La actriz Marisa Paredes ha fallecido a los 78 años, según ha confirmado la Academia de Cine, institución de la que fue presidenta entre 2000 y 2003. El fallecimiento ha sido descrito como “inesperado” por fuentes cercanas a su entorno.
La actriz fue nombrada Premio de Honor en el 22º Festival de Cine de Astorga en el año 2019, cuando acudió a la bimilenaria a recoger su premio, destacando la “importancia” e “interés” de Astorga por la cultura.
Un legado de reconocimiento y compromiso
Marisa Paredes fue homenajeada con numerosos galardones a lo largo de su carrera. Recibió el Premio Nacional de Cinematografía en 1996, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2007 y el Goya de Honor en 2018, entre otros reconocimientos. En 2019, el Festival de Cine de Astorga le otorgó su Premio de Honor, momento en el que destacó el papel fundamental de la cultura en la sociedad.
Paredes también será recordada por su activa implicación política y social. Fue una de las figuras destacadas de la gala de los Goya en 2003, marcada por el lema “No a la guerra en Irak”. Su activismo continuó hasta sus últimos días: el pasado 30 de noviembre participó en una concentración en Madrid para pedir un alto el fuego en Gaza, donde leyó un manifiesto.
Una carrera ligada al cine español
Nacida en Madrid el 3 de abril de 1946, Marisa Paredes comenzó su carrera teatral en 1961 con la obra Esta noche tampoco, bajo la dirección de Conchita Montes. Más tarde, se unió al Grupo de Teatro Universitario, donde consolidó su formación. Durante las siguientes décadas, compaginó su trayectoria en el teatro con su ascenso en el cine y la televisión, destacando en montajes como Orquídeas a la luz de la luna (1988) y Comedia sin título (1990), dirigida por Lluís Pasqual.
A lo largo de más de 60 años de carrera, trabajó con grandes directores como Pedro Almodóvar, Jaime Chávarri y Agustí Villaronga. Fue un rostro clave del universo almodovariano, con papeles memorables en películas como Todo sobre mi madre (1999), Hable con ella (2002) y La piel que habito (2011). Su presencia también cruzó fronteras, participando en títulos como El espinazo del diablo (2001), de Guillermo del Toro, y La vida es bella (1997), de Roberto Benigni.