Al final, Cifuentes, arruinó, ay, la convención nacional del PP en Sevilla. Los Mañueco y los Silván regresaron a sus tierras castellanas y leonesas compuestos y casi sin novio, compungidos y sin nominación. Habrá que esperar a la convención del partido a nivel regional, pero, claro, no es lo mismo. Esperaban un baño de autoestima y ha regresado con la moral por los suelos. Y, lo que es peor, con el convencimiento de que faltan alternativas y soluciones dentro del partido a problemas como el de Cifuentes. Muchos besos, fotos y aplausos, pero la crisis sigue abierta y con una moción de censura en ciernes en Madrid, la clave de bóveda de la arquitectura del PP en España.
Regresan los populares cabizbajos, tocados y se encuentran con los ecos de los mítines de Rivera en León y la evidencia de que nada volverá a ser como antes. Sí, queda un año, demasiado tiempo en política, pero la falta de soluciones en el PP es tan alarmante que cada día que pasa mirando a las nubes son votos que ganan los naranjas de Rivera. Y Rivera lo dejó bien claro en León. Ciudadanos dejará de ser un mero aliado, la muleta necesaria para el PP, tras las elecciones municipales y autonómicas. A poco que se cumplan las encuestas, Rivera estará en disposición de sentarse a la mesa con el PP de igual a igual a intercambiar cromos de poder. Nada de apoyos puntuales aquí y allá sino intercambio de cromos. Por ejemplo, Ciudadanos apoya a Mañueco para encaramarse a la Presidencia de la Junta a cambio de que Ciudadanos gobierne en León o en Salamanca. La joya de la corona, el palacio de la Asunción, por las casas consistoriales de León, Salamanca o de cualquier otra capital de provincia. En el PP ya son conscientes de que están más lejos que nunca de las mayorías absolutas en ayuntamientos como León, por lo que el sillón de la alcaldía se convierte en una pieza más de negociación y de intercambio de cromos con Ciudadanos. ¿Una mujer en la Alcaldía de León por primera vez en la historia? Es una posibilidad que en 2019 puede ser una realidad.
La otra posibilidad es que la suma de izquierdas, PSOE y Podemos, logre equilibrar la balanza. Pero las encuestas no van por ahí. La verdad es que el joven Cendón está haciendo un enorme esfuerzo por mejorar la imagen del PSOE leonés. No para de reuniones, viajes, comunicados, acciones parlamentarias y de elaborar propuestas. Tiene ideas de sobra, pero no acaba de llegar. No entusiasma, al menos de momento. Cendón necesita una plataforma mediática, un medio que facilite el debate con líderes de los otros partidos. Pero no puede. Es un líder sin suelo institucional. No es concejal ni procurador ni diputado; es decir, le falta el altavoz necesario para construir una imagen política y, sobre todo, para ganar experiencia en los asuntos de gobierno. Una pena.
A Cendón le pasa como a Silván, sus propios partidos son rémoras para el crecimiento de su imagen personal. Pero son los mimbres que tienen; no hay otros. Ciudadanos funciona porque sus líderes nacionales, Rivera y Arrimadas, no sólo suman sino que impulsan a unos casi desconocidos líderes locales. La siglas pueden más que la imagen. En el PP, sobre todo, y en el PSOE, en menor medida, sucede todo lo contrario. Y será Rivera y su equipo nacional los que al final decidan con que cromos cambian, por ejemplo, la Presidencia de la Junta de Castilla y León o las alcaldías de León, Salamanca o cualquier otra capital de provincia de Castilla y León. ¿Se imaginan que la Presidencia de la Comunidad de Madrid dependa de un intercambio con sillas de poder en Castilla y León? A falta de un año vista, hoy por hoy, todo puede ocurrir.