El vicepresidente y portavoz de la Junta de Castilla y León se defendió bien ante el portavoz de Unidas Podemos en la interpelación en las Cortes sobre la despoblación y todo lo que se hace, o no, para combatirla, en especial en León, Zamora y Salamanca. Sin embargo, el señor Igea pronunció uno de sus pensamientos singulares afirmando que «el problema de las tres provincias del Oeste viene motivado por la falta de comunicaciones». Albricias, descubrió la pólvora el portavoz.
Que toda la Comunidad es ejemplo indiscutido de lo que se ha venido a llamar la España vaciada, nadie lo duda. Que en especial – quizás los hermanos sorianos también- es el Oeste donde la pérdida de población es realmente alarmante y que la sensación es que es un fenómeno económico y social imparable también.
Dentro de poco, las clases pasivas serán tantas o más que las activas, esto es, que unos pocos trabajarán y aportarán a la administración pública en general el único soporte de una política de servicios y de calidad de vida que no acaba de llegar. Ir contra el fenómeno de concentración en las capitales provinciales y sus alrededores es ir contra natura. Pretender contar con servicios básicos médicos, escolares o administrativos en cada pueblo es otra sinrazón.
Quedan muchos cientos de kilómetros de autovías por construir, vías de tren que modernizar, e incluso cambiar el concepto de aeropuertos fantasmas. Pero también existe la comunicación de la información, donde por nuestra particular orografía las señales o la misma fibra óptica es un lejano sueño.
Ante todo este depresivo panorama no queda más que apostar por los centros comarcales o áreas departamentales de servicio. Sí, las comarcas. En nuestra amplia región existe un mapa invisible a los ojos que lo conforman costumbres, vivencias y relaciones mutuas ancestrales. La mejor política contra la reposición de nuestros mayores ciudadanos es el hacer una vida digna y con oportunidad de trabajo a los hijos de las nueve provincias y media. Mucha comunicación señor Igea, pero no sólo de palabra sino de hechos también. El oeste de Castilla y León avanza cada día en convertirse en una zona de especial protección natural y humana con lugareños que cuidar como especie a extinguir. Vamos, de la boina a la reserva india.
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