Ébola, un virus casi letal menos contagioso que la gripe

Todo listo en Castilla y León para hacer frente a esta enfermedad exótica, que ha puesto en revisión los protocolos, tras una infección “accidental” en España
Habitación habilitada en el Hospital Río Hortega de Valladolid (R.Cacho/Ical)
J.A./ ICAL La llegada del ébola al primer mundo, con el primer contagio fuera de África registrado en España, ha hecho saltar las alarmas entre la opinión pública. La transmisión “accidental” a una técnico de enfermería de Madrid ha puesto en revisión todos los protocolos de actuación contra una enfermedad exótica en emergencia, muy peligrosa por su alta mortalidad. Sin embargo, está provocada por un virus menos contagioso y transmisible que los de la gripe, la tuberculosis o la varicela, a los que la sociedad española se enfrenta con absoluta normalidad.

“No hay que hablar de alarma, sino de alerta”, explica a Ical el jefe del servicio de Microbiología e Inmunología del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, Raúl Ortiz de Lejarazu, también director del Centro Nacional de la Gripe. “Lo que hacemos en España es lo que les gustaría hacer en África”, añade sobre este virus, que se detectó en 1976 en dos brotes simultáneos en Nzara (Sudán) y Yambuku (República Democrática del Congo), situada cerca del río Ebola, lo que ha dado nombre al virus. 38 años después, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que la epidemia constituía una “emergencia de salud pública de importancia internacional”.

La enfermedad, que hasta hace unas horas se movía sin control por el continente africano se ha colado entre los españoles al infectarse una de las profesionales sanitarias que atendió al religioso berciano Manuel García Viejo, fallecido por esta enfermedad el mes pasado, tras su repatriación desde Sierra Leona. “En España pasamos del triunfalismo al derrotismo”, sostiene el doctor, quien considera ha habido algún “fallo” en la cadena de cuidados ofrecidos en el Hospital Carlos III, lo que en su opinión no debe generar pánico.

Hasta ahora el caso de Teresa ha originado un ‘tsunami’ informativo y político en las últimas 24 horas sobre los sistemas de seguridad, lo que para Ortiz de Lejaraz debe servir de “acicate” para para extremar el “cumplimiento estricto, perfecto y controlado” de los protocolos internacionales. “El riesgo cero no existe”, recuerda el doctor, quien señala que puede tratarse de un “error humano”. Por ello, apoyó la posición de las autoridades sanitarias de transmitir tranquilidad y confianza en el sistema sanitario y de “poner a punto” todo los medios para evitar que se vuelva a producir un contagio de este tipo.

“No estamos en las mismas circunstancia que la generada por la gripe pandémica de 2009”, afirma el doctor vallisoletano, quien recuerda que la infección se produjo al tratar a una persona “muy enferma”. “No es el momento de desconfiar de los sistemas sanitarios. Por orgullo seguro que nosotros vamos a procurar que esto no suceda más. Yo me solidarizo con los profesionales del Carlos III, que son los primeros que han tenido que actuar”, reflexiona. Además, pide que no se discrimine ni se genere preocupación sobre los pacientes africanos.

De la misma forma, Ortiz de Lejarazu recuerda que el poder de la ciencia no es ilimitado. Reconoció que los dos pacientes repatriados han fallecido, mientras en otros países se han conseguido salvar. El doctor considera que el estado del enfermo, su edad y el grado de infección determinan las posibilidades de supervivencia. No obstante, expuso que ninguna enfermedad de mortalidad elevada es capaz actuar al 100 por 100, “la única y con excepciones es la rabia”. “Siempre existe una resistencia natural o una menor suceptibilidad”, añade.
Todo listo en Castilla y León

La Gerencia Regional de Salud (Sacyl) tiene todo listo en Castilla y León para actuar ante la aparición de un caso sospechoso, en el que se tienen que dar criterios clínicos, como la fiebre o los vómitos, y epidemiológicos -contacto con enfermos o presencia en zonas afectadas-. De hecho, se han dado instrucciones sobre el protocolo a seguir, así como sobre los equipos de protección a utilizar, cuya manipulación es clave para evitar el contagio. Una tarea que los profesionales han ensayado en las últimas semanas.

