El veterano y poliédrico Matías Llorente ya ejerce como auténtico presidente de la Diputación desde el Manzanal hasta la Montaña Oriental. La otra parte, El Bierzo, queda de uso exclusivo para el presidente y alcalde de Camponaraya, Eduardo Morán. Entre los barones socialistas provinciales comienza a preocupar ya esta situación. No quieren que vaya a más. Todos respaldaron la elección de un presidente berciano de la Diputación por la necesidad de vertebrar un eje León-Ponferrada y coser de una vez por todas la provincia, consiguiendo que El Manzanal no fuese una frontera sino un punto de convergencia. No se están cumpliendo esas expectativas. Ni de lejos.
Llorente es la clave de bóveda del gobierno provincial. Su voto es decisivo para hacer realidad la mayoría absoluta. Y desde esa posición estratégica, Llorente, el único diputado provincial de la UPL y, sobre todo, líder agrario de largo recorrido, controla ya áreas fundamentales de la Diputación como los planes provinciales, la financiación de las juntas vecinales, el desarrollo del aeropuerto, las campañas de productos de León y es decisivo a la hora de aprobar o no los presupuestos anuales. Llorente tiene otra fortaleza: lleva décadas en la Diputación y conoce perfectamente la maquinaria burocrática. Controla el juego del palo y la zanahoria, sabe qué resortes tocar y cuales no apretar. Nada saldrá adelante en los próximos años en la Diputación sin el visto bueno de la sonrisa irónica de Llorente.
A cambio, Llorente no se meterá en El Bierzo. Y es una pena porque la UPL, partido al que ahora pertenece Llorente, necesita al Bierzo si de verdad alguna vez quiere ser alternativa política a los bipartidistas PSOE y PP. Ya se vio en las elecciones municipales, autonómicas y en las generales. UPL necesita El Bierzo, ahora tienen que lograr que Llorente se interese también por El Bierzo.
¿Y los diputados socialistas? Pues la verdad es que aún no han pasado de la primera etapa del estreno de los zapatos nuevos. Aún no han asumido que han ganado al PP y que ahora controlan la Diputación tras muchos mandatos en la oposición; están tan ensimismados en sí mismos que aún no se han puesto a conocer los auténticos resortes del poder de la casona de los Guzmanes. Bueno, algún diputado –caso aislado- ya comienza a ser consciente del enorme poder que ha acumulado el único diputado de la UPL, aunque éste sea aliado fiel del PSOE. Por ejemplo, el PSOE tiene un gran portavoz, el alcalde de Cistierna, pero tiene que creérselo, y comenzar a ejercer con firmeza y no mirar tanto de reojo a ver qué gesto pone su vecino de mesa Llorente.
Una de las herencias envenenadas que el PP ha dejado al PSOE en la Diputación son los abultados remanentes anuales, es decir el dinero presupuestado pero no gastado, que técnicamente el pasado año sobrepasó los cien millones de euros, aunque el superávit real se reduce a menos de la mitad porque el resto es gasto comprometido, pero no ejecutado. Una auténtica bola de nieve. Y curiosamente quien explica estos pormenores a la prensa es, cómo no, Llorente. El diputado omnipresente. La pregunta es obvia ¿por qué los distintos gobiernos de la Diputación no son capaces de ejecutar desde hace años sus presupuestos anuales en una provincia con tantas necesidades? Llorente –cómo no- lo tiene claro: la culpa es del Gobierno de Madrid y del famoso decreto de control de gasto impuesto por el Ministerio de Hacienda.
Esta explicación adelanta la próxima postura del gobierno UPL-PSOE: Más de lo mismo. No van a entrar en el fondo del problema. A la UPL le viene bien echar la culpa al Gobierno central. Mañana se la echará a la Junta de Castilla y León. Ay, el irredento victimismo.