El PP, después

Yo no me alegraría mucho del calvario por el que está pasando la familia socialista. Lo que hoy le pasa a tu rival político mañana te puede pasar a ti. ¿Y qué le está pasando al PSOE? Si atendemos a una visión menos centrada en el apunte del día podemos obtener una clara percepción de que el modelo partidista establecido en la Transición está produciendo sus últimos estertores.

El gran logro de José María Aznar, no lo olvidemos, y que comenzó en Castilla y León haciendo por un tiempo de Valladolid el centro neurálgico de repercusión política nacional, fue la transición de la derecha postfranquista hacia un centroderecha de corte liberal. Sólo así se pudo vencer en las urnas a un socialismo en el que astutamente y con visión de Estado, Felipe González desterró todo vestigio marxista y radical para ser una socialdemocracia como en el resto de Europa. La izquierda, hay que admitirlo, llevó la delantera mucho tiempo a la derecha.

Bien sea por los excesos del sistema bipartito, que para mí no lo es del todo, pues los partidos nacionalistas, que son derecha burguesa y conservadora, dejaron sin sitio al PP, con lo que hay partidos bisagras según convenga en la política nacional; bien sea por un mero cambio generacional, lo cierto es que el PSOE está enfrascado en regenerarse de arriba abajo para no ser engullido por el fenómeno podemita. Uno de los dos modelos, el más centrado o el más escorado a la izquierda, será el representante nacional de la izquierda cuando esta difícil digestión termine. Se tardará no más de una o dos legislaturas. Al tiempo.
Mientras tanto, el PP sigue siendo postaznarista. Rajoy fue y es todavía una figura de esa etapa. De hecho, fue nombrado sucesor digitalmente -ironía- algo que en el nuevo Partido Popular no volverá a suceder. No debería.

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