Perdónenme el atrevimiento de inventar una palabra, a pesar de no pertenecer a la Real Academia de la Lengua. El significado de “ebólogo” podría ser: especialista en el tema del virus del ébola. Como la mayoría de los lectores habrán podido constatar, afortunadamente, este tipo de especialistas en España son muy abundantes. Al menos eso es lo que se deduce de los muchos que intervienen en las distintas cadenas de radio, de televisión, periódicos y redes sociales. Lo mismo ocurre en otros temas, por ejemplo ante la crisis económica. Abundan especialistas que parecen tener la mejor de las soluciones. ¡Es una pena que no se les dé la oportunidad de gobernar!
Si digo esto con ironía, no voy a caer en la tentación de convertirme en un especialista más. Por tanto no voy a opinar sobre lo que tendrían que haber hecho o lo que tengan que hacer para luchar contra esta penosa enfermedad. Lo único que puedo hacer y hago es rezar y mandar rezar para que Teresa Romero supere la enfermedad, consciente de que el esfuerzo del personal sanitario no es incompatible con el poder de la oración.
Lo que sí me parece lamentable e indecente es la demagogia que se está haciendo, aprovechando esta crisis para sacar tajada política. Eso no significa negar que este tema no se podría haber gestionado mejor. Pero no es aventurado pensar que los que más critican probablemente habrían hecho lo mismo. Inevitablemente nos viene a la memoria el tema del aceite del “aceite de colza” o del Prestige. Y ya el colmo de todo es echar la culpa a los misioneros que regresaron a su patria. Tanto ellos como Teresa, voluntaria para atenderlos, son un ejemplo de generosidad que nunca será bastante agradecido. Ellos lo pagaron con su vida y tengo la confianza de que en el caso de Teresa la Virgen María le dé más años de vida en este mundo.
Pero ante todo deberíamos aprender una lección de todo esto, además de cuidar al máximo los protocolos y corregir lo que no se haya hecho bien. Podríamos resumirlo en el texto de un WatsApp que he recibido hoy: “De repente miramos hacia África porque nos da miedo que nos contagien el ébola. Normalmente no miramos, porque el hambre no se contagia”.