Con una satisfacción contenida y con mucha prudencia. Así es como los municipios leoneses afectados por el paso a la fase 1 de desescalada ven la llegada de una situación nueva pero que tampoco modificará sustancialmente la realidad de sus territorios, más allá de propiciar encuentros familiares hasta ahora no permitidos por el estado de alarma. Las zonas básicas de salud de Truchas, Matallana de Torío y Riaño, que no alcanzan el uno por ciento de la población de la provincia, son las que cambian de estado y se convierten en islas respecto a sus territorios vecinos.
“A la Junta le dijimos que no teníamos ninguna prisa. Nos ha costado muchísimo estar en esta situación, porque teníamos miedo a una vuelta atrás”, explica Francisco Simón, alcalde del municipio cabreirés de Truchas y reconoce cierto “recelo” porque prefería esperar. “No veíamos la prisa por consolidar el esfuerzo que ha hecho todo el mundo”, asegura y detalla que la nueva situación solamente afectará a los bares del municipio que quieran abrir sus terrazas al 50 por ciento de su capacidad.
La actividad ganadera se desarrolla con normalidad, la de las canteras también y en la zona no tienen más actividad industrial. Por eso, insiste, la nueva fase no supone un cambio importante. “No han tenido en cuenta la consideración de los alcaldes”, lamenta. En total, el área de salud cabreiresa está formada por los municipios de Castrillo de Cabrera, Truchas y Encinedo.
A 160 kilómetros de distancia, en el trayecto más rápido, el alcalde de Matallana de Torío, José García, afirma que se alegra por sus vecinos y por el reconocimiento del esfuerzo hecho que supone el cambio de fase pero se muestra muy prudente. “Avanzar siempre es positivo. Esperemos que no haya relajación. Ahí está el peligro”, señala y destaca como lo más positivo de la nueva fase que se permitan las visitas a familiares o amigos.
“No tenemos información de qué más cosas podemos hacer… aparte de tomarte ese ansiado café y aquí, en principio, los hosteleros no van a abrir”, señala y reclama concreción sobre lo que se puede hacer.
En el noreste de la provincia, Riaño se suma el lunes a una fase 1 que su regidor, Fernando Moreno, recibe con cautela y ve como un beneficio “siempre y cuando se mantengan las fronteras, hasta que el resto de la provincia esté en las mismas condiciones”. Que la gente pueda hacer una vida “un poco más normal y hablar con otros vecinos” le parece el avance más significativo del cambio de etapa.
En un municipio que vive en buena medida del turismo, “hay establecimientos que no van a abrir, porque es una zona de montaña donde el clima influye mucho y si no pueden hacer un servicio normal, no les compensa; a otros sí”. “Vamos a ser islas, pero dentro de la isla vamos a poder vivir un poco mejor, aunque el turismo, si no se abre a otras comarcas o provincias, está machacado”, reflexiona.