juicio por el crimen de Isabel Carrasco

Duros alegatos de las acusaciones

Las calificaciones tanto del fiscal como de las acusaciones privadas y popular siguen siendo las mismas que al comienzo del juicio: las tres acusadas, Monserrat, Triana y Raquel son culpables de delitos de asesinato, atentado contra la autoridad y tenencia ilícita de armas
El abogado del Partido Popular, Ricardo Gavilanes, entra en la Audiencia Provincial en una nueva jornada del juicio por la muerte de Isabel Carrasco (Carlos S. Campillo)

La Fiscalía y las acusaciones particulares abrieron hoy la última sesión del juicio por el asesinato de Isabel Carrasco, el 12 de mayo de 2014, con una ligera rebaja en la petición de penas para las tres acusadas. En vez de 23 años de pena máxima, ahora se rebaja un año y se quedan en 22. La razón de esta disminución es un mero tecnicismo legal. Las acusadas han depositado en la Audiencia parte de las indemnizaciones requeridas por las partes, lo que se convierte en una atenuante, mínima, pero atenuante en la posible pena de prisión.

Eso sí, las calificaciones tanto del fiscal como de las acusaciones privadas y popular siguen siendo las mismas que al comienzo del juicio: las tres acusadas, Monserrat, Triana y Raquel son culpables de delitos de asesinato, atentado contra la autoridad y tenencia ilícita de armas. Las acusaciones sostienen que las tres acusadas urdieron un plan para seguir y asesinar a Isabel Carrasco y, por lo tanto, las tres son merecedoras de las mismas penas.

Pero, por si acaso, y con el fin de que ninguna de las acusadas pueda quedar absuelta, la Fiscalía propone al Jurado otras dos alternativas: 1) Que Triana y Raquel fueron cómplices necesarias en el asesinato, lo que conllevaría una pena de 19 años: y 2) que Raquel sólo fuera encubridora, por lo que la pena sería de 3 años.

En su alegato final, muy técnico, ajustado a los hechos y leído con soltura y mirando fijamente a los miembros del Jurado, el fiscal, Emilio Fernández, mantuvo sus tesis iniciales; es decir, Monserrat, disfrazada al efecto, asesinó por la espalda y a sangre fría a Isabel Carrasco; Triana colaboró con ella buscando a través de internet el arma del crimen, haciendo seguimientos a la víctima y planeado la ejecución del crimen, así como la huida; y Raquel colaboró en todo ello, aparcando su coche en un lugar preestablecido para que Triana depositase en su interior el arma del crimen para, posteriormente, deshacerse de ella. Nadie iba a sospechar de una policía local en el caso de que su coche fuera detenido en un control tras el asesinato.

Un crimen perfecto. O casi. Porque quedó desbaratado por el heroico comportamiento del policía nacional jubilado, Pedro Mielgo, quien siguió a la asesina, logró su detención y desbarató el plan perfecto. Tampoco se cree el fiscal los informes forenses sobre la hipotética locura de Monserrat, la obsesión y dependencia de Triana o el bloqueo mental de Raquel. Serían sólo estratagemas de la defensa en busca de que Monserrat cargue con toda la culpa, y por lo tanto con la máxima pena, y liberando a Triana y a Raquel de la máxima responsabilidad posible y con una mínima pena cuando no la absolución.

En un plan de intervenciones planificado, la acusación que representa a la hija de Isabel Carrasco, la abogada Beatriz Llamas, se inclinó por un discursos más emotivo, cargado de ironía, hiriente y descalificador hacia las acusadas. “Esto es un juicio y no un confesionario”, “Triana, niña rica caprichosa”, “Triana, la fantástica”, “De la cárcel se sale, pero no del cementerio”, “Raquel, manipuladora y fría” son algunas de la calificaciones y valoraciones que la abogada dirigió, con un tono suave, pero directo y contundente, a los miembros del Jurado, pidiéndoles que no se dejasen arrastrar por la demagogia de la defensas. La abogada trató de conmover a los miembros del Jurado, apelando a sus sentimientos y tocando la fibra sensible por un crimen tan horrendo.

El veterano abogado que representa la acusación de la pareja de Carrasco, Carlos Rivera, realizó una labor de mero aliño, muy repetitiva, entrecortada, con un exceso de lectura y con errores de pronunciación, que impidieron su comprensión en algunos momentos. Trató de desmontar la teoría de la persecución de Isabel Carrasco contra Triana, acusó a Triana de ser el cerebro de toda la operación que acabó con el asesinato y dibujó a Isabel Carrasco, la víctima, como una política ética, ejemplar y honesta, con carácter y muy crítica por ser mujer en una profesión de hombres.

Cerró el capítulo de las conclusiones de las acusaciones el abogado del Partido Popular, Ricardo Gavilanes, con un brillante alegato, expuesto sin apoyo de textos y colocado de pie ante el Jurado en busca de un mayor impacto para sus palabras. Una intervención muy medida y calculada, profesional y humana, con cargas de profundidad de ironía y de ácido sentido del humor, al mejor estilo de las películas de abogados de Estados Unidos. Brillante, sin duda. Logró acaparar la atención de toda la sala y, seguramente, del Jurado.

El abogado ratificó las tesis del fiscal. Las tres acusadas serían responsables en el mismo grado de Isabel Carrasco y calificó a Triana del cerebro del macabro plan, cuyas excusas y atenuantes las calificó como propias de “una gran actriz”. También rechazó de plano, como antes lo habían hecho sus antecesores en la palabra, la tesis del móvil sexual y, sobre todo, los informes de los psiquiatras propuestas por la defensa y que tratarían de demostrar diversas patologías de las acusadas en busca de una rebaja en sus penas.

El abogado concluyó su intervención mirando fijamente a los miembros del Jurado, abriendo sus brazos en un gran abanico y recordando que Isabel Carrasco no podrá ver casada a su hija ni conocer a sus nietos. “Carrasco merecía vivir. Ahora ya sólo queda que se haga Justicia”.

Rigor contra el abogado de Raquel Gago

Por otra parte, ha sorprendido que el fiscal terminase su exposición de alegatos arremetiendo duramente contra el abogado Fermín Guerrero, defensor de Raquel Gago, quien, como se recordará, desapareció en la primera semana del juicio durante más de veinte horas, provocando la suspensión  durante un día y poniendo en peligro su continuidad. El fiscal ha manifestado que el abogado no ha dado una justificación creíble y ha recordado que su conducta es constitutiva de delito, por lo que ha pedido que actúe de oficio el Juzgado de Guardia. Todo un ataque a la línea de flotación antes de que las defensas inicien sus alegatos. Para el fiscal, todos los hechos habrían quedado probados y o existirían dudas razonables. Ahora el turno es para las defensas, que dibujarán un juicio totalmente distinto.

 

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