quien junto a María Jesús Bustillo son las propietarias de Imagem.
Ellas son las primeras que se visten cuando llega la fiesta y, aunque tienen trajes de ambos bandos a María Jesús le gusta ir de Astur y a Ana va de Romana. “Podemos tener una idea y trabajarla durante meses, primero lo probamos nosotras para ver si necesita alguna mejora. Desde que ideamos un traje hasta que lo sacamos a la calle ¡pueden pasar dos años!”, cuentan riendo en su taller de la calle de las Postas.
Comenzaron con telas más económicas, pero ahora no venden nada que no sea de la mejor calidad, “aseguramos nuestros trajes al 100%. Una de nuestras mejores clientas recibió su primer traje a los 6 años y lo utilizó hasta que tuvo 18, lo compró largo, y claro, se fue acortando con los años. Cuando ya le quedaba demasiado corto, llegó su abuela para pedirnos otro traje, ¡que ya era hora!”.
Ha pasado ya de largo su hora de cierre, pero ellas siguen recibiendo clientes. Por la puerta entran Lola con sus padres y su hermano, están en Astorga de vacaciones, pero se quedan hasta la fiesta y quieren que los pequeños se vistan de romanos. La pequeña Lola es muy traviesa y quiere un traje en color amarillo, seguro que Ana y María Jesús tienen algo para ella. Los padres, al ver a sus pequeños tan bien vestidos, están encantados.
Ana María y María Jesús han vestido ellas solas a toda una tribu: los Lugones. Esta tribu comenzó su periplo hace seis años, “lo primero que hicimos fue buscar un color dentro de los cánones de la historia y nos gustó el que llevamos. El diseño lo creamos todos juntos con la ilusión del primer año, al igual que nuestra cabaña”, cuenta Laura Alonso. Tienen un traje hasta para un bebé de tres meses, porque hay muchos niños en esta tribu astur, “son los que mejor se lo pasan”.
El traje original es un vestido de sisa de color verde con un emblema en marrón oscuro y marrón claro. Además, llevan una capa de pelo corto de color cobre. Con el pasar de los años, los miembros han ido ampliando su “armario”, y ahora cuentan con varios modelos, ya que aquél primer año utilizaron el mismo traje todas las fiestas, “al final parecíamos Astures de verdad”, cuenta Laura riendo.
Por el lado romano hay muchas agrupaciones de legionarios o de cívitas, una que llama la atención son los Venatores, quienes en la época romana estaban sólo un escalón por encima de los gladiadores. “Vestían el venablum, un traje hecho con las mejores telas acompañado siempre por cintos de cuero, telas decoradas o incluso oro. Se ponían protecciones de cuero para salir a la arena y cómodas zapatillas, que nosotros hoy en día hemos sustituido por alpargatas”, cuenta David Álvarez.
Para inspirarse buscaron el consejo de los expertos Emilio Campomanes y Fernando Barriales que les aconsejaron acerca de la insumentaria que debían llevar: una túnica en forma de saco, con dos aberturas en las mangas y el cuello, cinto de cuerda que le da forma, o si se trata de algún miembro respetable de la formación de cuero con remaches en latón.
Pero no todo son alegrías, porque el año pasado la tribu Queledini, en su debut, sufrieron un fuego que acabó con sus ilusiones justo antes de que se inaugurase el campamento. Sin embargo, este año vuelven con su original traje. “Hablamos con Fernando Barriales que es el que más sabe sobre el tema y nos ayudó mucho”, cuentan Sandra Cabero y Alejandro Rubio.
Han elegido al lobo como su animal insignia y cada uno se hace su propio traje, “a Alejandro se lo ha hecho su tía, que es muy buena y a mí una modista”, termina Sandra.
Las máquinas ya hechan humo, sólo quedan los últimos retoques y la gran fiesta de Astures y Romanos ya llega. Y vosotros, ¿ya habéis elegido un bando?