El efecto catalán

La inmensa mayoría de los leoneses asisten acongojados e incrédulos, minuto a minuto, a través de la televisión y de todos los medios digitales posibles a lo que sucede en Cataluña. No es un conflicto de mero orden público, sino político con gravísimas repercusiones de orden público. Y de imprevisibles consecuencias. Esa incredulidad se convierte en cabreo e impotencia. Faltan aún tres semanas para las elecciones generales del 10-N, pero, sin duda, el efecto catalán va a tener su repercusión electoral en una provincia de interior como León, cuya implicación en este conflicto es de rabia contenida, dignidad, patriotismo bien entendido y solidaridad.

En esta ocasión muchos leoneses van a ir a votar con las vísceras más que con la  cabeza. La deriva del conflicto en Cataluña es imprevisible. Pero el daño ya está hecho. Los candidatos de todos los partidos políticos leoneses obvian en sus intervenciones el conflicto catalán. Hacen ímprobos esfuerzos para centrar el debate en las muchas cuestiones pendientes. Así, por ejemplo, León se ha convertido en una playa de desembarco de ministros en funciones del Gobierno en funciones. Vienen y van a la desesperada. Dejan sus mensajes y unas promesas que no puede concretar porque no hay –ni se les espera- Presupuestos Generales del Estado a la vista. Es más, esos ministros no entran al trapo para explicar porque en la previsión de gasto que el Gobierno en funciones ha enviado a Bruselas el gasto público cae al 41,3% del PIB, lo que significa nuevos recortes en la inversión en sectores fundamentales como la sanidad  o la educación pública.

Hay iniciativas para centrar el debate en temas leoneses. Por ejemplo, el alcalde, Diez, elige la sala municipal de los reyes leoneses para anunciar, ante un gran cuadro de un rey con una enorme espada al cinto, una misión empresarial al emirato árabe de Qatar. Ahora la reconquista es económica y el objetivo es atraer los petrodólares árabes, sin ser muy exigentes con la calidad democrática de su procedencia. Mejor mirar para otra parte aunque se sea de izquierdas.

Otro ejemplo, en el palacio de los Guzmanes, su titular, Morán, aprovecha el batiburrillo electoral y catalán para anunciar subidas de impuestos y tasas para financiar la enorme deuda heredada por la pésima gestión de Gersul. En vez de exigir responsabilidades a la anterior administración, Morán prefiere desdecirse de sus palabras y cargar al contribuyente este cuantioso fiasco. Por ahí anda un acta del 26 de febrero de 2018 del Consorcio Provincial para la Gestión de los Residuos Sólidos de la Provincia (Gersul), en la que el entonces alcalde de Camponaraya y representante de la Mancomunidad Bierzo Central, Eduardo Morán, hoy, presidente de la Diputación, se oponía a la propuesta de subir las tasas para pagar la enorme deuda del Consorcio.  En aquel entonces reciente Morán aseguraba que “(… ) ¿por una mala gestión o por una gestión inadecuada vamos a tener que proponer a los ciudadanos que paguen una cuota mayor? Me parece injusto y yo, dese luego, me opondré”. Ay, qué mala memoria. La misma enfermedad que sufre su antecesor Martínez Majo. ¿Habrá epidemia en el Palacio de los Guzmanes?

En fin, mejor que se hable de Cataluña y que los leoneses vivan estos días con el corazón encogido por esas tremendas imágenes de una Vía Layetana de Barcelona ardiendo por los cuatro costados. Cataluña y, bueno, el Valle de los Caídos. Ya hay fecha para exhumar los restos del dictador. Esto sí que es una gran cortina de humo.

 

 

 

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