entrevista

Edu Tahoces: un enfermero berciano en Milán en los tiempos del coronavirus

El joven sanitario de Ponferrada lleva 13 años viviendo en Italia y ante la crisis del coronavirus nos cuenta su día a día: estar tranquilamente en casa, con paciencia, e ir a trabajar a su hospital, el GOM Niguarda, donde atiende un flujo continuo de urgencias de neurocirugía
El enfermero berciano Eduardo Luis Tahoces (primero dcha) con sus compañeros en el GOM Niguarda, un hospital de Milán. / E. Tahoces

Fran Fernández Salgado

El ponferradino Eduardo Luis Tahoces González llegó a Milán hace 13 años. Vive solo y tiene dos gatos, y adora a Britney Spears. Hoy, este enfermero berciano de 37 años es uno de los miles de sanitarios que se están desviviendo por controlar la crisis del coronavirus. En su caso, el campo de batalla es el Grande Ospedale Metropolitano de Niguarda, en el barrio homónimo de la ciudad de Milán, que destacó en la guerra de los años 40 por su actividad antifascista. Una localización, según él mismo dice en esta entrevista, en «casi primera línea» de la lucha contra la pandemia.

En Ponferrada, entre otros, está su madre, de quien destaca la virtud de «no ser sensacionalista» y de que está sabiendo dar «la justa dimensión a la cosa». Eduardo, Edu, Tahoces tiene su piso en el mismo barrio en el que está su GOM Niguarda. La labor sanitaria que desempeña se desarrolla en un quirófano de neurocirugía en el que se han centralizado las urgencias de este tipo. La crisis del «cóvid», como él lo pronuncia, con acento llano, a la italiana, tiene al sistema sanitario transalpino al 100% de rendimiento y a la población con órdenes de no salir prácticamente para nada de sus casas.

En ese estado de cosas, el joven enfermero de San Esteban de Valdueza trata, dice, de evitar el tema de conversación incluso con sus compañeros de trabajo en el hospital, y, en sus ratos libres, desconectar y disfrutar con series de televisión. En definitiva, «llevarlo con paciencia», dice. Andrà tutto bene, nos recuerda Eduardo Luis Tahoces González, entonando el cántico optimista que recorre y vitaliza Italia en estas peliagudas semanas.

Pregunta. ¿Cómo es ahora tu día a día?, ¿qué restricciones tienes?, ¿se deben a tu categoría profesional o son comunes a toda la población?

Respuesta. Mi vida cotidiana es estar en casa casi todo el día e ir a trabajar. Como enfermero estoy en una de las categorías a las que les está permitido ir a trabajar. Las restricciones son iguales para todo el mundo en todo el país. La gente, hoy en día, según un decreto ministerial, no puede salir de casa salvo para ir a la compra, a la farmacia o, en el caso de las categorías que trabajamos, para ir a trabajar. Así que eso: en casa, con Netflix, y, cuando me toca, prepararme e ir a trabajar.

P. En tu actividad profesional como enfermero en una región en la que se ha detectado un alto número de casos de esta pandemia, ¿hay momentos en que te encuentras ante alguna situación práctica extraordinaria que te obliga a sentir algo de vértigo?

R. Sí, la verdad es que sí. Yo trabajo en un quirófano de neurocirugía, soy instrumentista, y dado que gran parte de los hospitales y clínicas de la ciudad han cesado su actividad (me refiero a nivel de neurocirugía) pues han centrado en toda la actividad de urgencias en mi hospital, que es uno de los más grandes de Italia. Lo cual quiere decir que ahora mi quirófano está con una actividad mucho mayor, con pacientes que llegan de toda la región con problemas neuroquirúrgicos que hay que operar.

P. Muchos más y en una situación…

R. Claro: existe la gran posibilidad de que varios o incluso muchos de ellos sean positivos al cóvid. De hecho, el primer paciente con cóvid que llegó a nuestro quirófano me tocó a mí, en mi turno, y me paré y tuve que pensar “un momento”, porque en verdad no estábamos preparados para acoger a un paciente positivo en quirófano. No sabíamos cómo tendríamos que habernos comportado en la intubación, aunque a este paciente no le hizo falta; no sabíamos cómo tendríamos que desinfectar todas las superficies del quirófano; no sabíamos cómo teníamos que comportarnos respecto al flujo laminar de aire (el recambio de aire) del quirófano… y esto a las 2 de la mañana o las 3, que no hay mucha gente a la que preguntar. Pero bueno al final, con buena voluntad y la ayuda disponible conseguimos sacar adelante la situación.

