El incendio forestal de Castrillo de los Polvazares, en la provincia de León, y que se mantiene en nivel 1 de peligrosidad por la previsión de más de 12 horas para su extinción, ha quemado ya unas 800 hectáreas, fundamentalmente de pasto, matorral y algún pinar particular, lo que, unido al viento, hizo que “corriera como la pólvora”.
Así lo apuntó hoy el delegado territorial de la Junta en León, Eduardo Diego, quien recordó que el incendio se originó sobre las 16 horas de la tarde de ayer altura de la localidad de Castillo de los Polvazares, en el término municipal de Astorga, y “el viento provocó que progresará muy rápido hacia el sur en este”, amenazando a las localidades de Piedralba, Otero de la Valduerna y Morales del Arcediano, lo que hizo que la Junta de Castilla y León activara el nivel 2 de peligrosidad.
No obstante, a pesar de que el alcalde de Santiago Millas, municipio al que pertenecen las tres, confirmara a la Agencia Ical el desalojo de las dos primeras, el delegado territorial puntualizó hoy que lo que se hizo fue “confinarlas en un lugar seguro”, tal y como también ocurrió con la gasolinera situada en la zona de acceso de la cartera de San Lorenzo a la a las A-6. A última hora de la tarde los vecinos regresaron a sus viviendas.
“Gracias a que la meteorología facilitó la polinización del incendio y a que los medios aseguraran el entorno del incendio, en la mañana de hoy se rebajó el incendio al nivel 1, ya que no existe riesgo para las poblaciones ni para el corte de alguna carretera”, trasladó el delegado territorial, al tiempo que confirmó que el incendio está “estabilizado”, aunque no se puede dar por controlado, de forma que se sigue trabajando en la zona.
Eduardo Diego aprovechó la ocasión para hacer un “llamado a la responsabilidad”, ya que consideró que “no es casualidad que haya habido dos incendios en la misma zona”, ya que esta madrugada se produjo un segundo conato, por lo que aseguró que “la mano del hombre está detrás”, aunque todavía “está en investigación” para “acreditarlo”.
El secretario técnico del servicio y jefe del incendio insistió en que el incendio “se puede considerar técnicamente estabilizado”, aunque no se da por controlado debido a que “la dimensión y el perímetro del incendio es lo suficientemente grande”, así como los medios desplegados, lo que obliga a “ser cautos” ante la posibilidad de “una reproducción que pueda causar una nueva alarma”, ya que “las condiciones climatológicas empiezan a ser un poco desfavorables” debido al aumento de la temperatura y el viento.
El jefe del incendió destacó que el incendio se propagó a una velocidad de unas 150 a 180 hectáreas por hora, es decir, 28 metros por segundo, ya que “el viento tiene una velocidad constante en torno entre 25 y 30 kilómetros por hora, muy constante del noroeste con rachas que rebasaban los 45 o 50 kilómetros por hora”. Esto fue “lo que dificultó más la extinción”.