Vanesa Silván Israel, Egipto, Libia, Túnez, Siria o Ucrania son algunos de los países en conflicto por los que ha peregrinado a lo largo de los últimos años el cámara berciano Carlos Toribio, desde que hace más de diez años se echara la mochila a la espalda para viajar a Iraq durante la conocida como Segunda Guerra del Golfo. “Yo empecé en el 2003 en Iraq como mochilero, me fui a probar suerte, ver qué había y descubrí que me gustaba, que eso es lo que quería hacer”, confiesa Toribio, que tuvo al experimentado y reconocido cámara de TVE, el también berciano Manuel Ovalle, como tutor.
“Ovalle para mi siempre ha sido como mi tutor, me daba consejos sobre la profesión y cómo moverme en las zonas en conflicto, que siempre fuera donde estuviera la prensa, que suele ser un hotel o un edificio que se identifica como tal”, cuenta Toribio, que acaba de regresar después de un mes en Grecia, donde ha cubierto el referéndum sobre las condiciones del rescate propuesto por la Unión Europea al país heleno.
Este cámara, de 35 años y natural de Toreno, es miembro del equipo de Overon (MediaPro), una de las empresas líder en la prestación de servicios audiovisuales para los principales canales de televisión nacionales e internacionales en el extranjero. Él es uno de los pocos profesionales especializado en conflictos, como reportero gráfico y jefe técnico, donde su empresa produce sus imágenes o da apoyo técnico para que diferentes televisiones hagan sus directos y sus noticias y puedan enviarlas.
A lo largo de estos años acumula cientos de experiencias, mientras comprueba como cada vez es más difícil el trabajo de la prensa en estos lugares, especialmente para los periodistas y fotoperiodistas freelance. “Antes tú te identificabas como prensa para poder hacer tu trabajo y moverte, ahora nos hemos convertido en un objetivo”, lamenta Toribio, que tiene en mente a su amigo José Manuel López, el fotógrafo leonés desaparecido junto a otros dos periodistas en la ciudad de Alepo (Siria).
El cámara solo desea que esté bien y regrese pronto, sin entrar a valorar qué es lo que ha podido pasar. Se queda con la experiencia de López, que ya había entrado en Siria otras veces, y que “es un tío muy avispado en lo que hace”, mientras lamenta que actualmente los periodistas estén “tan mal valorados y tan mal pagados”. “El mundo freelance es muy complicado y muy duro, si tienes algo lo vendes y si no lo tienes no lo vendes”, apostilla.
Una profesión difícil
Hace unos ocho años que fichó por Overon, con la franja de Gaza en Israel como primer destino, al que siguió toda la revolución que supuso la ‘primavera árabe’ que le llevó a Egipto, Túnez y Libia. También alguna entrada en Siria hace algunos años, donde reconoce “que todo es muy complicado”, al tiempo que lamenta el crecimiento del Estado Islámico. “Empezó en Mali y su crecimiento es muy preocupante y, aunque no soy partidario de guerras, hay que ponerle freno”, puntualiza.
Para Toribio uno de los aspectos más difíciles de trabajar en estos lugares es tratar de evitar en lo posible la preocupación de su familia y sus seres queridos, algo que a veces acaba siendo inevitable. Así, recuerda uno de los episodios más duros que ha vivido y que tuvo lugar en la región de Donetsk, en Ucrania. “Slaviansk era una ciudad en disputa entre los militares ucranianos y los rebeldes prorrusos. Nosotros entramos a trabajar ahí y fuimos los primeros en establecernos en un sitio que consideramos seguro y empezamos a ofertar servicios ENG para dar imágenes o para hacer directos”, narra.
Con grandes problemas para entrar en Slaviansk, finalmente les dejaron pasar “bajo su responsabilidad”, con su unidad móvil de televisión. “Entrando allí, uno de los coches metió un par de tiros a la furgoneta, nos pararon y acabamos los dos en la cuneta, con una pistola en la nuca”, recuerda, mientras se siente agradecido por que su productor fuera unos metros por delante con el ‘fixer’- es la persona local que actúa como traductor o guía, que además suele dar acceso a entrevistas que de otra manera sería difícil hacer-. “Entre los dos lograron convencerles de que éramos prensa, estuvimos unas siete horas retenidos y luego nos soltaron”, finaliza.
Unas situaciones difíciles que ha tenido que afrontar en otras ocasiones, como en una de las revueltas de la ‘primavera árabe’ en El Cairo (Egipto), cuando un grupo asaltó el edificio donde tenían instalado el centro de trabajo. “Nos quedamos escondidos en una especie de despensa que había en el edificio y, cuando pudimos, salimos hacía el hotel que estaba en frente, creo que era el Hilton”, relata Toribio, con la “gran suerte” que se encontraron con compañeros de la televisión Al Jazeera que “tenía sus contactos”.
“Metieron una pequeña tanqueta en el hotel, nosotros y compañeros de Antena 3, Telecinco, Al Jazeera y no se cuantos medios más nos metimos en la tanqueta y nos sacaron de allí”, explica el cámara, que también recuerda el incidente en Trípoli (Libia), cuando su compañero, el productor de Overon Simón Casanova, resultó herido de bala en un tobillo cuando estaban en la azotea del hotel Radison -donde se concentraba la mayor parte de la prensa presente en la capital libia- para realizar una emisión en directo.
Grecia, último destino
En los “parones” entre conflicto y conflicto, el cámara berciano realiza coberturas de todo tipo, desde cumbres políticas a mundiales de fútbol. Su último destino ha sido Grecia, donde ha pasado el último mes antes de sus merecidas vacaciones para cubrir el referéndum y todo lo que rodea a ese tercer rescate. Toribio regresa con la impresión de que el pueblo griego realmente quiere salir del euro, “cansado de tener que aguantar y someterse a todo lo que viene de Europa” y que tienen muchas esperanzas en el partido Syriza “porque hay alguien que, por fin, no va a estar obedeciendo en todo”. El ‘no’ ganó por mayoría, aunque saben que salir de la moneda única “es una locura” y la deuda sigue ahí.
“El tercer rescate será la ruina porque al final es como que el país pertenece a la Unión Europea y que los griegos lo tienen en alquiler”, valora el reportero berciano, quien destaca sobre todo la “unidad” de la gente y la relativa tranquilidad con la que han llevado el “corralito”, que solo les permitía disponer de 60 euros diarios en los cajeros. “Pensé que se iba a liar, que iba a haber revueltas y ser un caos, pero nada de eso, solo las colas en los cajeros para sacar su dinero diario”, desliza Toribio, que asegura que la situación es de absoluta normalidad en la calle y que los griegos se comparan mucho con los españoles.
“Ven que salen nuevos partidos políticos que van en la línea de Syriza y no se encuentran tan solos, ven a España como un referente y que con Podemos puede pasar lo mismo aquí”, explica el cámara, que insiste en que los griegos no tienen ningún miedo a salir del euro porque “confían en su turismo, saben que serán dos o tres años malos, pero que saldrán adelante”. Ahora ya está pendiente de cuál será su próximo destino de trabajo, que probablemente le lleve de regreso a Ucrania, donde crece de nuevo la violencia, con los enfrentamientos entre las fuerzas independentistas y el gobierno de Ucrania.