Prieto: “Nos encontramos en una sociedad con tantas distracciones que las preguntas fundamentales de la vida se diluyen”
La Catedral de Astorga acogió, el pasado 4 de octubre, la ordenación presbiteral del bañezano Carlos Hernández Prieto, en una ceremonia muy solemne presidida por el obispo de la ciudad maragata
La ordenación de Prieto es la primera en siete años en la Diócesis de Astorga
Sergio González La S.A.I. Catedral de Astorga acogió el pasado domingo 4 de octubre la ordenación presbiteral del bañezano, Carlos Hernández Prieto en una ceremonia muy solemne presidida por el obispo de la ciudad maragata, Camilo Lorenzo Iglesias. Al acto acudieron personas llegadas desde La Bañeza, religiosas, seminaristas, devotos, sacerdotes de la Diócesis de Astorga, de la de Getafe y de la de Madrid. La Iglesia astorgana estaba de enhorabuena, ya que hacía siete años que no ordenaba a ningún sacerdote. En la ceremonia, la coral astorgana ‘Excelsior’, dirigida por Milagros Alonso, deleitó a los asistentes acompañada al órgano catedralicio por el maestro Nicolás.
Después de que Hernández Prieto ya pueda decir que es oficialmente sacerdote, para lo cual completó hace un año su formación académica de estudios eclesiásticos, este joven religioso ha viajado a Roma para continuar formándose, por petición del obispo Camilo, en el estudio de Teología Dogmática. Prieto comenzó el año pasado y en la actualidad esta cursando el segundo y último año de esta licenciatura. Desde allí, el nuevo sacerdote ha hablado con el Diario de Astorga-Astorga Digital sobre su visión de la religión y de su papel en la sociedad actual.
Pregunta: ¿Por qué decidió dar el paso al sacerdocio?
Respuesta: La decisión de solicitar la ordenación sacerdotal, del mismo modo que lo fue la de entrar al seminario, más que una decisión es una respuesta. La respuesta a una llamada, que es el sentido original del término “vocación”. Por ser respuesta implicó mi libertad, una decisión por mi parte, pero esta decisión se fundamentó en la certeza suficiente de que esa era y es la voluntad de Dios para mi vida.
P: ¿Cuánto tiempo hace que comenzó su vocación por el cristianismo y cómo?
R: Mi vida cristiana comenzó antes de que tuviera uso de razón, cuando fui bautizado pocas semanas después de nacer.
El hecho de haber sido bautizado por deseo de mis padres lo considero un regalo de Dios, pues me transmitieron la vida en Dios, la vida de fe. Pocos días después de haberme cogido en brazos, me pusieron en manos de Dios. Este hecho es también signo de que la fe no se consigue, sino que se recibe.
P: Desde esta redacción nos gustaría conocer su visión del mundo. ¿Cuál cree que es el mayor problema de la sociedad actual?
R: En mi opinión, el mayor problema de la sociedad (occidental) actual es la ausencia cada vez mayor de una actitud de búsqueda de la verdad. Nos encontramos en medio de una sociedad con tantas distracciones, tantos reclamos, que las preguntas fundamentales de la vida se diluyen.
P: Hay pensadores que opinan que existe una crisis espiritual y un vacío generalizado. ¿Dónde cree que encuentran los ciudadanos de este siglo la inspiración o ese sentido de transcendencia que ha acompañado al ser humanos desde sus inicios?
R: El ser humano, por naturaleza, está llamado a relacionarse con lo trascendente, a vivir y entregar la vida como respuesta a quien se la ha dado y se la da. Los hombres de este siglo, como los de todos los tiempos, pueden entregar la vida a Dios o a un ídolo que hace las veces de Dios, que puede ser desde algo material a los propios proyectos, al deseo de autorrealización. La diferencia está en que quien entrega la vida a Dios se la entrega a la fuente de la vida. Sin embargo, quien entrega la vida a un ídolo, no puede recibir de él nada.
P: Algunos estudiosos afirman que estamos llegando a una nueva Era en donde espiritualidad y ciencia se unificarán. ¿Cree que pueden entenderse o que por el contrario son irreconciliables?
R: Creo, como propone la Iglesia, que la fe y la razón son dos ámbitos de conocimientos que se complementan y que a su vez tienen una autonomía recíproca. Existen verdades de fe que no es posible probar científicamente, del mismo modo que existen verdades científicas que no necesitan de la fe. Cuando el conocimiento científico no se deja iluminar por la fe y la moral, éste puede abrir puertas que van en contra de la dignidad del mismo ser humano.
P: ¿Cómo ve el futuro? ¿Cree que el hombre tiene la felicidad a su alcance, qué terminará autodestruyéndose o qué hace falta la llegada de un nuevo paradigma que le impulse a superarse a si mismo?
R: Veo el futuro con esperanza, con la confianza puesta en que Dios no deja de actuar en el corazón de los hombres. El paradigma del que me habla creo que ya ha llegado con la venida al mundo del Hijo de Dios, Jesús. Pero no es sólo un paradigma a imitar, sino una persona viva a seguir. Si Dios está de nuestra parte, si Dios se ha hecho hombre como nosotros, hay motivo para la esperanza.
P: Centrándonos en la Iglesia Católica, ¿Qué cree que aporta ésta a la sociedad actual?
R: Lo más importante que aporta la Iglesia a la sociedad actual es el Evangelio, la Buena Noticia que es Jesucristo mismo. La Iglesia, a pesar de la necesidad de purificación, hace presente hoy en medio del mundo el Reino de Dios. Esto se hace muy patente en su solicitud por defender la dignidad de los más débiles.
