Cuando yo tenía 18 años vivía en Bilbao donde estudiaba. Mi abuelo, con el que pasé gran parte de mi infancia y del que aprendí a vivir libre y a entender la vida, me mandó llamar. Estaba en los últimos días de su vida. Como el rayo, atravesé toda España de autobús en autobús hasta llegar a su lado. Le encontré muy debilitado; incluso le costaba hablar. Yo era su nieta mayor, la que él había criado con la ayuda de la abuela. Pidió que nos dejaran solos, y quede sentada a su lado en una silla. Le cogí de la mano, mientras sentía la garganta oprimida por la certeza de que estaba en sus últimas horas, y me preguntaba en silencio qué sería aquello que quería compartir conmigo antes de irse. Mirándome serio y con las últimas fuerzas que le quedaban, me dijo: - Tienes ya dieciocho años… Ahora, dentro de sólo unos días, son las primeras elecciones en España. Las primeras, después de tantos y tantos años de silencio Yo le escuchaba, sin interrumpirle. Sus palabras entraban en mi corazón, aposentándose en él como si fueran piezas de un puzzle que encajaba con todo aquello que me había enseñado de niña. No le interrumpí, ni pregunté nada, solo escuchaba. - Hay que ir a votar - dijo- hay que ir… - Sí abuelo iré -le decía yo casi sin poder hablar. El insistía: - Hay que ir a votar... y yo no podré hacerlo. Por eso te he llamado… para que tú vayas. Para que vayas y votes… para que votes por ti y por mí - Sí abuelo iré… Antes de dejar de hablar por su agotamiento, con el último esfuerzo, me preguntó: - ¿Sabes a quién tienes que votar? - Sí, abuelo; lo sé. Lo sé… Mi abuelo murió tres días después. No volvió a hablar Yo le acompañaba por las tardes en silencio, en un silencio lleno de recuerdos y cariño; un afecto recíproco. En su mesilla de noche había dejado un sobre para las votaciones que él jamás podría ya depositar. Permanecí en el lugar unos días más, hasta la jornada de los comicios. Aquel día me levanté temprano, nerviosa, llena de una alegría difícil de comprender. A las once de la mañana, con el sobre en el que compartía el mensaje del abuelo, me fui a votar. Llegué a la urna y aunque fue mi mano quien introdujo el sobre, sentí que era él también quien votaba. Nunca miré en el interior del sobre, para comprobar a que grupo estábamos apoyando. No era necesario. Recordaba perfectamente sus ansias de libertad, educación, solidaridad y justicia. Él me educó para trabajar por una España distinta donde el gesto humano no pudiera ser silenciado o dirigido siempre por los mismos. Desde aquel día y hasta ahora, por él, por mí misma, por mis hijos, por todos aquellos que quieren que nuestra sociedad mejore y avance, voto PSOE. Ahora, en 2015 siento que hay que arrimar más que nunca el hombro. Por esto apoyo con mi pequeña contribución al grupo de Victorina Alonso que se presenta para las municipales en Astorga por el PSOE. Me ilusiona ella, su dedicación e integridad; me llena de esperanza su equipo y sus proyectos. Por ello ahora digo ¡VAMOS ASTORGA!!! *Petra Fernández Fuentes, Celeste, es empresaria y forma parte de la candidatura del PSOE a las elecciones municipales de Astorga*
El voto que compartí con mi abuelo
Petra Fernández Fuentes, Celeste, es empresaria y forma parte de la
candidatura del PSOE a las elecciones municipales de Astorga
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