Un minuto de gloria y poco más. Olegario Ramón se impuso en las elecciones a la secretaría general de la agrupación socialista de Ponferrada; mientras que José Antonio Díez hacía lo propio en la agrupación de la capital leonesa, la más poderosa de la Comunidad. En Ponferrada la victoria de los oficialistas fue muy ajustada; en León, el crítico Díez se imponía a su rival por una amplia diferencia. Los dos ganadores han ganado una batalla, ahora, si quieren ser candidatos a sus respectivas alcaldías en 2019 deberán presentarse a otras primarias. Otra batalla pero la misma guerra. Gira la noria socialista sin parar.
El PSOE necesita reposar el larguísimo periodo de elecciones internas: Sánchez, Tudanca, Cendón y ahora Díez y Ramón. ¿Hasta cuándo, oh dios mío, durará esta trituradora de candidatos? Porque, al final, ideas, lo que se dice ideas, pocas. Precisamente lo que se exige a un PSOE fuerte: ideas, propuestas, alternativas, capacidad de ilusión, liderazgo, renovación y unión, mucha unión en un momento históricamente clave. Ahí está Cataluña, donde el PSOE/PSC cosechó, diga lo que se diga, un pésimo resultado. Y ya se sabe que en las cuentas electorales socialistas Cataluña, junto con Andalucía, es clave. Pedro Sánchez sólo gobernará algún día si gana en Cataluña y se mantiene en Andalucía. Y, por supuesto, Madrid, que es el gran granero de votos en el que compiten todos, absolutamente todos.
Aquí en casa, Díez es un luchador de fondo, se le nota su preparación deportiva y atlética. Pero los músculos no son suficientes. Echó un pulso en las primarias de la ejecutiva provincial y lo perdió de forma rotunda. Antes había apostado por Susana y perdió. Y mejor no recordar el resultado de las últimas elecciones municipales en la capital leonesa. Sí, tiene experiencia y la verdad es que todos los días se gana el jornal en el Ayuntamiento intentado buscar una grieta que ponga en tela de juicio el frágil edificio que ha levantado Silván. Pero el viento no sopla a su favor. Ni los elementos. Y mira que Silván tiene grietas en sus cimientos. Lo que pasa es que Díez no acaba de dar con la clave para que sus denuncias, quejas y propuestas lleguen al ciudadano. Los fuegos artificiales de Silván ocultan el trabajo de zapa de Díez y su equipo.
Los datos de la última EPA son tremendamente desalentadores para León y provincia. Son un resumen de las consecuencias del ejercicio de gobierno de los populares en la provincia. Una situación a la que el PSOE no saca partido. No es capaz de construir una alternativa. No se trata de cubrir el expediente con una rueda de prensa tras otra ni con comunicados de esos que tan bien le vienen a algunos medios de comunicación para cortar y pegar. La batalla de los medios la tiene perdida el PSOE desde hace mucho tiempo. Y la de la sonrisa, también. Silván sonríe mejor que Díez y, por supuesto, le gana por goleada a Cendón.
Pero, hoy, ni Díez ni Ramón tendrán tiempo para celebrar sus respectivos triunfos. Todos –también ellos- estaremos pendientes de lo que suceda a las tres de la tarde en el Parlament de Cataluña. Otra vez con el alma encogida por la incertidumbre y por el temor a lo desconocido. Basta que Rajoy haya prometido que Puigdemont no será elegido presidente de la Generalitat para que el candidato prófugo independentista se presente hoy en el parque de la Ciudadela y la líe parda. Otra vez. Miedo me da.