Se abrieron sus manos , cuál mariposa añil, dio al pobre su parte para seguir pobre ,como azucena inocente de jardines rotos , allí , donde crece la bondad.
Julia es pequeña, de tez blanca y cabello marrón , huérfana de padre , pero de vez en cuando recibe atenciones de la tía que vive lejos , en la ciudad.
Hoy ha llegado un paquete , la madre de la pequeña, desata las cuerdas que arropan la caja , en su interior, dos abrigos para Julia herencia de su prima Isabel.
Fue tal la emoción, que la pequeña vistió las prendas rápidamente, y aunque sobraban abundantes d hombro , sirvieron para gastarlas los cuatro siguientes .
Al abrigo de aquel paño que envolvió su cuerpecito, se arrima el calor y la ilusión, no quitándolo ni dentro ni fuera de la escuela.
Pero la pequeña Julia mira a Lorenza, que acerca su mano al abrigo, rozando sus deditos por tan suave prenda.
Al día siguiente, Julia , coge el abrigo marrón y se lo entrega a la pequeña.
Antes no tenia abrigo y ahora tengo dos , dijo Julia !!!, con uno tengo suficiente, mientras entrego el otro a Lorenza.
Cada noche , las pequeñas, esperan a las ovejas regresar , y allí , como princesas bien abrigadas en invierno feroz , ahuyentan la oscuridad con su luz y el frío con sus abrigos que llegan casi hasta sus pequeñitas galochas.
La pequeñas mariposas revolotean, sus alas calladas , esparcen silencios al rocio al despertar, sus pequeñas manos , dibujan flores al pizarrín ,calle abajo , hacia la escuela.
Isasy Cadierno