Tras la tregua navideña y fiestas de año nuevo, vendrá la madre de todas las campañas electorales. Europeas, autonómicas, municipales y, quizás, generales. Y todas con un denominador común: Cataluña. Y la inmigración y la tendencia involucionista que recorre todo el mundo occidental. 2019 llega cargado de nubarrones. Resurgen los extremismos y las vísceras sustituyen al cerebro. En este año del 40 aniversario de la Constitución, los padres del consenso democrático han sido sustituidos por hijos amnésicos, intransigentes, radicalizados y extremistas. No, no se vuelve a tiempos ya pasados. La Historia no se repite, siempre es nueva. Se parecerá pero será distinta. Populismo, nacionalistas y extremistas siempre los ha habido y su conjunción ha dado resultados distintos. La Historia no son matemáticas ni el futuro está predeterminado. Sólo hay que pensar, reflexionar, comparar, dialogar, actuar con serenidad y decidir con energía. La Historia es la suma de individualidades. No seamos borregos. Vaya 2019 que nos espera.
El Partido Popular ha decidido hacer los deberes antes de cerrar el año. Y Silván repite como candidato a la Alcaldía de la capital leonesa. Es el mal menor. La decisión se basa en que no han encontrado un candidato mejor, en que las encuestas le siguen dando como el más votado, aunque puede perder concejales y en que de esa manera Mañueco, su gran enemigo, lo deja aislado y sin capacidad de maniobra en un pequeño reino de taifas que no le supone ya ninguna amenaza. ¿Perder León? Puede ser. El incierto resultado electoral puede provocar una gran negociación a múltiples bandas. Si el PP tiene mayoría suficiente lo que nunca negociará será la Presidencia de la Junta. Bueno, ni la Alcaldía de Salamanca, feudo de Mañueco. Todo lo demás serán monedas de cambio. Se supone que la izquierda retendrá Valladolid, por lo que León y Burgos podrán ser las grandes piezas de cambio en una gran negociación a múltiples bandas. Desprenderse de León no le supondrá ningún sacrificio a Mañueco sino todo lo contrario. Ya le dio a Silván un revolcón en las primarias para la Presidencia del PP de Castilla y León. Huido por la gatera de la Historia el aún presidente Herrera, a Silván le puede suceder lo mismo. Entre otros motivos porque afrontará estas elecciones más solo que la una y con la espada de Damocles de la Enredadera sobre su cabeza. Silván sólo tiene el apoyo de los poderes fácticos, sobre todo de los mediáticos. Aunque claro, éstos deberán ahora poner una vela a dios y otra al diablo. Mañueco puede ser a partir del verano el controlador de la generosa caja de caudales de la publicidad institucional. Y ya se ha demostrado que Mañueco suele tener buena memoria y que ejerce a la perfección el dicho de que la venganza es un plato que se sirve frío. Muy frío.
Una de las incógnitas por despejar es el cabeza de lista de Ciudadanos. Aunque casi dará igual. La campaña la van a hacer Arrimadas y Rivera. Ciudadanos está en alza con independencia de las listas locales y autonómicas. A los leoneses les duele en el alma lo que está pasando en Cataluña. Rechazan visceralmente el independentismo por lo que si les gusta la gestión españolista de Ciudadanos en Cataluña les gustará la propuesta de Ciudadanos para León. No es un argumento muy lógico, pero da igual. Hoy por hoy, a cinco meses de las elecciones, se va a votar más con las vísceras que con la cabeza.
Y algo parecido sucede en el PSOE. Su candidato en la capital, Diez, es un político discreto, machacón, contumaz, moderado, a quién le puede venir bien que Sánchez siga en Madrid, controlando los presupuestos nacionales y enviando de vez en cuando a algún ministro a la provincia para vender las excelencias de una socialdemocracia solidaria y generosa con las más desafortunados.
Bueno, a lo que iba, Felices Fiestas y próspero año 2019. Que Vox no nos empañe el futuro.