La moción como arma de retroceso está haciendo que salpique la pólvora quemada en más de una carrera política. La operación diseñada a escala nacional frente a las autonomías populares de Murcia, Madrid y Castilla y León ha salido mal. El reguero de desconfianza en esta clase de política, o mejor dicho, en esta clase de políticos no hace sino sembrar más desencanto y discordia entre el pueblo y sus no tan legítimos representantes.
Tudanca ha quedado herido, tocado. No sabemos todavía hasta qué punto. Puede que en claro espíritu resilente sepa aprender la lección de que a una moción se va con los deberes hechos y las cuentas de votos claras. Y aún así puede que te la jueguen los tuyos, como con el “tamayazo” de Madrid hace años.
Lo cierto es que entre la ciudadanía crece el descontento con esta operación que puso para mal en los telediarios nacionales a Castilla y León. Una vez más. Pero lo que se va filtrando de este denominado “puente de San José”, aunque aquí no fue festivo, no deja lugar a una serie de jornadas de teléfonos al rojo vivo. Las negociaciones con la UPL, por citar sólo algún punto de la tragicomedia, tocaban a la misma Diputación de León, donde su presidente, Eduardo Morán, sería uno de los llamados a la política regional y realizándose un reforzamiento del leonesismo en el Gobierno provincial, en la institución más leonesa que ninguna y donde más fácil se puede aplicar el fenómeno clientelista en juntas locales y municipios.
En el Partido Popular el sábado pudieron al fin encajar las cuentas. A una de mis fuentes le dije: “por si te graban. Me dices si hace sol o lluvia cuando te llame”. Y mi buen amigo me dijo en plena “fiebre del sábado noche” que “por poco, pero va a lucir un sol radiante este domingo”. Mensaje captado. Los periodistas a veces valemos más por lo que callamos que por lo que contamos. Quédense con que Tudanca perdió su oportunidad y Mañueco ha reforzado su cuestionado liderazgo desde Génova hasta María de Molina, sedes ya históricas del PP.
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