La alarma sanitaria desatada por la rápida propagación del coronavirus Covid-19, tras la detección de los primeros casos en España a principios de febrero, se cierne sobre los distintos entornos que se preparan para dar respuesta a una amenaza invisible que avanza a ritmo imparable. En el ámbito del Camino de Santiago, los albergues extreman las medidas de prevención para atender a los peregrinos y tratan de blindarse ante la llegada de un huésped al que nadie quiere alojar. Desde la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago, la coordinadora del programa Hospitaleros Voluntarios, Ana Isabel Barreda, señala que “enero, febrero y marzo son meses de bajo paso de peregrinos” y apunta que “de notarse una bajada, será a partir de abril, que es el mes en el que la mayoría de los peregrinos de otras latitudes vienen a hacer el Camino”.
“No hay un estudio de mercado sobre cómo está afectando la crisis del Covid-19 a las intenciones de los posibles peregrinos en los albergues que nosotros atendemos”, reconoce Barreda, que explica que los voluntarios italianos son los más perjudicados por la situación, aunque “por ahora es un número insignificante el que ha dicho que no vendrán a ser hospitaleros”. “Algunos han mostrado temor a que las autoridades italianas restrinjan las salidas a otros países, pero eso aún no ha pasado y en todo caso lo que hacen es avisar a la organización de Hospitaleros que pudieran incumplir sus compromisos. No está sucediendo con voluntarios de otros países con o los nacionales”, apunta.
En esa línea, la responsable de Hospitaleros Voluntarios subraya que “cada uno de los voluntarios es libre de declinar el compromiso de ir a un albergue hasta que la crisis finalice por la razón que sea y así está explicado a todos”. “De todos se espera sentido común y si están en zonas de riesgo o experimentan los síntomas de esta enfermedad, Hospitaleros Voluntarios quiere entender que se abstendrán de venir a ser hospitaleros”, señala Barreda, que recuerda que las únicas medidas adoptadas con respecto a los voluntarios que atienden a los peregrinos son “las que en cada momento adopte el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas”.
Ante la crisis sanitaria desatada por la propagación del virus, la Federación emitió esta semana un comunicado público en el que facilita a los hospitaleros unas mínimas normas de prevención basadas en las indicaciones destinadas a los profesionales de la salud. En esa línea, el comunicado reitera la importancia de extremar las medidas higiénicas y remarca que el uso de mascarillas no impide la entrada de virus a las vías respiratorias y sólo está destinado a personas enfermas o en contacto con enfermos.
“Desgraciadamente y contrario a lo que Hospitaleros propone, pero ante el peligro que puede suponer en estos momentos, hay que evitar el contacto físico con alguien que esté sufriendo infecciones respiratorias que presenten tos, estornudos y expectoración, manteniendo la distancia mínima de un metro”, explican en el escrito, en el que recuerdan la importancia de no acudir al centro de salud en caso de detectar esos síntomas.
Protocolo específico
Por su parte, el presidente de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago del Bierzo, Roger de la Cruz, recalca que las aglomeraciones en las que se junta un gran número de personas son uno de los elementos identificados por las autoridades como focos de contagio, lo que ya repercute en la suspensión de congresos, ferias y eventos deportivos. “Se prevé que todo lo que sea masivo puede tener sus consecuencias”, recuerda De la Cruz. “En el Camino, los albergues se comparten con hasta 40 personas, cada uno venimos de nuestra casa y eso puede llegar a ser un problema”, admite.
Convencido desde un primer momento de que esta crisis iba a “afectar de lleno al Camino de Santiago”, el responsable de la asociación berciana de amigos de la Ruta Jacobea señala que a partir de Semana Santa, con el inicio de la temporada de mayor afluencia, será cuando pueda notarse una eventual bajada en el gran número de peregrinos extranjeros que aprovechan los meses de menos calor, previos al verano, para completar su recorrido. “No sólo es el peregrino español el que camina”, insiste De la Cruz, que confía en que la preocupación que pueda existir en los lugares de procedencia de estos caminantes foráneos ayude a evitar la propagación del virus. “El que venga de fuera también tomará sus medidas de precaución”, explica.
