Como cada año, Astorga ha acogido la tradicional ofrenda a su patrona Santa Marta. En esta ocasión, el regidor, Juan José Alonso Perandones, ha relatado una serie de datos históricos de la municipalidad y de la historia religiosa, además de cuestiones afectivas, y de carencias, de nuestro momento presente.
Además, ha pedido a la patrona por “el bienestar de los astorganos, por la atención a los más necesitados, por un futuro próspero, rejuvenecido, os dirigimos, finalmente, Santa Marta, esta Ofrenda, con la gratitud por vuestro ejemplo y testimonio, que perdura en la vida de esta, nuestra querida ciudad”.
Ofrenda del alcalde a Santa Marta
Venimos, un año más, Santa Marta, Patrona de Astorga, a hacer la Ofrenda de la ciudad, en una situación sin las limitaciones pasadas, que tanto han alterado la vida de los astorganos, y de toda la humanidad. Esta iglesia, reedificada en 1740, por el empeño del canónigo Bartolomé de Loredo y colaboración del vecindario astorgano, está impregnada de vuestro testimonio martirial, representado en las tablas de Gaspar de Palencia, del retablo lateral, en las yeserías, las vidrieras, y en esta notable imagen, de Lucas Gutiérrez, del retablo mayor que tenemos ante nuestros ojos.
No podía ese gran astorgano, no de nacencia, pero sí de querencia hacia la ciudad, don Matías, descuidar el dejar constancia, en la “Historia de Astorga” de cómo recogen las actas municipales el establecimiento de vuestro patronazgo. Son las actas municipales un cuadro vivo, a través del tiempo, de la vida astorgana y de sus cuartos y alfoces, y de ellas extraemos los siguientes datos. “En la sesión del 14 de junio de 1741 (recién finalizada la reconstrucción de esta iglesia) don Bartolomé Loredo, canónigo y diputado por el Cabildo en el Ayuntamiento, y don Antonio Fernández, presbítero, mayordomo de dicha iglesia, hicieron representación para que la Corporación municipal hiciese memoria de un acuerdo tomado en el año 1685 (poco más o menos) y confirmado en 1693, en el que la Corporación, por unanimidad de votos, había resuelto elegir a la Virgen Sta. Marta por patrona de la ciudad y sus arrabales. Y suplicaban que hiciese dicha elección y que anualmente se le dedicara solemne fiesta en su iglesia nuevamente reedificada, asistiendo la ciudad a Vísperas, misa y sermón”. El señor obispo de la diócesis, en aquel entonces, Pedro de Cáceres, el Cabildo, el Real Consejo, dieron su consentimiento para la instauración de este patronazgo.
Puede que a ustedes, astorganos fieles en esta celebración, les haya sorprendido que el insigne Bartolomé de Loredo haya sido mencionado como “canónigo y diputado por el Cabildo en el Ayuntamiento”, es decir, en los términos actuales, como concejal. La razón era que en el siglo XVIII seguía vigente el privilegio otorgado al Cabildo por el monarca Alfonso X, en el siglo XIII, de contar con dos representantes en el Regimiento, que hoy denominamos Corporación municipal. Como se podrán imaginar fueron frecuentes las avenencias, y no pocas veces las discrepancias, entre ellas la elección del solar para edificar el nuevo ayuntamiento, el que hoy brilla con luz propia en la plaza Mayor.
Desde el siglo XVIII, pues, la Corporación Municipal, con algunas variaciones en el ritual, habidas en el transcurso de los siglos, viene, venimos asistiendo a implorar vuestra intercesión, como gran mensajera que escucha, y atiende, aquello que nos alegra, y también lo que nos aflige. No hacemos en esta Ofrenda tan solo una incardinación con el culto a Santa Marta, sino con el asentamiento del cristianismo en nuestra ciudad, con unos límites diocesanos, como recoge Pedro Rodríguez en el “Episcopologio”, similares a los del Convento Jurídico. Sin comprender lo que significa esta sede apostólica en la historia de la ciudad y por extensión de la diócesis, poco se sabrá de su historia, de sus costumbres, del arte que las ennoblece, incluso de parte de su creación literaria. A propósito de esta última, la creación literaria, dado que conocida es la carta de San Cipriano, el sarcófago paleocristiano, y otros testimonios de los primeros siglos cristianos, deseo aportar hoy, unos versos, no muy divulgados, pero que entroncan con ese devenir histórico, en el que, decimos, nos sentimos incardinados. Pertenecen a José Antonio Carro Celada, sacerdote, escritor, que ante el hallazgo de un grafito de crismón sobre ‘terra sigillata’ hallado en Astorga, datado en el siglo V, le surge esta inspiración, que titula, oportunamente, ‘Crismón’. Alude el poema a dos letras que figuran en este grafito, son las dos primeras, en alfabeto griego, del nombre de Cristo:
Parece un evangelio
repisado,
reunido en dos letras que esconden y declaran
los rasguños de un Dios disimulado.
El Dios que no se sube a las pronunciaciones
mas de prodiga entero sobre el barro.
Ningún buril trazó las hendiduras,
es casi un arañazo,
una expresión de amor
que se ha excedido, el rastro
de este Dios que se escribe,
cuyo nombre está como excavado.
Hemos relatado Santa Marta, patrona de Astorga, datos históricos de la municipalidad, otros alusivos a la historia religiosa, pero no queremos dejar al margen, en esta Ofrenda, cuestiones afectivas, y de carencias, de nuestro momento presente. Digo afectivas, pues hemos tenido la suerte de tener la vecindad en este bajel amurallado, de Santa Marta, de San Bartolomé, que se expande, como un bajamar, por sus cuatro puntos cardinales hacia otros barrios, de San Andrés, de Puertarrey, de Rectivía. Por poniente, el Teleno nevado estos días, de inusitada belleza, y por oriente esas lomas que abrigan campos labrados, ahora con la tierra removida y esponjada. Desde la torre rosada, a la que hoy está permitido el subir para observar los horizontes a través de la escalera de pronunciado caracol, bien se aprecia no solo el paisaje sino el diverso caserío, vecinal, conventual, el dedicado al culto y a la labor comercial y artesanal, y otro, también destacado, a la asistencia de aquellos que sueñan su infancia, adolescencia y madurez, en los tiempos últimos de la vejez. Tanta humanidad y belleza, no puede hacernos olvidar nuestras necesidades, en unos tiempos de retracción de la natalidad, por nuevos hábitos de vida, tampoco la carencia de un despertar económico, no basado, exclusivamente, en las actividades que se vienen históricamente desarrollando.
Por el bienestar de los astorganos, por la atención a los más necesitados, por un futuro próspero, rejuvenecido, os dirigimos, finalmente, Santa Marta, esta Ofrenda, con la gratitud por vuestro ejemplo y testimonio, que perdura en la vida de esta, nuestra querida ciudad”.
por el bienestar de los astorganos… sr perandones, es evidente lo que puede hacer al respecto sin necesidad de pedírselo a los santos.