El Camino de Santiago no entiende de edades y la experiencia de Eusebia Chimeno así lo atestigua. A sus 81 años, el pasado 16 de septiembre decidió emprender la marcha desde Madrid en agradecimiento por haber superado un cáncer y la adicción al alcohol.
“Tenía ganas de hacer el Camino, aunque es duro”, asegura Eusebia, que este domingo recorría el tramo berciano entre El Acebo y Ponferrada con un buen humor envidiable: “No sé cuándo llegaré a Santiago, porque las uñas de los pies ya las tengo negras”.
Eusebia camina alrededor de 20 kilómetros diarios, la mayor parte del tiempo en soledad: “No me da miedo ir sola”, asegura, “mi familia al principio no lo aceptaba, me reñían, pero ahora ya sí. Llevo el teléfono y hablo con ellos todos los días”.
Antes de continuar su peregrinación, Eusebia manda un recado a quien corresponda: “Tendrían que arreglar un poco el camino, que en algunas partes está muy mal”.