El peligro neocom…unista y el neocon…servador

Se habla mucho desde hace una década de los neocon, sobre todo en EEUU, que llevaron a la saga Bush a la Presidencia del padre y del hijo, e incluso tienen algún retoño familiar más en altos cargos de la Administración norteamericana. Pero poco del neocom…unismo. El régimen de Rusia y sus países satélites, con una democracia secuestrada, en la República Popular China, con las dos velocidades famosas, sistema capitalista-gobierno de dictadura comunista, el momificado régimen castrista en Cuba o los países de centro y Sudamérica “bolivarianos” son algunos ejemplos de la nueva estrategia de los descendientes de Marx y compañía. La amenaza al mundo libre, o al menos al de las democracias liberales occidentales, bien repúblicas, bien monarquías parlamentarias como la nuestra, no se limita a la posibilidad de una agresión armada para la conquista del poder como hace un siglo; implica también, como un elemento cada día más importante, la conquista de la opinión pública. Por lo general esta conquista no tiene como fin que sea aceptada directa y sumariamente la doctrina neocomunista, pues tal aceptación es más que dudosa. Lo saben los mentores de la secta roja, que todavía no han conseguido por medio de elecciones libres una auténtica mayoría que les permita el dominio íntegro de un gobierno. Para la conquista de la opinión pública, los neocomunistas introducen veladamente en puntos claves de la sociedad a tontos útiles y a criptocomunistas, que desde estos puntos difunden doctrinas con formulaciones que parecen más o menos moderadas, pero que llevan en su interior el veneno comunista; es decir, afirman principios que, una vez aceptados, conducen en sana lógica al neocomunismo. Conscientemente o no, estos elementos infiltrados en las redes sociales, blogs, incluso en los medios de comunicación digitales, en las formaciones de izquierda radical, colectivos antisistema, movimientos sociales contra un determinado problema social, e incluso en formaciones pseudoculturales de falso revisionismo histórico y hasta también en partidos más moderados de la izquierda, como los socialistas democráticos a los que se les han colado de rondón pequeños comisarios políticos agitadores del radicalismo más corrosivo, en definitiva, todo ese complejo entramado conduce a la agitación promovida por el neocomunismo insurgente.

Esta técnica, utilizada desde hace medio siglo en el País Vasco, hace pensar a la opinión pública general que una gran mayoría está en contra del sistema o a favor de una contrarrevolución desde dentro. Cuando se habla de gestoras pro amnistía, colectivo de presos, colectivos euskaldunes, agrupaciones culturales…Al final son todos el mismo perro con diferente collar. En las provincias Vascongadas el nacionalismo de izquierdas radical lleva lustros sometiendo a chantaje y extorsión al resto de sus vecinos e intentando arrodillar al resto del Estado español. Hasta ahora sin lograr su triunfo final.

La población mayoritariamente católica de España y de los países hispanoamericanos, también sufre el neocomunismo, pero nunca podrá vender haciendo, con todas las banderas desplegadas, su propaganda atea, radicalmente igualitaria, libertaria y favorecedora de la inmoralidad. La reacción que encuentra le cierra innumerables puertas: una mayoría compacta del público, por ser católico, rechaza tal propaganda frontalmente contraria a los principios de la sociedad que profesan y defienden. También ante la respuesta de las “derechas”, llamadas así a los defensores del conservadurismo y la tradición en términos económicos y sociales, sólo hubo en el siglo pasado como resultado dictaduras nacionales, pero no un movimiento internacional fuerte como la tendencia suprafronteriza del viejo y el neocomunismo. Esto es, el catolicismo es la única respuesta internacional en el mundo occidental a la mentalidad neocomunista, porque no existe una coalición o formación política internacional neoconservadora implantada de la misma forma que su contrario. Es cierto que hubo un cierto movimiento neocon en la España aznarista e incluso en la Italia de Berlusconni, pero poco más. Actualmente, más por efecto de la crisis económica y de valores han florecido extremistas como Le Pen, hija y padre, en Francia, Amanecer Dorado en Grecia y alguna flor de un día más en países de nuestra civilización. Fuego fatuo.

En los medios católicos también existe una infiltración de neocomunistas que, sumada a la relajación de los cuadros y mandos derivados de la estructura eclesiástica, ya se saben, laicos familiares, amigos, comunicadores, profesores, médicos, periodistas, técnicos, administrativos, agentes sociales y un sin fin de profesionales de menor nivel en la jerarquía eclesiástica que hacen del cuerpo católico un ente menos fuerte del que demanda el peligro neocomunista. De ahí que el Papa Francisco, sabedor de esa debilidad creciente en el cuerpo de la Iglesia y sus allegados, demanda huir del capitalismo salvaje, el amor al lujo empresarial, las formas sibaritas y el amiguismo sin fe ni compromiso ético. Falta saber cuándo veremos ese efecto de revolución de la sencillez llega a las diócesis españolas. La nuestra, la asturicense, por ejemplo, caminó durante un tiempo por los senderos del neoconservadurismo en lo referente a la política empresarial aplicada como si en el manual del buen banquero judío mercader se hubiese tomado la senda a seguir. A Dios gracias, eso terminó y la sensatez, que no es otra que seguir al Evangelio, parece ser la vuelta a los orígenes, huyendo de los empresarios privados y sus intereses en la zona o de clase utilizando a la Iglesia como aliado o excusa e incluso como medio para su propio fin u objetivo. A Dios lo que es de Dios y a César lo que es del César. ¿Les suena? O como en la puerta principal de acceso a la SEO astorgana, en cuya portada los maestros canteros ya dejaron tallada la expulsión de los judíos y mercaderes fuera del Templo del Padre. Catecismo en piedra de hace siglos vigente hoy en plena era digital.

Una de las grandes ventajas de esta táctica, tanto de los neocomunistas como de los neoconservadores, radica en la gran dificultad que hay de denunciar a sus agentes en los medios y estructuras públicas o en las propias católicas sin parecer que se está atacando a la propia Iglesia y al propio sistema de Derecho. Uno no puede desenmascarar a un agente electoral del socialismo más  radical, reconvertido a empresario y gestor de patrimonio y recursos culturales católicos, por citar un ejemplo, sin descubrir la complicidad de unos pocos miembros de la  Curia que lo mantiene en el puesto, a él o a la empresa concesionaria suya. Además, como la propaganda doctrinal neocomunista y de los agentes de los neoconservadores en los círculos católicos velan ambos el lenguaje específico de la teología y de la filosofía cristianas, es necesaria una verdadera especialización cultural para denunciar estas doctrinas y contra argumentar con éxito en favor de la religión católica y la sociedad neutral amenazada. Solamente un fervoroso católico al igual que un ciudadano ejemplar, claramente reconocido como tal, puede emprender tal obra sin incurrir en la sospecha de que desea demoler la Iglesia o lucrarse de ella al igual que de la Administración Pública.

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