P: Ahora mismom continúa sus estudios en Roma. ¿De qué manera se vive la religión en esta ciudad?
R: En Roma la Iglesia forma parte de la vida de todos, ya que su presencia en esta ciudad es muy grande. Siempre me ha llamado mucho la atención el hecho de que se percibe una familiaridad y respeto de la gente por la Iglesia mayor que en España.
P: ¿Ha conocido en persona al Papa Francisco? ¿Cómo ve el papel que está desempeñando?
R: En una ocasión le he saludado, la pasada fiesta de San Pedro y San Pablo, que tuvo lugar el pasado 29 de junio. Creo que el Papa está entregándose en el servicio de la Iglesia, tratando de guiarla para que sea fiel al Evangelio.
P: Algunos consideran que la Iglesia Católica esta condenada a desaparecer, prueba de este proceso es la disminución de fieles, practicantes y clérigos, que como usted deciden volverse guías. ¿Cree que la Institución evolucionará en los próximos años o que permanecerá inmóvil?
R: Para hacer una valoración sobre la evolución de la Iglesia Católica me parece que hay que considerar no sólo la situación en Europa, sino en todo el mundo. En cualquier caso, durante los siglos la Iglesia siempre ha seguido la dinámica del fermento, el cual, en medio del mundo, hace que crezca el amor a Dios y a los hombres.
P: ¿Cuál cree que sería la manera de volver a llenar las iglesias de creyentes?
R: Me parece que el objetivo no debe ser llenar las iglesias de creyentes. De hecho, hasta hace no muchos años las iglesias estaban llenas de creyentes, pero la falta de transmisión de la fe hace pensar que aquella fe no cambiaba la vida de los que asistían a las celebraciones. El objetivo debe ser que los hombres de hoy descubran la verdad de Dios y de ese modo la verdad de sus vidas, que sigan a Jesucristo. La mejor y única manera que conozco para que esto se produzca es el testimonio fiel y alegre de todos los cristianos, no sólo los sacerdotes.
P: ¿Cuál considera que es la mayor aportación de la religión católica?
R: La verdad de que Dios, nuestro origen y meta, es Padre, Hijo y Espíritu Santo, comunión de amor de personas, y que estamos llamados a compartir su misma vida divina.
P: ¿Hay hipocresía en la Iglesia actual o se predica con el ejemplo?
R: La Iglesia es santa, a la vez que necesita constantemente la purificación de sus miembros. La persona que quiera ver el pecado de los miembros de la Iglesia lamentablemente lo verá y se podrá escandalizar por ello. Sin embargo, creo que es mucho más poderoso e iluminador el testimonio de tantas y tantas vidas que día a día entregan su vida a Dios amando a sus hermanos. Aunque eso, lamentablemente, no suele ser noticia en la sociedad actual.
P: ¿Qué opinión le merecen otras religiones y otras ideologías?
R: Las otras religiones me merecen respeto, porque contienen elementos que orientan a los fieles hacia Dios. Al mismo tiempo me duele que no hayan conocido la plenitud de la Verdad.
P: El comunismo y el cristianismo tienen un principio de solidaridad común. ¿En qué difieren según su criterio? Por otro lado, ¿Qué tiene en común el cristianismo y el capitalismo?
R: El comunismo y el cristianismo difieren en una cosa fundamental: el comunismo ha despreciado lo ético, ha justificado la violencia como medio para el bien. No encuentro nada en común entre la doctrina social de la Iglesia y el capitalismo. Sí tiene cosas en común con el puritanismo cristiano, que de hecho está en su origen.
P: Una de las mayores insistencias de la Iglesia Católica para sus devotos es el celibato. ¿Lo considera imprescindible? ¿Cuál es el significado último de esta forma de vida?
R: La Iglesia Católica no insiste en que los fieles sean célibes, sino en que practique la virtud de la castidad. Dicha virtud que consiste en vivir la verdad en el amor, puede realizarse en los diferentes estados de vida, tanto en aquellos que son religiosos como los que viven una vida matrimonial. De hecho en las Iglesias Católicas de rito oriental existen sacerdotes casados. En occidente, donde sobre todo está presente la Iglesia Católica de rito latino, se ha descubierto el celibato como un don peculiar de Dios a todos los que llama a la vida sacerdotal. No es por tanto imprescindible para la vida sacerdotal, pero en mi caso y en el de miles de sacerdotes de rito latino, existe el compromiso de custodiar y conservar este don de Dios que hemos recibido. El significado de la vida célibe es la entrega indivisa de la vida a Dios y al servicio de la Iglesia.
P: Vivimos en una sociedad hipersexualizada, llena de mensajes subliminales y no tan subliminales relacionados con el sexo que pueden llegar a confundir a las personas. ¿Cómo cree que debería abordarse la educación sexual?
R: Creo que debería abordarse desde la integración de la sexualidad y la afectividad en la persona, es decir, desde una educación que muestre cómo nuestro cuerpo está hecho para amar a los demás del modo justo. Los medios de comunicación social y la opinión general tratan de imponer la idea de que cualquier tipo de relación sexual es simplemente un medio de alcanzar placer, algo inofensivo. Pero en realidad una relación sexual, llamada a ser expresión del amor y de la entrega, se torna de ese modo en búsqueda de uno mismo, utilización e instrumentalización del otro.
Educar sexualmente creo que pasa por educar en el amor, aprender a amar del modo adecuado, también con nuestro cuerpo. Jesucristo ha desvelado no sólo la verdad sobre Dios, sino también sobre el hombre. Es por ello que en ese sentido la Iglesia es depositaria de un conocimiento sobre la verdad del hombre que está llamada a compartir y comunicar, también en este punto.