El doctor en Medicina e historiador José María Manuel García-Osuna Rodríguez está de vuelta con un nuevo libro. En esta ocasión, nos desvela la “fuerza, el poder, el magisterio imperial y la idiosincrasia” que rodeaba al rey Ramiro II ‘El Grande’ de León, el monarca leonés y europeo más importante de la primera mitad del siglo X.
Este es su sexto trabajo, tras Alfonso VIII de Castilla; Fernando V el Católico de Aragón-León-Castilla-Navarra; Alfonso X el Sabio de León-Castilla; Alfonso VII el Emperador de León, y Urraca I de León. Y tal y como ha avanzado, ya tiene listo el siguiente que versará sobre La Batalla de las Navas de Tolosa, y verá la luz en el mes de septiembre.
‘El rey Ramiro II ‘El Grande’ de León, ‘El Invicto’ de Simancas’
Ramiro II ‘el Grande’ o “el Invicto” [c. 900-REY-EMPERADOR o MAGNUS BASILEUS DE LEÓN, entre 931 y, León, enero de 951]. Llamado por sus enemigos sarracenos como ‘el Diablo’ por su ferocidad, valentía, y energía, se dirige a la capital regia donde captura a su hermano y lo encierra en la prisión de León; luego captura a sus tres primos en las Asturias de Oviedo; y las propiedades de estos parientes le serán entregadas al fidelísimo conde Gutierre Osóriz.
En el año 932 el ya rey Ramiro II de León ordena que los cuatro sublevados sean cegados por alta traición y, a posteriori, llevados hasta el monasterio de Ruiforco de Torío, donde los cuatro prisioneros permanecerán hasta su muerte. Alfonso IV fallecerá en agosto de 933.
Por consiguiente, de esta forma tan abrupta, pero acorde al durísimo derecho medieval, accederá al trono imperial leonés, uno de los más grandes de todos los monarcas hispanos de la historia, Ramiro II “el Grande” de León; denominado por los cronistas cristianos como ‘Magnus Basileus’, y por sus enemigos musulmanes como ‘el tirano oel diablo’.
Sus enemigos le temen y le respetan, alaban su ética, sobre todo cuando devuelve a Abd Al-Rahman III; tras la gran batalla de Simancas-Alhandega (1-6 de agosto de 939), la conflagración bélica por antonomasia de todo el Alto Medioevo; su Corán de plata y su cota de mallas de hilos de oro, que había perdido en dicha batalla.
Ramiro II el Grande se casará dos veces, la primera con su prima-carnal condesa Adosinda Gutiérrez, con la que engendrará a su primogénito Ordoño III, pero será repudiada por la ley canónica de parentesco próximo (eran primos-carnales); y luego con la bellísima infanta pamplonesa Urraca Sánchez, hija de los reyes de Pamplona y de Nájera Sancho I Garcés el Grande y Toda Aznárez, “EGO SANCIUS REX CUM TUTA REGINA”; con la que engendrará a Sancho I “el Craso”. Envenenado por una manzana o pera que le regaló el conde Gonzalo Menéndez: “Gundisaluus, qui dux erat (…) veneni pocula illi in pomo duxit”, quien por causas crípticas de la paternidad responsable será su hijo predilecto (llamado “prenda o deleite del rey”), y al que rodeará de un enorme afecto.
Una vez fallecido, con el devenir de los tiempos, en su testamento repartirá sus territorios a sus hijos: Sancho recibirá Castilla, Alfonso, León como emperador y Galicia para García II [c.1042-REY DE GALICIA, entre 1065, y 1071. Fallecido en el castillo de Luna, en 1090];Zamora para Urraca, y Toro para Elvira .
Sancho II “el Fuerte” (“Imperante el príncipe Sancho en Burgos, y mi hermano el emperador Alfonso en León”) no está de acuerdo con su heredad regia, ya que considera, con razón, que su hermano Alfonso VI al ser rey de León será a la par emperador; y tras pasar su madre a mejor vida, comenzará guerras diversas con sus hermanos. Expulsado Alfonso de su reino de León, por las habituales malas artes y la carencia de ética del Cid Campeador (¿Vivar del Cid?, c. 1048-Valencia, 1099. Señor de Valencia. Estatura-1’56), después del incierto resultado de la batalla de Golpejera (11 de enero de 1072), llegará a la capital imperial leonesa y se autocoronará en el Altar Mayor de la Catedral Románica de Santa María de León…, como el rey Sancho II de León; y yo así, y no tengo ningún inconveniente en ello, lo considero monarca exclusivo de León, con Castilla dependiente del predio legionense.
La susodicha batalla de Golpejera es ganada ampliamente, en su primera fase, por las tropas de León. Tanto Pedro Ansúrez como García Ordóñez “el Crespo” o “el Boquituerto” recomiendan al Rey Alfonso VI, que persiga a las tropas castellanas en desbandada. El monarca leonés se niega porque no es ético perseguir a cristianos derrotados. A cierta distancia y al comprobar, los castellanos, que no son perseguidos, se reagrupan. Al día siguiente, el de Vivar recomienda al Rey Sancho II que deben volver al lugar de acampada de las tropas leonesas, ya que leoneses y gallegos estarán durmiendo sin autovigilancia, porque su carácter es presuntuoso y autosuficiente.
El monarca de Castilla hace caso a su alférez, y hallan a sus enemigos de León en esa circunstancia y desprevenidos; la derrota se revierte y Alfonso VI es cogido prisionero. Tras arduas negociaciones irá al destierro en su taifa de Toledo, acompañado por su fidelísimo conde leonés Pedro Ansúrez (c.1037-conde de Liébana, de Carrión y de Saldaña. Señor de Valladolid. Fallecería en Valladolid, 9 de septiembre de 1118-1119). Es obvio que el enaltecido Ruy Díaz de Vivar no poseía la misma ética de los leoneses de esa época.
Por otro lado, la capacidad de trabajo del rey Ramiro II ‘el Grande’ de León era de tal calibre, que se le puede aplicar el mismo rasgo característico que subraya el fenotipo de su padre, Ordoño II, de “no sabía descansar” o “labori nescius cederé”.