Gracias, Pablo

Últimamente hay muchos Pablos en nuestras vidas. Tenemos a Pablo el bautizado hace ya tiempo como el Intenso, a Pablo el que quiere ser líder de la oposición, a Pablo el que pretende arrasar en las horas del prime time televisivo, a Pablo el atormentado arquitecto de La Buena Suerte y a Pablo Alcaide López.

Pablo Alcaide es un joven de 16 años de Logroño, que dejó en evidencia a los camorristas, que con nocturnidad y mucha algarabía, salieron a destrozar escaparates y mobiliario urbano en su ciudad. El objetivo de estas personas era poco más que eso, por eso me niego a concederles un calificativo que otorgue un respaldo intelectual a sus acciones. No eran manifestantes, no eran negacionistas, no eran activistas. Eran gamberros.

Quienes así lo entendimos, asistimos, desde nuestro sofá, con desesperación y con mucho cabreo a esas acciones violentas que se prodigaron en varias ciudades.

Pero Pablo Alcaide, no se quedó en su casa. Él y sus amigos se organizaron para salir a la mañana siguiente a limpiar los destrozos de otros. Con ese gesto valiente, que afortunadamente tuvo repercusión informativa a nivel nacional, Pablo y sus compañeros nos dieron una lección a todos.

A los que salieron a destruir, les estaban haciendo ver lo equivocado y absurdo de sus actos, al explicar con una naturalidad pasmosa que los perjudicados eran los más débiles, los que ya están siendo más machacados por esta pandemia.

A quienes nos quedamos en casa, nos hicieron ver que la inacción tiene sus riesgos

Y a quienes achacan a los jóvenes todos los males de la tierra, les hicieron ver que hay jóvenes responsables, capaces de remover conciencias, de salirse de la rutina conformista de la vida, de defender la convivencia pacífica, de respetar a quienes se ganan la vida con honradez.

Y hasta una lección de amor nos dio Pablo, con las referencias a su madre.

Todo eso nos dio, y la fuerza de su gesto caló y fue eficaz. Así que, qué más podemos decir que gracias, Pablo.

 

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