Dos testigos alertaron a la Policía de que Montserrat era la autora confesa de los disparos que acabaron con la vida de Isabel Carrasco y la identificaron como tal pero se mantiene la duda de si la llamada que se hizo al Servicio de Emergencias 112 atribuida al policía jubilado que siguió a la asesina la hizo efectivamente él, cosa que niega. Algunos de los agentes que declararon esta mañana y que hablaron con él en el lugar en el que madre e hija fueron detenidas, identificaron su voz, a pesar de que él declaró en la sala de vistas que esa llamada no era suya.
El día de los autos, según los testimonios prestados hoy, uno de los policías locales que estaban patrullando en una zona cercana a la de los hechos el día de la muerte de Isabel Carrasco, se dirigió al lugar con su compañero. De camino, manifestó, fueron alertados por un hombre al que oyó decir “asesina, asesina” al tiempo que les señaló un vehículo gris y les indicó que la mujer que estaba dentro iba armada.
Los agentes abordaron el coche y vieron a una mujer sentada mientras el hombre que les había avisado insistía en que la pistola tenía que estar por ahí. “Yo la veía no alterada, no recuerdo que dijera nada y ella se mostraba sorprendida. La situación le pareció “rocambolesca, alguien dijo que nos estaban grabando y pensé que podía ser una broma”, reconoció uno de ellos.
Su compañero de patrulla declaró que un hombre les abordó cuando se dirigían a la pasarela y les dijo que en un vehículo gris estaba la mujer que había hecho los disparos en la pasarela. Cuando se acercaron y le dijeron que posara las manos sobre el salpicadero, Montserrat soltó un teléfono que llevaba en la mano. “El policía jubilado en el momento en que miramos el coche nos dijo que buscáramos un bolso negro. No aparecía y dijo que se iba a buscarlo porque lo habría tirado por el camino y estaba seguro de que el arma iba dentro”, añadió.
Madre e hija
“¿Porque ese loco diga que he pegado unos tiros me saca así del vehículo?. Estoy esperando a mi hija que ha ido a comprar unos pasteles”, les increpó Montserrat y los agentes llegaron a pensar que se estaban equivocando “porque no tenía pinta de ser una delincuente”. “Noté que alguien se acercaba por mi izquierda y me dijo que era la propietaria del vehículo”, declaró un agente respecto al momento en que llegó Triana. Los agentes comprobaron que ese día la pastelería de la que supuestamente llegaba la joven, estaba cerrada.
Ambas hicieron un intento de abandonar el lugar en el coche, dando marcha atrás y fueron amonestadas por los agentes. La hija hizo una llamada de teléfono, supuestamente a su padre, para decirle que unos policías las estaban identificando y le dijeron que a partir de ese momento no podía usar el móvil.
El arma
La versión del policía jubilado que siguió a Montserrat contradice lo declarado por ésta sobre que había arrojado el bolso con el revólver con el que mató a Isabel Carrasco en la entrada de un garaje. El agente que fue detrás de ella declaró que en ese trayecto él no la perdió de vista y ella no tiró el bolso. Ello también entraría en contradicción con la declaración de Triana, que aseguró haberlo recogido en el lugar donde había visto que su madre lo había tirado; acción que llevó a cabo al pensar que Montserrat había cogido un arma reglamentaria de su padre para llevar a cabo el asesinato.