También ha designado a los hospitales de Burgos, León, Salamanca -Los Montalvos- y Río Hortega de Valladolid como los centros de referencia para el ébola. Todos cuentan con puertas de acceso, itinerarios y habitaciones reservadas y dispuestas por si fuera necesario utilizarlas.

En el caso del hospital vallisoletano tiene clausurada una unidad, adscrita a medicina interna, en el nivel cero y en el bloque 4 de hospitalización. En ellas, se han preparado dos habitaciones -016 y 017- con contenedores para residuos biológicos peligrosos, material desechable y cámara de video para seguir al enfermo. Se accede desde una puerta situada bajo la biblioteca del complejo, que permite entrar a un vestíbulo y a la unidad cerrada.

Contagio a partir de síntomas

Ortiz de Lejarazu recalca que la enfermedad es contagiosa a partir de los síntomas y a medida que avanza incrementa su poder para infectar. “Son menos contagiosos los enfermos al principio que al final”, sostiene. “Las enfermedades contagiosas no se transmiten al tocar o con una gota, sino a través de una dosis viral altamente infectante”. No se propaga por vía aérea, sino por contacto directo a través de las membranas mucosas o de soluciones de continuidad de la piel con órganos, sangre, secreciones, u otros líquidos corporales de personas infectadas, o por contacto indirecto con materiales contaminados. Los hombres pueden seguir transmitiendo el virus por el semen hasta siete semanas después de la recuperación clínica. Además, los cadáveres también pueden propagar el virus.

Virus mortífero

El ébola causa en el ser humano la enfermedad homónima, antes conocida como fiebre hemorrágica del Ebola, cuya tasa de letalidad puede llegar al 90 por ciento. No obstante, la tasa de mortalidad del ébola y de su ‘hermano’, el virus de Marburg, varía dependiendo de las circunstancias. El primer brote registrado de estas enfermedades, que tuvo lugar en Alemania y Yugoslavia en 1967, alcanzó l 23 por ciento, muy lejos del índice de letalidad registrado en el África subsahariana.

La muerte se produce por un ‘shock’ hipovolémico y un fallo multiorgánico, al que acompaña una diseminación de coágulos por todo el sistema vascular, afectando especialmente al hígado. No tiene tratamiento específico ni vacuna o suero de eficacia probada, de forma que se prescriben medidas de sostén de la vida del enfermo. A menudo se requiere unidades de cuidados críticos o intensivos, reposición de líquidos, heparina, factores de coagulación, así como reemplazamiento plaquetario y aumento de la permeabilidad vascular pulmonar.

Diagnóstico

Se suele caracterizar por la aparición súbita de fiebre, debilidad intensa y dolores musculares, de cabeza y de garganta, lo cual va seguido de vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal y hepática y, en algunos casos, hemorragias internas y externas. Los resultados de laboratorio muestran disminución del número de leucocitos y plaquetas, así como elevación de las enzimas hepáticas. Antes de establecer un diagnóstico, la OMS sostiene que se debe descartar el paludismo, la fiebre tifoidea, la shigelosis, el cólera, la leptospirosis, la peste, las rickettsiosis, la fiebre recurrente, la meningitis, la hepatitis y otras fiebres hemorrágicas víricas.

Las muestras de los pacientes suponen un enorme peligro biológico, y las pruebas tienen que realizarse en condiciones de máxima contención biológica.

Prevención y tratamiento

No hay vacuna contra la enfermedad. Aunque están probando varias, ninguna está aún disponible para uso clínico. Los casos graves requieren cuidados intensivos ya que los enfermos suelen estar deshidratados y necesitar rehidratación por vía intravenosa u oral con soluciones que contengan electrólitos. Tampoco hay ningún tratamiento específico, aunque se están evaluando nuevos tratamientos farmacológicos.
A falta de un tratamiento eficaz y de una vacuna humana, la concienciación sobre los factores de riesgo de esta infección y sobre las medidas de protección que las personas pueden tomar es la única forma de reducir el número de infecciones y muertes humanas.

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