Leer periódicos es un vicio del hombre libre. Se dijo que el periodismo saltó desde las imprentas de la Enciclopedia y se mezcló con los cardos y los borrachos en las calles. Contó cómo asaltaban los forajidos los bancos en el Oeste o los 10 días que estremecieron al mundo cuando Lenin ordenó que leyeran a John Reed todos los obreros del mundo. Los periódicos no sólo escondían en sus páginas el pedernal con la chispa de las revoluciones, sino ofrecían páginas en las que los lectores buscaban las farmacias de guardia, los crucigramas, las bodas, las fases de la luna, la amenaza de las tormentas, los crímenes por amor, los premios de la lotería y los obituarios. La prensa, los papeles, eran una prolongación del cuerpo, de la casa, de la vida.
“La prensa echó del poder a presidentes ladrones o mentirosos, entró en las cloacas de la corrupción y el crimen”
Casi todo lo que han pensado ciudadanos en tres siglos -Voltaire,Marx, Ortega- se publicó en los periódicos. La prensa echó del poder a presidentes ladrones o mentirosos, entró en las cloacas de la corrupción y el crimen. También es verdad que los dueños de los diarios organizaron guerras y ‘putschs’ de cervecería. Hicieron cosas buenas y malas; la peor es que para superar la crisis regalaran pelucos, ollas de cocina y es posible que hasta condones. Los periódicos dejaron de ser el cuarto poder y dieron menos disgustos. (Digo esto recordando una reunión del Ibex en la que un barón de la banca avisó a los otros. “Decís que hay que dar publicidad a EL MUNDO, ese periódico que nos da tantos disgustos”).
De pronto llegó internet, mandó parar las rotativas y se empezó a escribir en el aire. La era digital era una de las más fascinantes, los ‘tuiteros’ pasaron a ser los historiadores de guardia. Hubo reducción de plantillas, diarios transformados en tabletas. Cabeceras míticas se extinguieron y hasta los periódicos de Londres se fueron hundiendo.
En la orgía de mis recuerdos veo a londinenses con un diario delante de los ojos. Cuando estuve de corresponsal en Londres observaba en el metro cómo cada ciudadano leía un periódico, serio o sensacionalista, en sábana o en tabloide. Los dueños de los diarios iban al entierro de los de la competencia para comprobar que estaban realmente muertos. Ahora los enemigos irreconciliables se unen ante la catástrofe. Cuenta P. Guimón que seis grupos de diarios británicos que suman 18 cabeceras -entre ellas ‘Guardian’, ‘Times’, ‘Sun’- se han juntado para luchar contra la caída de la inversión publicitaria y para propagar el poder de los medios de papel y de ‘on-line’, de los serios y los de queroseno. Con publicidad intentan convencer a la gente de que compre lo que puede leer gratis. Que no cunda el pánico. El periodismo VIVE una metamorfosis triunfal como la de las mariposas. Los periodistas son más necesarios que nunca para evitar la desinformación y la calumnia. Lo del soporte es una gilipollez como las ollas exprés. Si a la generación digital le provoca alergia el papel, escribiremos en la pantalla troquelando la verdad, no al pedo, ni en el aire.
Raúl del Pozo en El Mundo