P. ¿Tienes alguna fecha en la que vaya a serte posible salir de Milán, venirte a España?

R. Sinceramente, sobre esto no sé exactamente qué decirte. Por ahora, todas las restricciones van hasta el 4 de abril, aunque ya se dice que llegará más allá porque se calcula que el pico de la infección será a mediados de abril.

 

Los italianos solo tienen permitido salir para comprar comida o ir a la farmacia y, en el caso de profesionales sanitarios como Eduardo Tahoces, para ir a trabajar. / E. Tahoces

 

P. ¿Cuáles fueron tus primeras impresiones y en qué momento atisbaste la gravedad del asunto?

R. Cuando empezaron a salir noticias de que la infección se estaba propagando en Italia yo estaba en la montaña tranquilamente, en la nieve. Tenía que volver a Milán y confieso que ya me paré en el supermercado del pueblillo en el que estábamos a comprar un poco de pasta; no exageradamente, como alguna ente que está loca, pero compré algo de despensa. Porque la cosa da un poco de susto, como supongo que está pasando, en España, al ver que se vacían los supermercados.

Pero bueno, no le di mucha importancia hasta que llegué al hospital y vi la situación que se estaba preparando. Tengo que reconocer que mi nivel de alerta fue creciendo poco a poco, como le pasó a la mayor parte de las personas, al principio le daba una importancia relativa y luego me di cuenta de que la cosa era bastante seria.

P. A los profesionales de la sanidad en Milán, esto del coronavirus os tiene que estar volviendo locos, ¿pero cómo es la cosa en Italia en general?

R. Para los profesionales de la sanidad es una situación nueva y bastante estresante. Lo llevamos con paciencia. En el resto del país, la gente, yo creo, está empezando a tomar consciencia de lo que está pasando y empiezan a acatar las normas y demás. Como veo que también está pasando en España, que mucha gente que es imbécil o idiota, como queramos decir, y que dejan que cunda el pánico, empiezan a hacer hidrogel alcohólico en casa, cosas ridículas, salen con una bolsa de plástico en la cabeza… o sea: idiotez hay en todas partes y en estas ocasiones sale a flote. Como cuando cerraron Milán, corrió la noticia de que iban a cerrar toda la Lombardía y la gente se echó corriendo a los trenes, que es justo lo que no hay que hacer. Si lo cierran es para contener, con lo que peor que puedes hacer es marcharte. Cada vez que pasa algo, cada vez que sale el presidente del Consiglio y da una nueva normativa pues, digamos, el poso de la sociedad en el que residen los idiotas sale a flote. Pero bueno yo creo que, en general, la gente se está comportando bastante bien y estamos llevándolo con bastante dignidad.

P. ¿Crees que este tipo de situaciones nos hacen valorar más algunas cosas?

R. Estas cosas nos hacen valorar más que no hay que dar todo por supuesto. Un día estamos tranquilamente por la calle y a la semana siguiente no puedes salir de tu casa ni siquiera a tomarte una ‘cañeja’ por ahí.

P. ¿Es ésta una experiencia que creas que te hará más fuerte, profesional y personalmente?

R. Esta pregunta me la hizo hace unos días una amiga mía de Sanes. En realidad, nuestro trabajo, el de los enfermeros, los médicos, los técnicos o lo que sea, el día a día, en dosis mucho menores y a una escala mucho menor, te prepara un poco para una situación de caos o de emergencia. Esta es una situación muy nueva y supongo que me ayudará a crecer, porque en quirófano no llevo ni dos años y es probable que el tener que gestionar un flujo de pacientes que llegan con problemas urgentes me ayude en el futuro a gestionar estas situaciones con más tranquilidad. En quirófano se opera generalmente con un programa y es todo mucho más relajado. Ahora, el hecho de que lleguen las urgencias en gran cantidad me va espabilado bastante.

