La aparente tranquilidad de la ciudad de Ponferrada se vio quebrada por la presencia, por segunda vez en su vida, del actual rey Felipe VI. El motivo no era otro que el poner el broche de oro a los XXV años del Campus de la ULE en Ponferrada. Con mejor representación no se podía contar y vaya desde aquí nuestra enhorabuena a todo el equipo del vicerrectorado universitario.
Además de las anécdotas que toda visita de Casa Real produce, lo cierto es que el aire provinciano al estilo “bienvenido míster Marshall” tuvo su punto culminante en la plaza del Ayuntamiento donde el público se agolpaba agitando banderas nacionales y gritando “vivas al rey”. Aparte de la empanada berciana regalada, la camiseta del centenario de la Ponferradina hubo otros regalos más “envenenados” como los libros de provincia del “Vierzo”, que también cumple 200 años de la proclamación y demás. Felipe VI se ha mostrado muy profesional y metido en su papel de cercanía natural, pero nada que ver con la campechanía del emérito y sus contínuas bromas. Aquí el Rey no dijo ni esta boca es mía a la prensa y todo el tiempo se ciñó al férreo protocolo.
La Universidad en Ponferrada fue un encabezonamiento de toda la sociedad berciana y sus líderes sociales y políticos, algo en que rara vez coinciden, pero que en esa ocasión se logró. Los fondos mineros, esta vez sí, no se fueron a parar a multitud de polígonos industriales medio vacíos, centros culturales en poblaciones semihabitadas o piscinas climatizadas en medio del campo y otros dispendios similares. Invertir en formación es fundamental. Al campus de Ponferrada le queda aún varios retos por delante para sus próximos XXV años. Alcanzar las mil matrículas, la residencia universitaria, más fondos para la investigación y, entre los nuevos grados, la vieja promesa de una Facultad de Comunicación. Pero de momento, el logro primero está logrado. Atrás quedaron sombras erráticas como la Escuela de Cine, que no fue otra cosa que privatización de la docencia del séptimo arte ahora reconvertida en FP. Incluso hubo hasta vicerrectoras anteriores con la clara misión de minimizar la presencia universitaria en la ciudad del Sil y sus puentes. A Dios gracias no lo logró. Albricias