En cuanto a los hospitaleros, De la Cruz subraya la importancia de conocer en cada momento las recomendaciones del Ministerio de Sanidad y de que las acciones que tome cada colectivo sigan estas normas y pautas. “La población ya está demasiado asustada, hay que agarrarse a algo seguro, a la información fiable y oficial. A veces, el miedo se apodera de nosotros y pensamos que todo la información que circula proviene de una fuente fiable”, lamenta.
En ese sentido, el presidente de la asociación considera que sería útil disponer de un “protocolo específico” para abordar un caso que pudiera producirse en el ámbito del Camino de Santiago. “Van a dejar que se expanda el tema y cuando ya esté dentro, cuando tengamos el problema encima, se tomarán medidas. Habría que haberlo hecho antes”, reclama De la Cruz, que subraya que ésta última es su opinión personal y no representa a la de la asociación. “Ojalá me equivoque”, apostilla.
Concienciar al peregrino
Entre los albergues de la comarca, la normalidad continúa siendo la tónica dominante, aunque existe una natural preocupación por la expansión del virus, que se hace más patente cuando la mirada se fija en los guantes que los hospitaleros usan estos días, como medida de precaución, para atender a los pocos peregrinos que mantienen vivo el goteo durante estos meses de temporada baja.
Al respecto, el responsable del albergue parroquial San Nicolás de Flüe de Ponferrada, Miguel Ángel Pérez, explica que los voluntarios, que van cambiando cada 15 días, reciben al inicio de su colaboración una pequeña charla informativa sobre la situación, con el objetivo de “hacer conscientes a los peregrinos de las medidas y recomendaciones básicas”, como mantener una adecuada higiene de manos, toser en el codo o avisar a los responsables del alojamiento si notan síntomas que puedan estar relacionados con la infección.
“Si llega alguien con esos síntomas, lo único que podemos hacer es seguir las recomendaciones, estamos en manos de lo que vayan diciendo día a día los técnicos sanitarios”, remarca el responsable del albergue, que valora que “afortunadamente no ha surgido ningún caso” relacionado con la Ruta Jacobea y coincide con De la Cruz en que es pronto para evaluar la repercusión de esta crisis en la afluencia de peregrinos.
Sin embargo, Pérez admite que “probablemente disminuirá el número de peregrinos por el lógico miedo al conatgio”. “¿Cómo controlas a toda la gente del Camino? Puedes controlar a los que presentan síntomas, pero ¿qué pasa con los asintomáticos?”, se pregunta el responsable de las instalaciones, que subraya que “un albergue de peregrinos es otra realidad, con gente que viene de mil sitios, y no sabes si alguien ha pasado por aquí y ha infectado a otros sin darse cuenta”.
En ese sentido, también opina que ante la ausencia de un protocolo específico, los albergues se verían desbordados en su capacidad de abordar el problema en caso de registrar un positivo por coronavirus. “Habría que ver qué gente estuvo en contacto con el peregrino”, explica Pérez, que subraya que la responsabilidad de decretar medidas más severas, como la clausura del albergue o una cuarentena de sus huéspedes, dependería de las autoridades sanitarias. En cualquier caso, Pérez apunta que, de acuerdo con los expertos, la expansión del virus se verá dificultada por la subida de temperaturas que acompañará a los próximos meses, lo que supone “un consuelo menor”. “Si todo eso ayuda y podemos normalizar la situación, pasaremos a un estadio más favorable”, vaticina.
Por su parte,el responsable del albergue Ave Fénix de Villafranca del Bierzo, Jesús Jato, se muestra más tranquilo respecto al avance de una epidemia a la que considera que “se le está dando mucho bombo”. “No hay preocupación, creo que no va a tener influencia en el Camino”, augura Jato, que bromea con que “los gallegos presentan como protección la concha de una centolla”.
Convencido de que el actual estado de pánico “pasará dentro de cuatro días”, este hospitalero de tercera generación lamenta la “propaganda” que se ha dado a una enfermedad que compara con “una gripe fuerte”. “La gente sabe que si estás débil te puede ventilar, pero los peregrinos normalmente son gente que está bien de salud, gente sana”, remarca. Ante la posibilidad de que las autoridades decreten medidas más restrictivas por la proliferación de positivos por coronavirus, Jato se muestra confiado. “Si se limita la circulación una temporada, los peregrinos vendrán después”, vaticina.