Como si de una película se tratara, el Cine Velasco proyecta sus créditos, y es que tras diez años haciendo disfrutar a astorganos y visitantes del séptimo arte, este viernes cierra sus puertas con la proyección de los últimos cortometrajes del Festival de Cine.
Las razones por las que han decidido hacerlo es la falta de clientela o las nuevas plataformas de internet que permiten ver series y películas desde casa.
A pesar de ello, queda una última esperanza, ya que van a dejar durante un tiempo el cine montado por si alguna persona decidiera hacerse cargo de él.
En el último estertor del fin de semana, un viento gélido pincha en el callejón. Melos baja la verja mientras las parejas se abrazan en un órdago al frío, y los solitarios, soñando con dejar de serlo, buscan en sus abrigos ese gramo de calor para regresar a casa. Tocan las doce y cuarto en el ayuntamiento y la noche y la lluvia se adueñan de las calles. La película pudo ser una autética basura, pero es este preciso momento el que marca la diferencia: la magia de un cine de provincias que dirían lo capitalinos. Una imagen que no debe de diferir demasiado de la que pudieron vivir nuestros abuelos a la salida de cualquiera de los cines que por entonces había en nuestra querida astorga. Aquí ni siquiera nos quedará el consuelo de la alternativa sucedánea del cine de centro comercial. Algunos no le darán importancia, pero se pierde una de nuestras esencias. Y seguiremos perdiendo una tras otra mientras astorga languidece en esta senda de decadencia de los últimos 50 años, hasta que sólo quede el silencio y el tiempo, como las calles de astorga tras el último pase de una noche de domingo en el cine velasco.