Los temidos grandes incendios forestales, aquellos que superan las 500 hectáreas de superficie calcinada, quemaron en los últimos cuatro años 32.994 hectáreas en Castilla y León, si bien más de un tercio de ese terreno fue dañado en el de Castrocontrigo en agosto de 2012, que acabó con cerca de 12.000 hectáreas. Según un informe de Ecologistas en Acción, la Comunidad contabilizo 19 grandes fuegos en ese periodo, incluidos los cuatro de 2015 en León, Zamora y Soria, que hicieron cenizas más de 4.500 hectáreas, con una importante repercusión sobre las arboladas.
El incendio más importante de este año se registró en de Quintana del Castillo, el cual arrasó 2.065 (1.084 de árboles), un fuego que se reavivó en una zona de turbera dos días después de ser extinguido, seguido por el de Lucillo, con 1.113 hectáreas, (todas ellas de matorral), el de Trabazos (Zamora), con 877 hectáreas (690 arboladas), causado por negligencia en la utilización de motores y el de El Burgo de Osma (Soria), con 528 hectáreas (494 arboladas), por motivos accidentales. El consejero de Fomento y Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, explicó que el incendio de Quintana del Castillo “alcanzó en pocos minutos condiciones extremas a causa de la convectividad, con un comportamiento muy virulento que acabó con 2.000 hectáreas en una tarde”.
A los cuatro de este año, se suma otro más en 2014, en Mecerreyes (Burgos), con 771 hectáreas quemadas; y otros cuatro en 2013, con 4.800 hectáreas afectadas. Éstos ocurrieron en Valdefresno (León), con 600 hectáreas; Cebreros (Ávila), con alrededor de un millar; y en las localidades zamoranas de Alcañices (1.200) y Villardiegua de la Ribera (2.000 hectáreas).
El peor de los años, tanto en superficie calcinada como en número de fuegos, fue sin ninguna duda 2012. Casi 23.000 hectáreas quemadas en una decena de grandes incendios dan fe de ello. Al de Castrocontrigo se suman otros tres en la provincia leonesa, en Riello (882 hectáreas), Truchas (905) y Palacios del Sil (520). En Zamora se produjeron cuatro grandes incendios, tres de ellos en la comarca de Sanabria: Pías (1.115 hectáreas), Hermisende (2.329) y Pedralba de la Pradería (2.571), al que se añade el de Cubo de Benavente (650 hectáreas). Por otro lado, se contabilizó otro gran fuego en Solana de Ávila (Ávila), con 1.242 hectáreas calcinadas, y en Valdehijaderos (Salamanca), con 1.034).
El oeste, el más dañado
El oeste de la Comunidad es, desde hace décadas, el más dañado a la hora de analizar la geografía de cualquier tipología de incendios en Castilla y León. No es de extrañar, por tanto, que los grandes fuegos ocurran, en la gran mayoría, en León y Zamora. Un total de 14 de los 19 contabilizados entre 2012 y 2015 se produjeron en estas dos provincias, a las que suma uno más en Salamanca.
Junto a Galicia, Asturias, la provincia de Guadalajara, parte del Levante y las Islas Canarias, León y Zamora forman parte del trágico listado de zonas más afectadas por los incendios forestales, una clasificación que se recrudece en número de hectáreas cuando se vincula directamente con los grandes fuegos de más de 500 hectáreas.
En el Noroeste español, Ecologistas en Acción habla de que las causas están relacionadas con espacios forestales “muy intervenidos, con notable presencia de monte bajo, derivado precisamente de la reincidencia en los fuegos asociado a la ganadería y a la limpia de los montes, o de monocultivos forestales que tradicionalmente no han sido bien acogidos socialmente”.
Repoblaciones o monte bajo
La gran mayoría de los grandes incendios afectan a masas forestales de repoblaciones o bien zonas de monte bajo o matorral. Entre ambas abarcan el 80 por ciento de las áreas de afección, a razón de un 40 por ciento para cada tipo de formación vegetal.
La especie más dominante entre las afectadas es el pino, seguido muy de lejos por matorrales como el brezo o jarales. Destaca el escaso porcentaje de grandes incendios sobre masas donde predominan especies de ‘quercíneas’, tales como la encina, el roble o el alcornoque.
Propuestas
La organización ecologista propone una serie de consejos que contribuyan a reducir el número de grandes incendios. Entre ellas, destaca la disminución “drástica” de las nuevas repoblaciones con pinos, salvo en casos excepcionales en los que no exista alternativa; priorizar, tras los incendios, la regeneración natural para evitar que prosperen especies arbóreas no propias del lugar y sean sensibles a arder; limitar las actuaciones de limpieza de montes a zonas periféricas urbanas o de grandes infraestructuras de transporte, “preservando siempre las áreas de bosque natural y las especies autóctonas de ‘quercíneas’, frondosas y matorral”.
Por otro lado, Ecologistas en Acción pide mejorar la información y estudio de las zonas afectadas; promover la “naturalización de forma masiva de los montes con una política sostenida”; fomentar las galerías y orlas forestales como alternativa a áreas cortafuegos; y “medir mucho” las acciones a acometer en el mantenimiento de los montes, porque “un bosque o monte limpio es tan vulnerable o más a los incendios que uno sucio”.