A sus 26 años, el joven leonés Adrián Fernández acaba de proclamarse campeón de España de trial en la categoría de motos eléctricas, gracias a la victoria conseguida en la última prueba del campeonato, celebrada en la localidad turolense de Valderrobres. Tras 12 años en la competición, los tres últimos con una montura de motor eléctrico, ‘Adrigas’, como le conocen en el entorno de la competición, advierte de que este ámbito de la movilidad sin emisiones “es un terreno en el que se está innovando mucho”. “En poco tiempo va a evolucionar mucho más que el motor de gasolina, que lleva siendo el mismo desde hace 30 años”, augura.
En ese sentido, Adrián reconoce que la apuesta de las diferentes marcas que participan en la competición por la moto eléctrica aún no ha acabado de cristalizar. “Es un nuevo mundo no sólo para mí, sino para los fabricantes”, explica el piloto berciano, que asegura que “la gente lleva toda la vida acostumbrado a la gasolina, pero en cuanto prueban la eléctrica y ven cómo funciona les cambia la mentalidad”.
En la misma línea, el piloto lamenta que “todavía es difícil cambiar el chip de la gente porque aún no han podido probar modelos competitivos a precios asequibles”, pero advierte de que “las marcas importantes apostarán por este cambio en cuanto empiecen a ver las ventajas de la moto eléctrica”. Como prueba del crecimiento que viene, el piloto señala que la participación en la categoría especial creada en el campeonato de España para este tipo de vehículos duplicó este año los cuatro participantes del año pasado. “Creo que el futuro de la movilidad en general, sobre todo en motos, va por el camino de la electricidad”, vaticina.
Una trayectoria de casi dos décadas
Su primera moto le llegó a las manos cuando tenía sólo siete años, un modelo de ‘minicross’ con el que empezó a hacer sus primeras incursiones en el mundo de las dos ruedas. “No era una moto de trial, porque en aquel entonces no había motos infantiles”, explica. El virus del motor le había llegado al organismo a través de su padre, su tío y su primo, con los que entrenaba durante los fines de semana para adquirir experiencia y mejorar el nivel. “Ellos eran una influencia para coger la moto más a menudo y me ayudaron a seguir”, reconoce.
El hecho de escoger, de todos los deporte de motor, esta disciplina en la que no se prima la velocidad sino cuestiones como el equilibrio o la técnica, se debió a la nada despreciable presencia de este deporte en la comarca del Bierzo. “El trial es lo que más se llevaba, era donde más ambiente había en ese momento. Si hubiera coincidido en La Bañeza igual hubiera tirado por la velocidad”, admite.
El paso a la moto eléctrica
Tras toda una vida a lomos de motos de gasolina de dos tiempos, la creación de una categoría específica para motos eléctricas en el campeonato de España le animó a dar el salto hacia este nuevo modelo de movilidad, de la mano de la marca francesa Electric Motion. “Se pusieron en contacto conmigo y con otros tres o cuatro pilotos para darnos la oportunidad de competir con esas motos, a modo de prueba y de escaparate”, explica Adrián, que en 2017 y 2018 corrió con un modelo, anterior al actual, sin embrague ni marchas. “No se asemejaba mucho a lo que estábamos acostumbrados”, reconoce.
Este año, el berciano tuvo ocasión de probar el nuevo modelo en la prueba disputada en la localidad berciana de Pobladura de las Regueras y en la regional celebrada en Ponferrada, Con nuevo chasis y nuevo motor, la innovación más importante del modelo E-Pure Race es el embrague hidráulico. “Es lo que funciona en el mundo del trial para poder hacer una conducción más técnica”, explica Adrián, que asegura que otra de las ventajas del motor eléctrico es que la tracción y el par -la fuerza que se emite a la rueda en un momento determinado- son mucho más progresivos. “En zonas resbaladizas, con mucha agua y rocas, se nota mucho”, afirma.
Además, la moto pesa cinco kilos menos que el modelo anterior y que un modelo equivalente de gasolina, con una batería de 10 kilos. “Las baterías son cada vez más pequeñas y con más durabilidad”, relata el piloto, que apunta que la mayor ventaja de estas motos reside en que “la puedes cargar en casa”. “Llegas a casa, terminas de entrenar, la enchufas y en dos horas está cargada al completo”, explica.
Esto evita tener que comprar gasolina, mezclar aceite, renovar el filtro de aire y otras cuestiones asociadas al mantenimiento de las motos tradicionales. Además, una batería completa dura en torno a un depósito y medio de una de gasolina, asegura el berciano, que reconoce con ironía que “el problema es que si vas a hacer una excursión por la montaña y te quedas sin batería, hay que buscar un enchufe en un árbol”.
En términos globales, Adrián asegura que el paso a la moto eléctrica “tiene más ventajas que desventajas” aunque reconoce que sus primeras impresiones, basadas en el sonido, no eran muy halagüeñas. “No oyes ruido y piensas que esto no tira, que cómo vas a subir a ese sitio, pero aunque no suene, la moto tira”, afirma el piloto berciano, que recuerda con sentido del humor los motes asignados a su nueva montura, como ‘minipimer’ o ‘termomix’. El cambio en la energía que impulsa su motor también ha afectado a su nombre de batalla en el mundo de la competición, ‘Adrigas’. “Es un símbolo como piloto”, asegura el berciano, que comenta entre risas que ahora tendrá que llamarse ‘Adrivatios’. En realidad, lo que ha hecho el piloto es añadir al inicio del nombre que lleva impreso en su casco la letra E que acompaña a los dispositivos electrónicos.
Con los pies en la tierra
En una especialidad del mundo del motor dominada tradicionalmente por los pilotos catalanes, el berciano explica que “en Castilla y León hay más trial exterior, estamos más acostumbrados y es lo que entrenamos día a día”. Sin embargo, Adrián valora las exhibiciones de trial ‘indoor’ como “muy vistosas y más técnicas”. “Con cuatro contenedores, cuatro tubos y dos ruedas pasas la tarde y la gente no tiene que desplazarse al monte a tragar polvo para poder verlo”, explica.
Aunque practica un deporte en el que echar el pie a tierra penaliza, el berciano pilota en contra de la corriente y, con los pies bien asentados en el suelo, agradece la ayuda prestada para seguir compitiendo, tanto por su familia como por el fabricante. “Siempre gusta ganar pero esto es un hobby, nosotros no podemos vivir de eso, son cuatro los que viven de ello”, reconoce. “Lo que te da de comer es el trabajo y aunque te caigas, el lunes hay que ir a trabajar”, explica Adrián, con la sensatez propia del que está siempre atento para evitar el fiasco.