Hace unos días, un pequeño pueblo cerca de O Cebreiro, llamado Fuente de la Oliva, declaraba por medio de sus pocos vecinos y su alcalde pedáneo que preferían pertenecer a Galicia, pues además de nula distancia, todos los servicios básicos los tenían más cerca allí. El presidente de la Diputación de León y también alcalde de la localidad berciana de Camponaraya, Eduardo Morán, visitó a los pocos días la citada localidad y prometió arreglar las vías de comunicación con asfaltado y otros arreglos donde ahora hay camino de monte prácticamente.
Lo que podía ser una mera noticia comarcal, es en sí misma, una prueba más del sentimiento de muchos habitantes que hablan gallego, ven televisión gallega y hacen su vida “mirando a Galicia”. Existe un movimiento político minoritario desde la óptica regional, pero que se mantiene ahí legislatura tras legislatura con logros históricos como un acta de diputado provincial en la anterior etapa, cosa que nunca se había conseguido y por mor de una coalición liderada, esta vez sí, por un político de la zona con liderazgo hasta que cayó en desgracia por otras cuestiones personales. Me refiero, claro está, a Pedro Muñoz. Los de la llamada “quinta provincia”, gallega, tienen a cada poco munición para su retórica de separarse de la Comunidad o, cuando menos, de la provincia leonesa.
Unas jornadas después, en el municipio de Torre del Bierzo, diezmado sin minería y en búsqueda de alternativas de subsistencia en pleno corazón comarcal, la UPL logra que salga adelante la moción de pedir que León se separe de Castilla. Un algo así como: “si no me dejáis que me vaya yo, pues nos vamos toda la provincia”. Leonesismo y bercianismo a la vez. La décima provincia de Castilla y León, de una forma u otra, la provincia del Bierzo y la provincia de León, con o sin el Bierzo.
El Valladolid “nos roba” es estadísticamente demostrable, tanto como irrealizable y quiméricas estas posturas provincialistas. El tren ya pasó, pero tomen nota los representantes públicos. Es triste administrar miseria.
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