En la puerta del Museo Romano nos espera Tomás Torres, él va a ser nuestro guía por la Ruta Romana, viste una chaqueta morada abierta y una sonrisa de oreja a oreja. Con rápidos pasos – ¡casi corriendo! – nos lleva por las calles astorganas hasta la Cerca Legionaria. Hacemos un par de altos en la muralla, para observar las preciosas vistas, y porque con tacones altos no se puede correr.
Hemos llegado puntualmente al Museo, y somos 23 personas, sólo dos menos de las que se aceptan por grupo en esta nueva experiencia. Es la primera vez que voy a ver el histórico recorrido por Asturica Augusta, así que estoy muy emocionada, y además tengo el privilegio de verlo de esta forma, teatralizada. En el recinto cerrado de la Cerca podemos observar dos fosos de sección en V, paralelos y exteriores, del tipo fossae fastigatae. Allí estamos todos un poco nerviosos, ya que alguien ha venido a visitarnos.

Salimos con una sonrisa en la cara y hablando de lo que hemos visto y sentido dentro, la experiencia no podría haber comenzado con mejor pie. Tomás Torres nos guía con picaresca y muy animadamente hacia las Termas Menores con la expectación de un niño pensando en lo que va a pasar después, como ya todos saben en Astorga, las termas combinaban estancias con agua a diferente temperatura: tras el vestuario (apodyterium), se halla el agua fría (frigidarium), la templada (tepidarium), la caliente (caldarium) y una sauna (sudatorium o laconicum según tenga o no vapor).

Buscamos a nuestro guía, Tomás Torres, riendo, para saber cuál será nuestro siguiente destino: Aedes Augusti, donde durante el Imperio Romano se llevaban a cabo sacrificios de pequeños animales. Pero, ¡no os preocupéis! ninguna mascota ha sido puesta en peligro para crear este recorrido. Al menos, cuento con ello.
Nos ponemos en camino a nuestro siguiente destino, y Tomás Torres nos lleva calle abajo… ¿de nuevo hacia la muralla? Pero ¡no! En esta ocasión nos vamos a adentrar en un lugar oscuro y frío, y ciertamente húmedo. Las tormentas de los últimos días nos están pasando factura. En el grupo se escuchan risas nerviosas, ¿qué va a pasar ahora? Nos han tenido en vilo todo el recorrido y ahora ya no sabemos qué esperar.
Pasamos por delante del Foro Romano. Un profesor se acerca a explicarnos que el foro se encontraba en la parte alta de la ciudad, y nos comenta de la importancia que tenía Asturica dentro del Impero Romano. Es cierto que viste un poco raro en realidad, pero hoy en día, ¿quién es normal?

Seguimos sanos y salvos, que es importante a estas alturas, porque con las emociones se nos ha olvidado que seguimos en una ciudad actual; ya que hace rato que nos hemos trasportado al pasado, pero por aquí siguen pasando coches. Nosotros seguimos caminando en la calzada donde nos pueden atropellar, pero es que la experiencia está siendo muy buena. Nos acercamos a la Domus, el primer vestigio conservado como consecuencia de las excavaciones arqueológicas modernas. Los mosaicos, las diferentes estancias, muchos han vuelto a observar como si lo vieran todo de nuevo por primera vez.
Llegamos a la Ergástula, situada frente al templo dedicado a Augusto, donde termina nuestro recorrido. Una experiencia que recordaremos durante muchos años, porque durante las etapas de la visita nos han hecho despertar los cinco sentidos. Y hasta la próxima vez que nos volvamos a ver. Siempre nos quedará Asturica Augusta.
*Los datos concretos de la teatralización de la ruta, así como las escenografías no han sido descritas en este artículo para preservar la experiencia única de vivirla en persona y no arruinar el factor sorpresa. Desde Diario de Astorga recomendamos a nuestros lectores que participen de esta experiencia única.