P. ¿Y a nivel personal?

R. Me hará apreciar más la libertad de estar por la calle tranquilamente sin tener que estar pensando que si sales infringirías la ley.

P. En una profesión como la tuya todo es muy delicado… ¿cómo afrontas los errores?

R. En una situación como esta estoy muy atento: más trabajo, mayor flujo de pacientes y mayor cantidad de horas bajo tensión aumentan la posibilidad de cometer errores. Cuando los cometo, soy de los que me quedo mal, me lo tomo a pecho e intento que no vuelva a suceder, como deben hacer todos los profesionales de la sanidad.

Momento de la videollamada de esta entrevista. Eduardo dedica su tiempo libre a estar lo más tranquilo posible en su casa, con sus dos gatos, desconectando viendo series de televisión. / EBD

 

P. Seguramente, las personas no reconocemos la increíble labor cotidiana que hacéis los sanitarios y, encima, os toca lidiar con una crisis como esta. A pesar de todo esto, ¿dirías que eres afortunado?

R. Pues sí, un poco es verdad, en una situación normal a la gente le cuesta un poco reconocer el valor de lo que hacemos la gente que trabajamos en un hospital, de los sanitarios, y ha hecho falta que llegara esta crisis, este ‘historión’, para tomar conciencia del valor que tenemos todos los profesionales de la sanidad, desde el médico a los equipos de limpieza, que en este caso son fundamentales. A cada uno lo suyo. Y sí, me siento afortunado porque hago un trabajo que me gusta, que me satisface y que me hace sentir útil. Por ese lado sí, por otro, no. Porque, como en España, las administraciones, el ministerio de Sanidad o sus delegaciones territoriales no nos tratan bien. No hay meritocracia, los sueldos no son adecuados al nivel de trabajo y de responsabilidad que tenemos y al estrés que vivimos… quiero decir, yo creo que estamos bastante mal tratados los profesionales de la sanidad. Pero, en general, en la balanza, me siento afortunado.

P. En España se está empezando a imitar esos aplausos a los sanitarios desde los balcones que nos dicen que hacen en Italia. ¿Es así?

R. Aquí hoy, por ejemplo, han salido a aplaudirnos esta mañana a las 12, a mediodía, y luego, por la noche, a partir de las ocho de la tarde, empezaron primero con el Azzurro, después también han cantado el himno de Italia. Hacen flashmobs cada uno desde su casa.

P. Debes de haber recibido mensajes muy especiales durante estos días desde El Bierzo.

R. Pues sí, en realidad sí, como te podrás imaginar mi madre al principio y poco a poco cuando la cosa se iba haciendo más seria sí que me decía lo típico de «ay, hijo mío, ten cuidado», pero también tengo que reconocer que tengo una madre que es bastante poco sensacionalista y le da la justa dimensión a la cosa. Ella sabe que tengo más posibilidades de infectarme que cualquier otra persona porque estoy en casi primera línea en mediar con la cóvid 19 pero también sabe que tengo los medios para protegerme. Pero bueno, lo de los medios para protegerme… entre comillas; al igual que en España, no te creas que nos abundan las mascarillas con filtro: te las dan contaditas. Y, bueno,  también he recibido mensajes del Bierzo y de mis amigos en España, también de amigos italianos que saben que soy enfermero, que se preocupan por mí.

P. ¿Qué mensaje en general dejarías para los que están preocupados por esta pandemia?

R. A mí lo único que se me ocurre aconsejar, desde mi punto de vista, es decirle a la gente que se atenga a los decretos ministeriales, que cumplan las normas de restricción que están saliendo porque son importantes, que se laven las manos mucho, que no se toquen la cara, que no cunda el pánico, que no le den atención a esta gente que salen, estos médicos y enfermeros que hacen vídeos de youtube ahora en plan influencer de cóvid pues en estas situaciones siempre sale la gente que le gusta mostrarse y que les consideren héroes. Es como un síndrome que en estos casos sale a la luz. Que no hay que dejar que cunda el pánico, respetar las nomas de seguridad, estar en casa, intentar tener paciencia y esperar a que pasen estas semanas hasta que la situación se normalice.

P. Finalmente… andrà tutto bene?

R. Sin duda: andrà tutto bene.

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